Un abrazo de futuro para los niños de Elche: “No vamos a cambiar su realidad, pero hay que darles cariño”
La ONG Un Abrazo de Luz ofrece un espacio de ayuda para el desarrollo de niños en riesgo de exclusión social.
27 octubre, 2022 03:22Niños que salen del colegio y están solos, que no tienen dónde ir, o que en sus hogares no encuentran un ambiente propicio para el estudio y su desarrollo formativo. Pequeños que no desayunan, o que la única comida completa que hacen al día es la del comedor escolar. Niños que, por las circunstancias socioeconómicas de sus familias, no comen variado ni se nutren bien.
Esos vacíos son los que pretende llenar Un Abrazo de Luz, una fundación sin ánimo de lucro que se centra en ese apoyo y atención extra que muchos niños necesitan. “La primera idea era un comedor social donde pudieran ir familias, pero luego lo perfilé y ya pensé en un centro para los niños”, explica María José Martínez, la directora.
Ubicada en la ciudad alicantina de Elche, en el barrio del Raval, la organización lleva desde 2016 atendiendo a niños con graves dificultades que provienen de familias desestructuradas, y hace poco abrió “un segundo Abrazo, más pequeñito, que solo se centra en el apoyo al estudio y se les ofrece la posibilidad a los niños de irse cenados a casa”.
[La pandemia de la desigualdad se ceba con los niños: "No puedo ni darles una tostada con aceite"]
La edad mínima para entrar en el proyecto son los 3 años, y pueden estar hasta los 17. El perfil de estos niños, aclara Martínez, es el de chavales con entornos familiares muy complicados, “con alguno de los padres ausente, o drogadictos, o que están en la cárcel. Los niños que vienen aquí no tienen en casa el esquema de padres que trabajan y los cuidan, todos tienen una carpetita en Servicios Sociales”.
Alimentación y autoestima
Las consecuencias económicas de la pandemia de coronavirus han sido implacables para muchas familias que ya estaban en riesgo de pobreza y exclusión social. La directora confiesa que en el centro hay ahora más niños que antes del estallido del virus. “Las familias están mucho más tocadas, y recibimos gente que no pensábamos que necesitaba ayuda”.
La asociación cuenta con una cocina propia y varios voluntarios que diariamente dan en torno a 70 comidas. También hay asesoramiento dietético para que los niños sigan un calendario alimenticio y coman de forma saludable. Esa cocina también funcionó durante el confinamiento, en lo más duro de la pandemia, y alimentó a centenares de personas sin hogar que se encontraron todavía más desamparados cuando todo se cerró.
La situación material de los niños que van al Abrazo es muy dura, pero trabajar en sus emociones también es fundamental. “Hay una psicóloga que, sobre todo, trabaja la autoestima de los niños, que suelen acumular mucha angustia y muchos miedos. Tienen mucha rabia contenida, han visto cosas muy desagradables, mucha violencia, y se nota lo necesitados que están emocionalmente. Son niños que necesitan hablarlo, que quieren contar qué les pasa”.
Para ayudar a expresar sentimientos y compartir experiencias, todas las semanas hacen una asamblea donde los niños, divididos por grupos de edades, “cuentan qué han hecho el fin de semana. A algunos se les nota que han tenido un problema, pero no porque lo cuenten, eso no lo suelen decir directamente, sino por el apoyo que reciben de los otros niños”.
En ese espacio no solo se habla. Hay juegos, pero son juegos de autoestima organizados por la psicóloga del centro. También hay una psicopedagoga que evalúa a los niños al llegar “para ver si tienen alguna necesidad especial, como TDH [Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad], algún problemilla en el habla, etc. Empezamos de cero con ellos”.
Luz para el futuro
En la asociación les dan apoyo, les ofrecen ayuda, cubren sus necesidades. “Incluso los llevamos al dentista, porque no siempre hay un padre o una madre que quiera o se pueda permitir llevarlos. También tenemos peluquero, y les compramos los libros para el instituto si no pueden acceder a ellos por beca o por falta de dinero.”
Sin embargo, la directora incide en que, “aunque hay que darles cariño, tenemos que tener muy claro que no somos su familia. Pese a todo hay que respetar su realidad, ayudarles en todo lo que podamos, pero ser conscientes de que no vamos a cambiar esa realidad, de que al fin y al cabo ellos tienen su propia familia, tienen una vida fuera de aquí”.
Una de las preocupaciones del Abrazo es precisamente eso, qué ocurrirá con los niños cuando salgan de allí. “Si al menos acabaran los estudios tendrían más posibilidades de tener un buen trabajo. A algunos los miras y les ves el futuro, te preguntas ‘¿qué va a hacer él, o ella?, si lo que tiene en su casa es horrible’”.
Hay veces en que algunos niños, de repente, dejan de ir. Creen que ya son demasiado mayores para seguir haciendo las actividades del Abrazo, o directamente hay padres que ya no quieren llevarlos. Martínez insiste en la idea de que desde la asociación no pueden cambiar el entorno del que vienen los niños, “pero sí los ayudamos a que puedan tener un futuro distinto, que sientan un apoyo”.
Donde lo público no llega
Este año, Un Abrazo de Luz ha recibido 15.000 euros del Ayuntamiento de Elche. En 2021 recibió 10.000. “No es el dinero lo que nos importa, es que las instituciones reconozcan este trabajo, que nos faciliten los trámites burocráticos para seguir con proyectos como este, o para abrir más centros”.
Martínez asegura que los Servicios Sociales y los trabajadores sociales “hacen una gran labor, pero a veces no es suficiente, se queda corta, y siempre es una cuestión de dinero, no de falta de personal”.
También se queda de que, muchas veces, también se entromete la política: “¿A mí qué más me da quién esté en el Ayuntamiento? Yo solo tengo que mirar por los niños que están aquí. No me estás ayudando a mí, estás ayudando a quienes están aquí”.