De izquierda a derecha, Andreas Wilfinger y Ulla Wannemacher, fundadores de RINGANA.

De izquierda a derecha, Andreas Wilfinger y Ulla Wannemacher, fundadores de RINGANA. Cedida

Historias

Chupitos de jengibre, maíz en vez de plástico y belleza 100% natural: así es la marca 'eco' que causa furor en Europa

Ringana lleva años conquistando el universo 'beauty' con productos libres de microplásticos que caducan en tiempo récord, como prueba de su frescor.

20 febrero, 2024 01:23
Viena

Dicen que las grandes ideas suelen surgir de pequeños comienzos, a veces del tamaño de una gotita de pasta de dientes. Es posible que no le parezca atractiva, en un sentido literario, esta comparación, pero le invitamos a que siga leyendo, porque así es como comienza la historia de Ringana. Es la marca que todo admirador de la cosmética tiene en su radar desde hace varios años. Su éxito ha hecho incluso que medios de distintos rincones del mundo vuelen juntos hasta su casa, Austria, para conocerla mejor.

Entre ellos se encuentra una periodista de ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL que escribe este reportaje en primera persona porque entiende que se trata de un viaje compartido con los lectores. En él salen los nombres de Andreas Wilfinger y Ulla Wannemacher, promotores de una revolución eco que ha dado la vuelta al continente junto a su marca. Ringana nació en 1996 de la preocupación de unos padres que un día leyeron la lista de ingredientes del dentífrico de su hijo pequeño... y les cambió la vida.

Alérgenos, espesantes y otros muchos químicos abrasivos formaban parte de lo necesario para crear esa pasta que el pequeño, igual que el resto de niños, usaba para lavarse los dientes todos los días. En realidad, fue una revelación. "¿Cómo no se hace nada al respecto?", se preguntaron, mientras iban creando una lista de todos los productos que hemos empleado siempre sin preguntarnos el porqué de esos colores y promesas tan llamativas con las que calaron en nuestras rutinas de autocuidado. 

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Así es como surgió hace casi 30 años, fruto de la anécdota, una de las marcas de belleza y nutricosmética vegana más potentes de Europa. Primero patentaron su propio aceite dental, sustituyendo los conservantes artificiales por sustancias activas de origen natural. Ese debut fue su declaración de intenciones, adelantan los padres de Ringana en nuestra visita a su sede en Sankt Johann in der Haide, a 130 kilómetros de Viena. Allí, la marca investiga y elabora sus productos con recursos que ellos mismos cultivan previamente en sus inmediaciones.

Exteriores del campus de Ringana.

Exteriores del campus de Ringana. Felix Werinos Cedida

Cosmética eco y con identidad

El campus es algo así como un hogar homenaje a la innovación en la industria cosmética. La firma se erige sobre una meganave alimentada por energía limpia y rodeada de una plantación de árboles frutales que con facilidad logran sorprender a cualquiera en su primera visita. Es un lugar luminoso, diáfano, de estilo casi futurista, ubicado en pleno corazón verde austríaco.

En él, Ringana crea, apuesta, gana y se renueva constantemente, con el mismo entusiasmo de una startup recién montada —pero con el prestigio de quienes llevan casi tres décadas sobresaliendo en el sector— ideando nuevos cosméticos, complementos nutricionales y también productos de cuidado infantil cuya esencia se encuentra precisamente en el adjetivo frescor

La marca de Andreas y Ulla cuenta con un catálogo de productos para el rostro y el cuerpo que incluye desde cremas hidratantes y sérums hasta limpiadores amables con el microbioma, entre otros muchos productos elaborados con formulaciones exclusivas e ingredientes que comparten un mismo y doble objetivo: ayudarnos a cuidar nuestra piel teniendo, al mismo tiempo, un impacto mínimo en el medio ambiente.

Imagen promocional del agua micelar de Ringana.

Imagen promocional del agua micelar de Ringana. Cedida

Todos los productos se fabrican de manera sostenible y están libres de aditivos artificiales. De hecho, tienen fecha de caducidad: los tratamientos de Ringana están diseñados para durar hasta 6 meses en el caso de los cosméticos y 12 para los suplementos. Confirmar esto no es decir nada en su contra. Al revés, resulta tan positivo que la propia marca se enorgullece de ello, porque su vida corta es la mejor demostración que puede hacer Ringana de que sus cosméticos son frescos y están fabricados con sustancias activas antioxidantes muy concentradas.

La apuesta de prescindir de conservantes añadidos supone un reto —entre otros motivos, porque su sistema logístico debe funcionar como un reloj para que los clientes puedan disfrutar de los productos en su máxima calidad—. Pero parece que la estrategia les está funcionando, porque sus redes acumulan cientos de miles de seguidores que con frecuencia recurren a la firma ya sea para dar un capricho a su piel o empezar el día con un plus de energía. 

Esto último tiene que ver precisamente con una de las propuestas estrella de la casa austríaca: su entrañablemente denominado chi, una alternativa saludable a las bebidas energéticas que cada vez más personas toman como complemento de culto en Austria. Es una explosión de sabores —lleva jengibre, raíz de maca, ginseng y piña, además de cafeína— que se toma en un curioso tamaño "parecido al de un chupito", nos explican cuando la tomamos por primera vez. 

Expositor en el campus de Rigana al que los visitantes pueden comprar los productos de la marca.

Expositor en el campus de Rigana al que los visitantes pueden comprar los productos de la marca. Felix Werinos Cedida

El chi, que se incluye en la línea de nutrición de la marca, nos acompaña todo el viaje. Hay incluso quienes se encariñan con él: "Esto podría funcionar muy bien en mi país", se escucha a algún compañero. En lo que respecta a España, las líneas eco de Ringana conquistan a clientes, blogueros e incluso revistas que incluyen sus cosméticos en las selecciones mejor valoradas. Mientras paseamos por el campus, cuentan que tienen un centro logístico en Las Palmas de Gran Canaria, lo que nos conecta aún más con los austríacos.

Donde se hace la magia

Durante nuestra estancia en Ringana, los periodistas nos convertimos en químicos, directores de sostenibilidad, jefes de almacén y creamos nuestras propias rutinas veganas como expertos en cosmética. Nos enfundamos sus batas blancas para descubrir cómo se trabaja en los laboratorios. Apoyamos nuestros rostros sobre los mismos dispositivos de tecnología punta que los especialistas usan para buscar los secretos de una piel radiante y saludable. Incluso nos adentramos en un gigantesco almacén lleno de copitos de maíz.

"¿Qué hace esto último en una firma beauty?", podría preguntarse. Mucho, en realidad. Ringana prescinde de los agentes contaminantes tanto en los ingredientes de sus productos hasta el propio empaquetado. Por eso, cuando la Comisión Europea decidió restringir los microplásticos añadidos intencionadamente a los productos cosméticos el pasado noviembre, la marca celebró haber formado parte de ese progreso desde sus inicios en la industria.

Ringana rellena sus paquetes utilizando almidón biodegradable que se cultiva en tierras alemanas "utilizando un método de fabricación ecológico y ahorrando fuentes de energía agotables en beneficio de la naturaleza", aseguran. Una vez llegan hasta los consumidores finales, los guías explican que muchos los guardan y aprovechan como abono para regar sus plantas. Y, con esto, la marca vuelve a ganar un punto en circularidad. 

Los paquetes de Ringana se rellenan con maíz biodegradable.

Los paquetes de Ringana se rellenan con maíz biodegradable. Ringana en Instagram

En realidad, el interés de la empresa por la preservación del planeta y sus recursos se entiende mejor al saber que Austria se sitúa entre los 5 países con mayor conciencia ambiental de la UE. Más allá de sus productos, Ringana lleva años poniendo en marcha actividades encaminadas a proteger la biodiversidad local. Por ejemplo, el año pasado se comprometieron a financiar la recuperación de 138,9 hectáreas del bosque de Dürrenstein-Lassingtal.

Los fundadores de Ringana saben bien que todos los logros en estos últimos años se han conseguido gracias al esfuerzo de un equipo que cree en una industria responsable y socialmente comprometida. Con una proporción de mujeres en la plantilla que supera el 70% y una apuesta por la diversidad y el talento joven visible en sus departamentos, tienen claro que quieren seguir creciendo, con una "propuesta holística" que, aseguran, aúna "ciencia y corazón" con el objetivo de crear productos que mejoren el día a día de las personas en todo el mundo.