Pesan las dudas sobre el futuro 'MidCat verde’ entre España y Francia: “El proyecto es una barbaridad”
Los expertos consultados aseguran que hay mucha incertidumbre sobre la capacidad de generar hidrógeno para exportar a terceros países.
22 octubre, 2022 02:53Después de años de negociaciones para culminar el MidCat, el gasoducto que debía unir por tierra a España y Francia, se ha producido un giro de timón. La infraestructura gasista se dejará morir para dar paso a otra que irá por mar y conectará Barcelona con Marsella (BarMar). Lo hará bajo el calificativo de Corredor de Energía Verde o hidroducto, para subrayar el tinte ecológico del nuevo plan que pretende enviar energía renovable a Europa.
Es un proyecto del que apenas se dispone aún de información. Sin embargo, ya pesan las dudas de varios expertos y ecologistas sobre la viabilidad de esta infraestructura anunciada, a todas luces, como “una solución ecologista, nueva, solidaria y europeísta''. Por contra, expertos como Antonio Turiel, investigador del CSIC y especialista en recursos energéticos, aseguran que “el proyecto es una barbaridad”, porque tiene varios puntos flacos.
Tras el anuncio de los presidentes de España, Francia y Portugal –porque también habrá conexiones por tierra con el vecino luso–, lo que se sabe del proyecto es que la tubería submarina de 360 kilómetros de longitud entre las ciudades española y francesa transportará gas natural de manera inicial. Después, acabará como una infraestructura dedicada únicamente al envío de hidrógeno verde.
De acuerdo con Turiel, este tipo de energía se puede conseguir descomponiendo la molécula del agua en oxígeno e hidrógeno utilizando electricidad de origen renovable. Un proceso en el que se producen pérdidas de transformación que hay que tener en cuenta. Sobre todo, en un contexto de aceleración de la transición energética alejada de los combustibles fósiles.
En esto mismo coincide Diego Rodríguez, catedrático de Economía en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) e investigador de Energía en FEDEA. El experto apunta a que, con este proyecto aún en ciernes, hay que tener en cuenta que “hay una pérdida de eficiencia muy importante de electricidad renovable hacia la generación de hidrógeno y, eventualmente, por la reconversión de ese hidrógeno de nuevo en electricidad y otros usos”.
La incertidumbre acerca de lo que se acordará en diciembre, por tanto, es máxima. No solo por los costes, sino por el tiempo de construcción del BarMar. Según publicó EL ESPAÑOL, la nueva infraestructura –con la que Francia se ahorra unos 3.000 millones de euros del MidCat– puede tardar en torno a cinco años. Aunque como asegura Turiel, dependiendo del dinero que se ponga sobre la mesa, podría estar listo para 2024.
Lo cierto es que este plan es novedoso. No hay otra infraestructura igual. La tubería, para que puedan transportar el hidrógeno deberán ir cubiertas con una película, una especie de plástico, para que el hidrógeno no la dañe, porque es corrosivo.
Como apunta Rodríguez, “es interesante ver que se plantea una infraestructura para la conducción de hidrógeno cuando no existe ninguna experiencia de uso de una red de gas que se transforme para la conducción de hidrógeno y ni siquiera estamos seguros de qué características de esa red serán útiles para la conducción de los dos gases”.
Sobre la red actual de gas, la Unión Europea mantiene una seria discusión acerca de cómo se puede llegar a reglamentar el uso del hidrógeno en la red actual de gas. Entre otras cosas, se está hablando de que la infraestructura gasista actual no soportaría mezclas superiores al 5% de hidrógeno dentro de la misma conducción.
Por tanto, apunta Rodríguez, “no solo sería necesario diseñar esas infraestructuras con unas características desconocidas para que acepte la condición de gas inicialmente como en un futuro desconocido la conducción de hidrógeno”. El experto asegura tener dudas sobre la transformación de la red troncal de gas en Francia y probablemente en el conjunto de la UE para que admita el uso del hidrógeno en esa red ya establecida.
“Hay que evaluarlo con mucho cuidado”, insiste el economista, porque son infraestructuras muy caras, que independientemente de que reciban o no financiación europea, tendrán que ser pagadas en parte por los Estados miembros y tendrán sentido en la medida en que sean utilizadas. “De momento, está todo por hacer”, recuerda.
El ‘caramelito’ del hidrógeno
Aunque ha habido una expansión de las renovables, como reconocía la propia Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su último informe, y aunque aún se espera un crecimiento mayor, lo cierto es que no es suficiente para cubrir las necesidades energéticas y, además, servir a la producción de hidrógeno verde.
Como asegura Turiel, “aquí se está dando por hecho que vamos a poder producir hidrógeno verde –producido a raíz de electricidad renovable–, pero el hecho es que Europa no se puede autoabastecer con sus renovables para producir todo el hidrógeno que necesitaría y España tampoco”.
Esto es algo que, según explica, se reconoce en la propia estrategia europea del hidrógeno. De hecho, en el documento se indica que hoy en día el hidrógeno renovable y con bajas emisiones de carbono no es aún rentable en comparación con el hidrógeno a partir de combustibles fósiles. Razón por la que habrá una importante inversión para que, en 2050, se consiga un despliegue reseñable en el uso de hidrógeno verde.
Lo que ocurre actualmente con el hidrógeno es que su producción es prácticamente nula en España y en el resto del continente europeo. En nuestro país, en particular, opera una única planta de producción de hidrógeno verde, que se utiliza para en la producción de fertilizantes y en la industria petroquímica.
De acuerdo con Rodríguez, estas son las grandes demandantes de hidrógeno en la actualidad. “Demandan, aproximadamente, 500.000 toneladas de hidrógeno al año, que se producen en la actualidad a partir del gas”. Es decir, ya hay una demanda importante de este tipo de energía y lo más seguro es que, a medida que se desarrolle su uso en el transporte, se produzca también una importante demanda interna.
“Resulta muy incierto que en algún momento haya capacidad de generación de hidrógeno como para exportarla a terceros países y, sobre todo, que esa exportación sea eficiente, es decir, que no sea más rentable su utilización en usos domésticos”, apunta Rodríguez. Por su parte, Turiel lo ve claro: “Se pone el caramelito del hidrógeno, pero en realidad aquí lo que se pretende es conectarse de una manera rápida con Francia”.
Para el Gobierno, sin embargo, el hidroducto que se plantea construir permitirá abastecer de gas (en un principio) e hidrógeno verde español y luso al centro de Europa. Además, los tres países pretenden incluirlo en la lista de proyectos de interés común europeo para que pueda tener financiación de la UE.
La idea oficial de este Corredor de Energía Verde es conectar la red energética de Europa con la opción “más directa y eficiente”. El proyecto llevará aparejado además la culminación de las interconexiones de gas entre Portugal y España. De hecho, se espera conectar Celourico da Beira y Zamora (CelZa).
En este sentido, Rodríguez insiste en los esfuerzos técnicos y económicos para evaluar los usos que se darán a estas infraestructuras y que no ocurra algo parecido a lo que ha ocurrido con el MidCat.
“Hay muchísima incertidumbre sobre cuál va a ser el modo de producción de hidrógeno en el futuro y, desde luego, el proyecto que se presente debe tener una evaluación de estos usos, porque sino la infraestructura se convertirá en el transcurso del tiempo en lo que los economistas llamamos un activo parado”, advierte Rodríguez. Es decir, en una infraestructura de baja o nula utilización. “Espero que no sea así y cuando tengamos el proyecto podamos evaluar los costes y beneficios de la operación”, insiste el experto.
“Un lavado ‘verde’”
Entretanto, y tras el anuncio de los tres representantes de los países europeos, los ecologistas también se han pronunciado al respecto. En un comunicado conjunto, las organizaciones Amigos de la Tierra, Comité Ciudadano de Emergencia de la Ría del Ferrol, Ecologistas en Acción, Fundación Renovables, Greenpeace, Observatori del Deute en la Globalització (ODG) y WWF han mostrado un rechazo “tajante” ante los proyectos de interconexión gasista presentados y no creen que el BarMar se consiga llevar a cabo por su inviabilidad.
Aseguran que, mientras se desestima la idea, se perderá tiempo, esfuerzo y dinero público en estudios que podrían destinarse a las verdaderas soluciones: el ahorro energético y las renovables dimensionadas.
“Marsella está rodeada de gasoductos que exportan gas a centros industriales al norte de Francia y de Italia, por lo que dilapida el argumento de transportar hidrógeno verde a corto plazo y lo más probable es que lleve gas o gas mezclado con un poco de hidrógeno durante décadas”, apuntan.
De acuerdo con Mar Asunción, responsable de WWF, “la apuesta por grandes infraestructuras gasistas no es lo que se necesita para abordar la crisis actual ni para la transición hacia el modelo energético que necesitamos”. Explica que en el Plan de Seguridad Energética se considera que el corredor ibérico del hidrógeno no estará listo hasta 2025 y, por tanto, no supone una solución para la coyuntura actual, sino un impedimento para una transición energética justa.
“Son un lavado verde para la industria gasista y bloquean fondos que deberían dirigirse a soluciones reales que ya pueden ser implementadas”, añade la experta. Además, insiste en que el corredor ibérico del hidrógeno supondrá un incremento del consumo y exportación de gas fósil al menos durante esta década, tal como se contempla en la medida 73 del Plan de Seguridad Energética presentado recientemente por el Gobierno.
“Está previsto que durante esta década transporte gas natural, y que al menos hasta 2030 no se estima que pudiera transportar hidrógeno. Supone el retraso de la transición energética hacia un modelo 100% renovable, eficiente y justo”, apunta Asunción.
En el comunicado enviado por las organizaciones ecologistas se apunta, además, que existen cuestiones de vulnerabilidad geográficas e impactos medioambientales y climáticos, como ha pasado con el Nord Stream. Es preciso evaluar cómo afectarían las fugas de hidrógeno en los ecosistemas marinos y sus impactos en la atmósfera, debido a sus propiedades físico-químicas, su alta inflamabilidad y coeficiente de difusión mayor que el del gas fósil.
Las organizaciones plantean cuestiones importantes: ¿con qué fondos se va a financiar este corredor? ¿Volverán a ser las personas consumidoras las que sufran el encarecimiento de la factura energética o va a ser introducido en unos fondos de recuperación que generan deuda para las generaciones futuras?
Quizá se encuentren algunas respuestas en la próxima reunión que mantendrán los gobiernos de España, Francia y Portugal en diciembre, durante la Cumbre Euromediterránea de Alicante. Será entonces cuando Sánchez, Macron y Costa –sus presidentes– discutan en qué plazo se construirá, los costes y otros detalles relativos a su viabilidad futura en un mundo bajo la presión del cambio climático.