Hace tan sólo una semana, se detectó un calentamiento inusual en los dos polos de la Tierra y de manera simultánea. Saltaron las alarmas porque este calor “sin precedentes” llegó a marcar temperaturas de hasta 40ºC por encima de lo normal. Ahora, científicos de la Oficina Australiana de Meteorología aseguran que, como consecuencia, se derrumbó un bloque de hielo en la Antártida oriental de las dimensiones de la ciudad de Roma.
Es la primera vez que ocurre algo así en esta parte del Polo Sur. La plataforma de hielo Conger, de unos 1.200 kilómetros cuadrados, se vino abajo el pasado 15 de marzo. Aquella semana, los termómetros llegaron a marcar los -11,8ºC. Fue la gota que colmó el vaso, porque este bloque de hielo llevaba resquebrajándose desde mediados de la década de los 2000, y para el 4 de marzo de este año, parecía haber perdido más de la mitad de su superficie.
Ha habido colapsos de mayor tamaño en la Antártida. No hay más que recordar cuando, a principios de este siglo, se desplomó la plataforma Larsen B, de unos 3.250 kilómetros cuadrados. El nuevo derrumbe en el Polo Sur devuelve la mirada a aquel evento, porque desde entonces no se producía un episodio de tal envergadura.
Sin estas capas, el hielo fluye de manera más rápida hacia el océano, lo que favorece el aumento del nivel del mar. Juegan un papel fundamental en la contención del hielo tierra adentro y, como recoge The Guardian, perder estos bloques puede ser “una señal de lo que podría estar por venir”.
Conger, no fue la única víctima de este inusual calor. También se produjeron desprendimientos menores en el glaciar Totten y en la plataforma de hielo de Glenzer, ambos en el continente antártico. Aunque es cierto que la pérdida controlada de masa entra dentro del comportamiento natural de este tipo de superficies.
Unos episodios de calor "sin precedentes"
En el hemisferio sur, la capa de hielo alrededor de la Antártida se expande gradualmente de marzo a octubre de cada año. Durante este tiempo, el área total de hielo aumenta seis veces hasta llegar a ser más grande que Rusia. Luego, el hielo marino se va reduciendo a un ritmo más rápido, sobre todo alrededor de diciembre, cuando la Antártida experimenta un episodio de luz diurna constante.
La razón, asegura una nueva investigación publicada hoy en Nature Geoscience y dirigida por la Universidad de Washington, es pura física. El hielo marino de la Antártida simplemente sigue las reglas naturales.
Lettie Roach, autora del estudio y científica de la NASA, asegura que "a pesar de las desconcertantes tendencias a más largo plazo y las grandes variaciones de un año a otro en el hielo marino antártico, el ciclo estacional es realmente consistente, mostrando siempre este retroceso rápido en relación con el crecimiento lento".
Al igual que un caluroso día de verano alcanza sus condiciones máximas al final de la tarde, la Antártida alcanza su punto máximo de fusión en pleno verano, acelerando el calentamiento y la pérdida de hielo marino.
Sin embargo, el último episodio de ola de calor en la Antártida ha tenido lugar cuando el continente debería estar enfriándose y, en cambio, gran parte de la Antártida alcanzó temperaturas de más de 20ºC por encima de lo habitual para estas fechas. Por este motivo, los científicos alertan de que podemos ver más plataformas de hielo romperse de esta forma y mucho más grandes. Sobre todo en un contexto de calentamiento global.
Los científicos están más preocupados si cabe por el glaciar Thwaites, también conocido como el glaciar del fin del mundo. Es 100 veces más grande que el Larsen B y contiene tanto agua como para elevar el nivel del mar del mundo en más de medio metro. Las últimas mediciones señalan fracturas y grietas cada vez más grandes, lo que acelera su desaparición.