El modelo de transición energética “tiene los pies de barro”. Son palabras de Antonio Turiel (León, 1970), doctor en Física Teórica experto en recursos energéticos e investigador del CSIC. Desconfía de que el actual modelo ‘verde’ planteado vaya a ser posible y alerta de “una burbuja del ladrillo 2.0” que será difícil de mantener.
El científico lleva algo más de una década advirtiendo de la gran crisis de energía que se avecinaba. Hace un año quedó patente en su comparecencia ante el Senado, con una ponencia sobre cómo alcanzar una transición energética sostenible. "Nos podemos encontrar con una situación bastante complicada que podría llevarnos a un colapso", aseguró a la Cámara.
La escasez de materias primas como el petróleo de calidad, el necesario para producir diésel, está poniendo en jaque a la economía global. Turiel explica que nos dirigimos a una reducción drástica del consumo que “implica una contracción económica fuerte”. Apunta que el camino hacia energías limpias va a ser difícil porque los sistemas de renovables que se discuten “son extensiones de los combustibles fósiles” que ya empiezan a escasear.
Pregunta: La Unión Europea está ahora mismo presumiendo de reducir la dependencia del gas ruso e incluso de prescindir de ella en unos cinco años. ¿Crees que es posible esto? ¿Europa puede sobrevivir sin el gas ruso?
Respuesta: A ver, se puede vivir sin el gas ruso, eso sin duda. Otra cosa es el tipo de vida que vayas a llevar. En 2014, se empezaron a tomar un montón de medidas para reducir nuestra dependencia del gas ruso. Y del 2014 al 2022, la dependencia de la Unión Europea del gas ruso ha pasado a ser del 40% de las importaciones al 45%. O sea, hemos ido a peor. ¿Se puede reducir la dependencia? Sí, si hay una reducción del consumo que, siendo honestos, lo que implica es esencialmente una contracción económica fuerte.
P: Y, entonces, ¿dónde nos deja esto? Porque, por un lado, se está intentando tener un sistema energético menos dependiente y, por otro lado, la UE debe cumplir sus objetivos climáticos para 2030, que son vinculantes, de hecho.
R: La crisis económica es inevitable, teniendo en cuenta lo que está pasando con todas las materias primas y, en particular, con el petróleo. No sólo el problema es el gas. De todas maneras, con el medioambiente, me vas a perdonar, pero ha quedado claro que no hay ningún respeto. Cuando la Unión Europea ha clasificado la energía nuclear y el gas dentro de la taxonomía verde, deja bastante claro que no hay ningún interés por el medioambiente. O, por ejemplo, el año pasado cuando el precio del gas estaba disparado, Alemania estaba importando más carbón de Rusia. Los factores económicos priman.
La realidad es que no tenemos la sustitución energética disponible. Va a tardar bastantes años en venir y creo que el modelo que se plantea ahora simplemente no funciona. Vamos a tener, evidentemente, un montón de dificultades en los próximos años, y la posición que tiene la UE es “vamos a ver si la guerra acaba pronto, vamos a ver si se calman las aguas, vamos a ver si la población se olvida de todas las burradas que se han estado diciendo estos meses y todo vuelve a la normalidad”.
P: ¿Qué se puede esperar, entonces?
R: El problema de fondo es que Rusia ya estaba teniendo problemas para mantener su producción de gas al margen de la guerra, porque lleva estancada casi 20 años, como la de Argelia, por cierto. Europa está teniendo problemas con su suministro de gas porque sus suministradores principales ya han tocado techo. Muchos de los problemas que estamos viendo ahora tienen que ver con el hecho de que las materias primas energéticas no renovables ya están en sus máximos de producción y ya no van a subir más. Ahora están empezando a bajar. El petróleo ya está empezando a bajar, el uranio se está despeñando, el carbón también ha tocado techo. De hecho, la única que aún no ha tocado techo a escala mundial es el gas, pero lo hará pronto.
Habrá que hacer un proceso de descenso y tampoco tenemos alternativas viables a mano para prepararnos. Va a haber muchas dificultades y no veo que esto se pueda evitar. Pero de esto se lleva avisando –literalmente– décadas y que iba a pasar más o menos por estos años. Piensa que el primer aviso se dio en el año 1972, hace exactamente ahora 50 años.
P: Sí, de hecho, The New York Times publicó recientemente un artículo que hablaba precisamente de cómo por aquellos años se estaba alertando de esa dependencia del gas ruso que estaba creando Europa y el peligro que podía conllevar.
R: Sí, lo que pasa es que el gas es de difícil transporte, entonces, por ejemplo, Europa tiene que suministrarse de gas con algún territorio que físicamente esté conectado por vía terrestre o por mar, pero a una distancia relativamente pequeña, como es el caso nuestro con Argelia. No puedes hacer un gasoducto de Estados Unidos a Europa, porque la distancia es demasiado larga, ¿no? Al final es que tenía que ser o Rusia u Oriente Medio, y poco más. Al final es quien te lo pueda suministrar.
P: Antes de entrar en el tema de la escasez de materiales, quería preguntarte sobre cómo puede cambiar ahora la guerra de Ucrania los paradigmas europeos. Cómo se ha ido conformando todo y quiénes pueden ser los grandes beneficiados en esta crisis energética.
R: Creo que nadie sale beneficiado aquí, nadie. La cuestión es quién pierde más y quién pierde menos. Los principales perjudicados obviamente son, por este orden, la Unión Europea y luego Rusia, pero más la Unión Europea, porque no se ha preparado. Fíjate hasta qué punto es cutre que hace unos meses, antes de la guerra, se quejaba de que Rusia no estaba cumpliendo con sus contratos de suministro de gas. Y Rusia les decía “sí que estamos cumpliendo. Vosotros habéis contratado una cierta cantidad de gas fijo, lo que pasa es que el resto del gas lo compráis en el mercado inmediato”. ¿Por qué? Porque el precio de una compra inmediata era más barata. ¿Qué ha pasado? Que la situación ha cambiado y se ha vuelto más caro. ¿Qué es lo que hace la mayoría de los países? Hacer contratos a largo plazo para asegurarse el suministro. ¿Qué hace la UE? Yo cojo una parte a largo plazo y el resto lo compro al contado. Está teniendo una debilidad tremenda por esta manera de hacer las cosas, también motivado porque es pobre en recursos naturales y, para mantener su competitividad, ha intentado que todo le salga lo más barato posible, pero le va a salir caro.
Rusia no es una democracia homologable con las occidentales y esto parece que se nos había olvidado cuando hacíamos negocios con ellos. Saben que no van a tener para siempre las materias primas en las que ahora mismo se basa su economía. Rusia se ha preparado para esto y lo han hecho con mucho más cálculo. Les interesa tener acceso al Mar Negro y sobre todo no tener un país hostil al lado. Aún así, Rusia evidentemente sale muy perjudicada, porque tiene una interdependencia económica con la UE muy fuerte. Aparte, obviamente, por el tema de sanciones.
P: ¿Y qué hay de Estados Unidos?
R: Estados Unidos también sale perjudicado. Importaban diésel, eso sí les está haciendo la puñeta. El petróleo que le queda no les vale para hacer diésel. En el mes de febrero Estados Unidos importó 1,5 millones de barriles de diésel de Rusia, el 22% de todo el consumo de aquel mes. Aunque ellos producen mucho petróleo de fracking, tiene muy mala calidad y no vale para hacer diésel. Con lo cual, se han visto desesperados.
Y ahora se encuentran con que, claro, si no lo traen de Rusia, ¿de dónde narices lo traen? Se han ido a Venezuela y han hablado con Maduro, que hace unos meses era el Anticristo y no se podía hablar con él. Ahora a Guaidó que le den por saco y hablamos con Maduro que necesitamos petróleo de calidad para hacer diésel. Les ha recibido con los brazos abiertos, por supuesto. Pero resulta que, en Venezuela, la producción está cayendo en picado porque también están teniendo problemas con la producción de petróleo. Y entonces dicen, caray, con lo de Venezuela no nos llega, ¿y ahora qué? ¿Sabes dónde han ido a buscarlo? Irán. El nivel de cutrerío es tremendo. En cualquier caso, Estados Unidos tiene dependencia muy fuerte de Rusia en otras cosas, por ejemplo, en el uranio enriquecido –que Rusia produce la tercera parte del mundo y es muy barato–, además de mineral de hierro, titanio, níquel, un poco de acero, un poco de aluminio... Al final Estados Unidos también recibe [materias primas de Rusia], aunque no es comparable a lo que recibe la Unión Europea.
P: Con respecto a lo que estabas comentando del combustible, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha advertido que las naciones deben ahorrar a medida que se avecina la crisis energética mundial. ¿Estamos entonces en un punto crítico respecto a esa escasez de materiales y de energía?
R: Estamos en un punto muy, muy, muy crítico, por un tema que cada vez se empieza a hablar más en voz alta, pero que ahora es un oslodijismo. Hace muchos años que llevo hablando de que el primer combustible que va a empezar a escasear es el diésel, porque necesitas petróleo de bastante calidad para poder producirlo. Se nos viene encima, y en cuestión de unas semanas, una escasez global de diésel. No tiene nada que ver con lo que hemos visto hasta ahora. Evidentemente, ahora tenemos todos los problemas que tenemos en España con los paros de transportistas, porque el precio está muy caro –que lo está–, pero ahora vamos a un escenario diferente. No es un escenario de que esté caro, es que no habrá suficiente.
Por eso, la AIE está empezando a hablar de que va a haber problemas de combustible, porque están viendo que –efectivamente– esto va a pasar. La producción ahora mismo ha caído ya alrededor de un 15%. En otros países, estaban ya teniendo restricciones de acceso al diésel. Ahora mismo, Pakistán no encuentra quien le venda diésel en el mercado internacional. Sudáfrica está diciendo que va a tener que racionar los combustibles porque no encuentra suficiente. Ahora mismo, hace tres semanas que BP y Shell no venden diésel al contado en Alemania. Sólo se cumplen los contratos de largo plazo. Ahora mismo, Arabia Saudita ha colocado una orden de compra de diésel a una escala enorme cuando es un país productor de petróleo, y China dice que el 1 de abril todas las refinerías estatales dejarán de exportar gasolina y diésel al extranjero. ¿Qué crees que va a pasar?
P: Una crisis brutal.
R: Es que lo de ahora es una broma comparado con lo que se nos echa encima ya. Con lo cual, por eso también, ahora la AIE empieza a hacer sonar algunas alarmas de que tenemos que ahorrar combustible. De hecho, el viernes pasado sacaron un decálogo de medidas para ahorrar combustible, con la idea de que esto servía para hacer frente a la falta de petróleo ruso, que es una chorrada, porque los rusos ya se lo han colocado a los indios y a otra gente que se lo compran sin problemas, con descuento y felices de la vida, pero estamos llegando a este punto.
Pero además han pasado dos cosas más relacionadas con Rusia. Una, que las refinerías rusas han empezado a reducir su producción de diésel porque ellos también tienen problemas para mantenerlo. La otra es que Rusia ha anunciado que va a poner un nuevo sistema de venta, de momento, del gas y seguramente lo van a extender a otras cosas, de tal manera que los países que considera hostiles tendrán que comprar en rublos. Esto pone en entredicho todo el sistema mundial de compra en petrodólares. Esto para EEUU es un peligro gravísimo, es un casus belli.
P: Un síntoma de esa escasez de diésel que me comentabas pueden ser los precios que estamos viendo ya.
R: Todavía no ha habido una escasez, esto es lo más chungo del asunto. Lo que hay es carestía. Es decir, el petróleo ya no fluye como antes, está costando cada vez más refinarlo. La gente dice “¿cómo es posible que el diésel valga más si el petróleo no está en los precios del 2008?” Porque cada vez cuesta más producirlo, porque hemos llamado petróleo a todo líquido que salía de las entrañas de la tierra y que se podía quemar, pero hay cosas que son una auténtica mierda y con una calidad muy baja. Por ejemplo, el petróleo del fracking. Es una gasolina mala. De hecho, es tan malo, está tan contaminado que sólo se lo compran en Corea del Norte. O sea, para que te hagas una idea de cómo funciona todo realmente, es una porquería.
P: En este momento, parece que las renovables podrían ser una especie de salida. ¿Lo crees así? ¿Consideras que pueden ser algo así como una vía de escape?
R: Tengo muchas dudas de que sea posible llevar a cabo el actual modelo de transición energética. Lleva décadas y estamos muy lejos de estar preparados para hacer la sustitución. Se necesita mucho desarrollo, que ahora mismo es inexistente. Aunque la tecnología fuera eficaz, que no lo es, necesitaríamos mínimo 30 años para hacer esto. Y no tenemos 30 años, el problema lo tenemos ahora. Esto es lo realista. La única manera de reducir la dependencia energética es llevar a cabo una reducción drástica del consumo. Vamos hacia ello, lo que pasa es que implica un empobrecimiento muy grande de la población.
P: ¿Cuáles son los "pero’s" que le encuentras al actual modelo de transición verde?
R: Con las renovables eléctricas, industriales, que es el modelo del que estamos hablando, veo tres grandes inconvenientes. El más grave y acuciante de todos es que dependen fuertemente de los combustibles fósiles y de materiales que no son abundantes en el planeta. Estas materias se están encareciendo justo cuando cada vez más países están girando hacia la transición. Algunos de estos materiales se acabarían antes de que finalizáramos la transición, al margen de que tienen limitaciones sobre la cantidad que se puede producir cada año, igual que pasa con el petróleo o el carbón. Los que se utilizan para renovables también llegan o llegarán a estos máximos y decaerán. Y, claro, los planes de transición requieren incrementar las producciones. La AIE ha calculado cuánto se tienen que multiplicar las producciones anuales de aquí al 2040 y saca unos números que son simplemente gilipollescos. La producción de litio por 42; la de cobalto por 21; la de tierras raras por siete. Es físicamente imposible.
Otro problema es que dependemos de los combustibles fósiles. A día de hoy, no verás jamás una central hidroeléctrica, un parque eólico o un parque fotovoltaico que en algún momento no intervengan los combustibles fósiles. El cemento de los parques eólicos o de las centrales hidroeléctricas se hace con gas natural. Hay muchos autores que dicen que los sistemas de energía renovable que estamos discutiendo son extensiones de los combustibles fósiles: funcionan mientras existan.
Una muestra de que algo de esto hay es que, por ejemplo, miras en Gamesa, que es una empresa que construye los aerogeneradores y el año pasado cerró con pérdidas, y por culpa de esto ya ha tenido que cerrar una fábrica en España. Miras Vestas, una de las grandes compañías de construcción de aerogeneradores, y ha reducido drásticamente sus beneficios y ha cerrado una fábrica en Galicia. Miras Nordex, que es otra de las grandes compañías de fabricación de los aerogeneradores, y también ha bajado mucho sus beneficios y ha cerrado otra fábrica en Castellón. Y luego tienes LG, un gigante de la electrónica, y ha abandonado el negocio de la construcción de placas fotovoltaicas porque dicen que se pierde dinero, porque todas las materias primas se han encarecido. Todo se vuelve caro y esto ya no es tan buen negocio. Este modelo tiene los pies de barro.
P: Entonces el sistema que dicen es 100% renovable, en su opinión, ¿es una utopía?
R: Mira, no tengas ninguna duda de que vamos a ir a un modelo 100% renovable. Lo que no tengo tan claro es que sea este modelo, porque hay otras maneras de aprovechar energía renovable, pero a menor escala y no siempre produciendo electricidad. Luego, 100% es un porcentaje, no te dice cuál es la cantidad absoluta. Puede ser que el 100% lo produzcas de manera renovable, pero a lo mejor es la centésima parte de lo que estamos consumiendo ahora. No tengo ninguna duda de que vamos a modelos renovables. Ahora, eso no quiere decir que la cosa sea como la gente piensa que es.
P: Antes me hablabas de cómo todos los países nos estamos lanzando ahora a las renovables cuando esto se debería haber implementado hace unos años. ¿Estamos ante una burbuja de renovables en países como el nuestro que después pueda ser difícil de mantener?
R: Yo estoy seguro. Efectivamente, tenemos una burbuja, porque además quienes están apostando por esto son empresas dedicadas a la construcción. Entonces es una especie de burbuja del ladrillo 2.0. Y, además, muchas de estas empresas no tienen un modelo de negocio de explotación. La propia red eléctrica española no se va a reforzar lo suficiente como para que quepan todos los proyectos que se están planteando. Yo creo que aquí es simplemente que hay mucho dinero de los fondos europeos, y es “vamos a construir, construir, construir''. Esto es lo que siempre se ha hecho en este país, ¿no? Ladrillo a ladrillo, y, en este caso, hormigón. Y con poca visión de qué es lo que se quiere hacer. Pero como ahora es la consigna, pues vamos a hacer esto.
P: Además, también con poca visión de cómo reciclar después todo lo que se va a generar.
R: Ese es el tema. Y piensa que, por ejemplo, las placas fotovoltaicas tienen elementos muy tóxicos. Hay que ir con mucho cuidado a la hora de reciclarlas.
P: Entonces, ¿qué alternativas ves a la situación que tenemos ahora y a la que se nos presenta en los próximos años?
R: Bueno, depende. ¿Tú crees en Dios? (Risas) A ver, alternativas, evidentemente, hay muchas. Lo que sucede es que yo creo que hay que aceptar una cosa que no es agradable de oír, y es que nuestro sistema económico, orientado al crecimiento, está llegando a su fin. No podríamos crecer siempre en un planeta que es finito. Es una cuestión de sentido común. A mi hijo pequeño, cuando tenía seis años, se lo expliqué y lo entendió a la primera.
Hay muchos estudios que muestran que se puede tener un nivel de vida muy semejante al actual consumiendo la décima parte de los materiales y energía. Lo que pasa es que hay que implementar soluciones que en parte son técnicas y en parte son sociales, con otros modelos de consumo.
P: ¿Como por ejemplo?
R: Siempre pongo un ejemplo. Uno de los problemas que tenemos en la sociedad actual es la obsolescencia programada: las cosas tienen que durar un tiempo y luego te las tienes que quitar de encima para que la fábrica pueda seguir vendiendo. Con los conocimientos que hay actualmente, los dispositivos electrónicos se podrían construir de manera que fueran virtualmente eternos, que no se estropearan nunca. No se hace, porque hay incentivos, lógicamente, para que se vendan más. Pero imagínate que en vez de comprar una lavadora lo que hicieras es alquilarla. Pagas un tanto al mes mientras la lavadora funciona, pero cuando no lo hace, te pagan una indemnización por cada día.. El fabricante tendría todos los incentivos del mundo para hacer una lavadora de estas duras, férreas, que sea fácil de reparar, de reciclar. De repente, pones un incentivo en la sostenibilidad, en que las cosas no sean de usar y tirar, al contrario de lo que pasa ahora.
¿Qué problema tiene esto que te digo yo? Este modelo de consumo, que ya se ha ensayado en algunos países, te lleva a una economía de estado estacionario y no a una economía creciente. Entra en una contradicción flagrante con el sistema capitalista que se basa en el crecimiento infinito de un planeta finito. Y aquí está el problema. Es cambiar el sistema con el cual nos relacionamos con el planeta y con los recursos, utilizándolos de una manera más racional y más lógica. No queremos plantearnos este cambio porque implicaría abandonar un sistema que está orientado al crecimiento. Siempre digo que la mejor inversión de mi vida fueron mis hijos, porque el primer año crecieron un 10%. Nunca he tenido una inversión con tanto rendimiento, pero mi hija mayor de 15 años ya no crece más, llega a su madurez. Es lo que le pasa a nuestro sistema económico. Está en una adolescencia un poco chunga y ahora lo que necesita simplemente es madurar.
Estamos teniendo problemas con el cambio climático asociado a toda la mierda que echamos en el medio ambiente: los gases que expulsamos a la atmósfera, pero también la contaminación del agua, del aire, de la del suelo. Y es justamente porque estamos tratando el planeta como un vertedero infinito y no lo es. Se niegan a aceptar que hay que cambiar, pero es que hay que hacerlo. Es que la naturaleza nos va a poner en nuestro sitio, tanto si queremos como si no.
Noticias relacionadas
- Vuelve el ‘fantasma’ del carbón a España: llegan toneladas por mar a centrales recién activadas
- El subsuelo de Doñana como almacén de gas: las claves de lo que puede ocurrir en la reserva natural
- La España vaciada se rebela contra los precios de la luz: la apuesta de más de 200 pueblos por el autoconsumo