Así podría ser el mundo sin bienestar digital: ¿qué borraría si sus datos 'sobrecargasen' la nube y los centros de datos?
El nuevo pódcast de Álvaro de Cózar, 'Delete', transporta al oyente a un 2075 muy realista en el que el bienestar digital ha desaparecido.
3 agosto, 2024 01:37Año 2075. La digitalización es tal que no hay tecnología con la capacidad suficiente como para almacenar todos los datos del ser humano. Llega el momento de hacer borrón y cuenta nueva con la basura generada en las últimas décadas. Y le toca a un comité de expertos decidir qué permanece y qué desaparece para siempre. Esa es la trama de Delete, la nueva serie en formato pódcast de Summer Story, con el director creativo Álvaro de Cózar al frente.
Este 'gran borrado', como lo llaman en la propia historia, al que se enfrentan los personajes, podría parecer una distopía, pero nada más lejos de la realidad. "No nos inventamos, para nada, un mundo improbable", asegura el ganador de un Ondas al mejor pódcast en 2022 De Cózar a ENCLAVE ODS.
Según Naciones Unidas, el volumen de datos que se producen en todo el planeta está "aumentando exponencialmente". Solo entre 2015 y 2020 aumentó un 314%. Desde la pandemia hasta hoy, según Statista, solo en cuatro años, se ha duplicado: si en el mundo precovid se generaban 64,2 zettabytes de datos, en 2024 alcanzan los 147.
"Mientras investigábamos para escribir los episodios, incluso nos enteramos de que ya hay gente buscando maneras de ampliar nuestra capacidad de almacenamiento", admite De Cózar. Y es que se estima que, en la actualidad, más de cinco mil millones de personas utilizan internet en el mundo y, por tanto, generan datos que, cada vez más, habrá que almacenar o gestionar.
Delete forma parte del proyecto Bienestar digital: la vida digital que SÍ. Menos contaminante, menos estresante, de ING, la Sra. Rushmore y Quiero. Y, para abordar un tema tan complejo como la buena salud de la digitalización, plantea qué podría llegar a ocurrir si, en efecto, la 'nube' se sobrecargase. Y, sobre todo, invita al oyente a reflexionar sobre qué hacer hoy para que en el mañana eso no suceda.
Clon digital universal
En un esfuerzo por visibilizar la magnitud de la huella digital, tanto a nivel social como medioambiental, Delete explora la crisis ecológica y emocional que supone delegar todos los aspectos de la vida en la tecnología y, sobre todo, en la inteligencia artificial. Una perspectiva que, explica Sandra Pina, directora general de Quiero, consultora que ha participado en el proyecto, "normalmente no se aborda".
Porque, matiza Pina, es común hablar y debatir sobre la necesidad de restringir el tiempo de uso de las pantallas, o sobre cómo el acoso digital ha aumentado en los últimos años. Sin embargo, muchas personas, dice, "no son conscientes de que internet también contamina".
A fin de cuentas, la famosa 'nube' tiene su contrapartida en el mundo físico, como recuerda De Cózar, en los centros de datos. Infraestructuras vitales que requieren de "cantidades ingentes de electricidad y agua para refrigerarse". Y a más datos, más espacio de almacenamiento requieren y "más grandes tienen que ser los centros de datos" y, por ende, más consumo energético.
Es algo que, dice Pina, nos hace reflexionar y darnos cuenta de que "contaminamos todos, no es una cosa solo de los chavales". Porque, recuerda, "todos hacemos el mismo uso de la red".
¿Distopía o realidad?
Delete, precisamente, lleva al extremo esa idea y plantea el reto que supone no solo acumular en la nube, durante décadas, datos de búsquedas, correos, fotos, vídeos o contenido de redes sociales, sino clones digitales de todas las personas tras fallecer. Es decir, réplicas digitales hiperrealistas generadas por inteligencia artificial.
El gran dilema que plantea esta serie de ficción no es otro que el dominio absoluto de la nostalgia, que lleva a la sociedad a querer almacenar todos y cada uno de sus recuerdos digitales. Este síndrome de Diógenes digital colectivo provoca, además, que la memoria desaparezca en el mundo físico —tanto la capacidad humana de recordar como cualquier formato que no esté en la nube, como los discos duros—.
Algo que queda reflejado cuando, en uno de los episodios, un personaje le pregunta a otro: "¿Hace cuánto que no entrenas la memoria?". O cuando otro asegura: "Sin traductores automáticos vamos a tener que volver a hablar en inglés, como los viejos". Y es que, en un mundo en el que absolutamente toda la información está al alcance de tu mano y en el que la tecnología realiza hasta las más sencillas de las tareas, parece complicado organizarse de una manera más analógica.
Como explica en una entrevista a ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL el divulgador escocés Johann Hari, el ser humano tiene dos "superpoderes", "la atención" y "la creatividad". Y sin la primera, explica, la segunda no se puede desarrollar.
La primera, además, podría decirse que está en peligro de extinción: "Tareas como mantener largas conversaciones, leer libros o ver películas, son cada vez más difíciles de hacer”. El problema está, dice, en que cada vez es "más complicado prestar atención".
Al observar a los jóvenes, cuenta Hari, se da cuenta de que "van zumbando a la velocidad de Snapchat por la vida y que nada serio ni tranquilo podría alcanzarlos". El experto recuerda que "hay evidencia científica que asegura que existen 12 factores que pueden hacer que tu atención sea mejor o peor" y que influyen en la capacidad de retener información, y que "algunos tienen que ver con la tecnología y otros no".
Bienestar digital, aquí y ahora
Para evitar la completa pérdida de atención y, por tanto, de memoria, la clave podría estar en minimizar esos factores de los que habla Hari y que sí tienen que ver con la tecnología. Aquí entra en juego un factor esencial, y que es el que hizo que Delete se tornase realidad: cuidar del bienestar digital.
Sandra Pina habla de dos ingredientes clave para que este bienestar digital no falte y, sobre todo, para "no llegar al punto del que se habla en el pódcast". En primer lugar, dice, "es necesaria una didáctica para que tomemos conciencia del problema, porque no somos conscientes de su magnitud".
Y ahí, la experta incluye tanto a la vertiente medioambiental —la contaminación que produce un mal uso de la tecnología— como la social o emocional —el daño que puede acarrear a las personas—. Por eso, el segundo ingrediente clave para Pino sería "asegurar que la gente que se ve afectada por una mala gestión de su bienestar digital tenga a su disposición especialistas disponibles par tratarles, ayudarles y acompañarles".