En España tenemos una magnífica oportunidad de futuro, tiene nombre propio y único: el mar. La Unión Europea lo deja bien claro: mirar al mar es estratégico para el futuro de los Estados miembros.
En realidad, la Commonwealth Blue Charter con sus 53 países adheridos navega en esa dirección. The Sustainable Development Strategy for Seas of East Asia (SDS-SEA) gira en torno a una columna vertebral del comercio marítimo mundial en aquel orbe mundial.
Y la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) lanzó este año su Blue Economy Strategic Plan 2021-1025. Establece una hoja de ruta, planteando nuevas formas de hacer avanzar la economía azul de Estados Unidos y mejorando una economía global oceánica.
Europa, de forma inteligente, sostenible e integradora, define la estrategia de Blue Growth; no cabe otra. Por su naturaleza, es uno de los mejores horizontes que podíamos construir desde España.
La economía azul reconoce la importancia de los mares y los océanos como motores de la economía por su gran potencial para la innovación, el empleo y el crecimiento. Sin embargo, en España parece quedarse, salvo honrosas y singulares excepciones, apartada en el cajón del olvido.
Rodeada por tres mares, siendo la puerta del Atlántico y el Mediterráneo y el puente con África, ocupamos una posición privilegiada en el mundo. Tenemos la posibilidad de que la mar sea, tractora, un activo estratégico de país. Una clara apuesta de crecimiento eficaz a medio y largo plazo.
¿A qué esperamos? Tan sólo tendría que ser una cuestión de Estado, cosa que, por cierto, han entendido perfectamente en nuestros países vecinos, recuperando recientemente los asuntos de la mar y reuniéndolos en dos ministerios pujantes.
Es el momento de la economía azul, una asignatura pendiente de un país que vive de espaldas al mar
En la actualidad, el Ministère de la Mer trabaja en con el plan France Reliance como primer paso para conseguir un siglo XXI marítimo para Francia y su posición en el mundo.
En Portugal acaban de aprobar la Estratégia Nacional para o Mar del período 2021-2030 y al Portugal Blue como proyecto tractor. El corazón del plan pretende conseguir que el 50% del PIB portugués sea generado por actividades marítimas.
Estrategia, objetivos, propuestas y mar. Ellos sí miran decididamente al mar como eje de futuro. Son muchos los países donde la economía azul ha crecido más rápido que la economía nacional en estos diez años.
Durante la crisis financiera, demostró su resistencia, lo que contribuyó a suavizar los efectos de la recesión en las economías que miran al mar.
En España no tenemos Ministerio del Mar y no solo eso, hasta la fecha, en muchos casos la gobernanza de algunas regiones también ha estado -con honrosas excepciones- con la brújula desorientada en esto del Blue Growth.
En nuestro país es el momento de impulsar la economía azul. La situación actual de recuperación tras la pospandemia sería ya de por sí suficiente motivo. Pero en realidad es una asignatura pendiente en nuestra sociedad, que inconscientemente y culturalmente vive de espaldas al mar.
El turismo costero-marítimo en algunos lugares de España llega a ser el 75% del PIB de la región
Poseemos talento, resultados y grandes profesionales en centros centenarios de reconocido prestigio, como el Instituto Español de Oceanografía.
Pero también puertos de interés general pujantes en las diferentes regiones marítimas, empresas tractoras singulares, PYMES de gran valor añadido, así como un sector del conocimiento con brillantes departamentos de investigación y campus universitarios de excelencia.
Las instituciones conservacionistas para la protección de la naturaleza y el medio marino son valiosísimas. En sus proas, el futuro del mundo, y en sus velas, la razón de la protección del hábitat y la vida.
Todos ellas, con profesionales, investigadores y voluntarios de gran valía. En muchos casos reconocidos internacionalmente en sectores que van desde las industrias navales hasta los puertos y el transporte marítimo.
Incluida la pesca y la acuicultura, la armada y el crucial turismo costero-marítimo que genera empleo costero y marítimo vital, que en algunos lugares de España llega a ser el 75% del PIB de la región.
No podemos ser humanidad sin ser océano, debemos preservarlo con esa mirada inteligente e integradora
El periplo azul continúa en nuestro país con la ingeniería naval, navegación, oceanografía, energías renovables marítimas, náutica y naturaleza, ciencia y biotecnología.
Así como una rama de servicios asociados de valor añadido y competitivos relacionados con la tecnología, el buceo, la biología marina o la arqueología, de la que nuestra cultura es potencia mundial en yacimientos arqueológicos submarinos.
Tres retos básicos: resiliencia, competitividad y transición climática-digital. En España su Valor Agregado Bruto (VAB) es superior a los 32.700 millones de euros, el 3% del total nacional y emplea en torno a un total de 945.000 personas. Imagínense si apoyásemos al sector decididamente, si mirásemos al mar.
Si ejecutáramos planes de forma decidida para aumentar la capacidad tractora de la economía azul en el crecimiento, el empleo -para jóvenes- y la competitividad de nuestra economía.
O si aplicáramos acciones directamente para ejecutar un tratamiento específico y unificado por parte de las Administraciones Públicas con medios y financiación a la altura, así como la adopción de una estrategia marítima española eficaz y moderna.
Los mares piden una mirada más azul que los proteja para seguir garantizando nuestra supervivencia como especie
En la década clave para la economía verde, la economía azul ha de tenerla como horizonte obligado, nos va -literalmente- nuestra vida en ello. El pacto verde en Europa realiza un acento sobre la economía azul, siendo prioritario en uno de los ODS.
La próxima revolución de la sostenibilidad será azul. Según el último informe del IPCC, desde 1973 los océanos han absorbido más del 90% del calor de la atmósfera, los mares piden una mirada más azul que los proteja para que puedan seguir garantizando nuestra supervivencia como especie.
La basura es una gran amenaza para la biodiversidad marina de nuestras costas y los ecosistemas saludables. La humanidad impacta sobre el océano, paradójicamente a través de ella se desarrollaron las civilizaciones. Nuestra cultura española, lo que somos, es ejemplo de ese crisol.
No podemos ser humanidad sin ser océano. Preservarlo con esa mirada inteligente e integradora, nos reclama actuar a la altura de nuestra historia, de la impresionante naturaleza que nos circunda.
Cuanta vida, belleza y mar en los vértices de nuestra tierra. Desde Finisterre a Formentor. Desde cabo de Palos a Bolonia. Dos mares y un océano nada más, nada menos.
Según el último informe del IPCC, desde 1973 los océanos han absorbido más del 90% del calor de la atmósfera
Tenemos toda una oportunidad de fomentar el crecimiento sostenible de las economías marítimas, el desarrollo sostenible de los espacios marinos y el aprovechamiento sostenible de los recursos.
Los nuevos tiempos exigen cambiar de mentalidad para tener resultados. "Sin agua no hay vida. Sin azul, no hay verde", exclamaba la mundialmente conocida bióloga marina Sylvia Earle. Volvamos la mirada al mar por el futuro de nuestro país, es una de las mejores cosas que podemos hacer.
*** Javier Noriega Hernández es presidente del Clúster Marítimo de Andalucía.