Gota de mercurio nativo en matriz de cinabrio de la mina El Entredicho, España.

Gota de mercurio nativo en matriz de cinabrio de la mina El Entredicho, España. Bjoern Wylezich Istock

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El tóxico mercurio se acumula en nuestros suelos: el cambio climático, el culpable

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El mercurio es un mental pesado, especialmente conocido por su toxicidad y efectos perjudiciales tanto en la salud humana como en los ecosistemas. Durante años, ha sido un contaminante ambiental estudiado principalmente por su impacto en la población, en particular a través del consumo de pescado contaminado. 

Sin embargo, un nuevo estudio realizado por la Sociedad Química Americana y publicado en la revista Environmental Science & Technology sugiere que este metal podría tener un impacto mucho más amplio y dañino en el ecosistema de lo que se pensaba. La investigación plantea una posible conexión entre el mercurio y el cambio climático, lo que podría obligar a reconsiderar cómo se maneja y se gestiona este peligroso elemento. 

Se trata de un contaminante persistente que se mueve entre la atmósfera, el suelo y los océanos. Se encuentra en tres formas principales: elemental, inorgánico y orgánico (metilmercurio). Esta última es la más tóxica, porque se bioacumula en las cadenas alimentarias, afectando gravemente a los organismos que lo consumen, incluyendo a los humanos que ingieren.

Pero este no es su mayor reservorio, se estima que el suelo almacena tres veces más que los océanos y 150 veces más que la atmósfera. Y es que este metal pesado ingresa en las profundidades de la Tierra a través de deposiciones atmosféricas, principalmente como resultado de las emisiones industriales y naturales, y se acumula en la capa superficial del suelo. 

Una vez ahí, el mercurio puede permanecer durante largos períodos, especialmente si está unido a la materia orgánica o atrapado en ecosistemas de permafrost, es decir, aquel terreno que haya permanecido congelado durante al menos dos años. 

Nuevos datos

Recientemente, el equipo de investigación liderado por Xuejun Wang y Maodian Liu compiló uno de los conjuntos de datos más grandes sobre los niveles de mercurio en el suelo jamás reunidos, basándose en casi 19.000 mediciones publicadas anteriormente

Este nuevo grupo de información proporcionó un conocimiento crítico sobre cómo se distribuye el mercurio en diferentes capas de suelo en todo el mundo. Lo hizo usando un algoritmo de aprendizaje automático donde los investigadores pudieron estimar la cantidad total de mercurio almacenado en las primeras 40 pulgadas —aproximadamente un metro— del suelo. 

Así, pudieron determinar que la cantidad total es de alrededor de 4,7 millones de toneladas, un valor significativamente mayor a lo que se había estimado en estudios previos, que calcularon niveles más bajos debido a que se habían centrado en capas de suelo más superficiales. 

Resolvieron que las regiones con mayor concentración de mercurio en el suelo incluyen áreas con alta densidad de vegetación, como los trópicos, donde el mental pesado se acumula en plantas y animales. También identificaron altos niveles en regiones de permafrost y en áreas urbanas con alta densidad de población —como Asia oriental, Europa del norte y América—, donde se podrían ver incrementos de más de 20 ng/g debido al calentamiento global. 

En contraste, las zonas menos vegetadas tenían niveles relativamente bajos. Estas áreas abarcan ciertas partes del Amazonas, África Central o el archipiélago de Malasia, donde se podría experimentar una disminución en sus niveles debido a la pérdida de cobertura vegetal

El calentamiento global

Y con todos los datos y nuevos descubrimientos claros, llega el momento de responder a la pregunta: ¿qué tiene que ver el cambio climático con el mercurio? Resulta que el aumento de las temperaturas globales y el crecimiento de la concentración de dióxido de carbono está promoviendo un incremento de la vegetación en todo el mundo

Este proceso, conocido como "reverdecimiento", se refiere a una ampliación en la densidad y la cobertura de la vegetación terrestre, principalmente en respuesta a niveles más altos de CO₂, que actúa como fertilizante para las plantas. 

De este modo, el aumento acelerado de la vegetación tiene un efecto directo en los niveles de mercurio. Las plantas, al crecer más rápido y en mayor cantidad, lo absorben de la atmósfera a través de sus hojas. Y, a medida que estas mueren y se descomponen, el metal capturado se deposita en el suelo, incrementando su densidad en las capas superficiales. 

Esta dinámica es especialmente pronunciada en áreas tropicales y forestales, donde la biomasa vegetal es densa y los ciclos de vida de las plantas son rápidos. Como resultado, el calentamiento global podría incrementar significativamente los niveles de mercurio, lo que a su vez podría tener un efecto negativo en los ecosistemas y en la salud humana. 

Además, los investigadores predicen que, si las temperaturas globales continúan aumentando, la presencia de este metal pesado también aumentará y, el que esté liberado podría volver a la atmósfera o infiltrarse en cuerpos de agua, donde se convertiría en una amenaza para la vida submarina. 

De este modo, los modelos desarrollados por Wang y Liu, basados en proyecciones climáticas, sugieren que este desarrollo de la vegetación podría superar los esfuerzos internacionales por reducir las emisiones de mercurio. Incluso, si estas se reducen a nivel global mediante la implementación estricta de tratados, como el Convenio de Minamata —donde se exige que los países adopten medidas para controlar y reducir las emisiones industriales de mercurio—.