Ya consideraba Hipócrates, el padre de la medicina, que había que observar a la totalidad del ser humano para entender el origen de la enfermedad. Sin embargo, la medicina alopática o biomedicina está muy basada en lo fisiológico, dejando de lado el componente psicológico y social de la enfermedad. La loca de la casa, en palabras de Santa Teresa de Ávila, ejerce un papel muy importante en nuestra salud, en nuestro bienestar y en nuestras relaciones. Sin la mente no podemos entender la medicina y el estudio de la mente no debe reducirse al ámbito de la psiquiatría.
"Para entender la enfermedad, hay que considerar el discurso del ser humano, sus gestos, sus silencios, sus hábitos de sueño y vigilia, y sus sueños, su naturaleza y tiempo", escribió Hipócrates
Sin embargo, los hallazgos científicos de las últimas décadas han permitido dejar atrás el dualismo mente-cuerpo. A lo largo de la historia, lo espiritual se asociaba a la pureza y la carne a lo terrenal, pero la mente y el cuerpo no son dos realidades excluyentes. Lo físico y lo mental son dos manifestaciones de una misma realidad, como los píxeles en nuestras pantallas son la expresión de los códigos binarios almacenados en nuestro disco duro. El cerebro se comunica con el resto de los órganos a través de las redes de vasos sanguíneos, nervios y cadenas linfáticas, interconectando lo que sucede en todos ellos.
La reciente medicina contempla la influencia de la mente, es decir, de los pensamientos y de los sentimientos, en la salud física y emocional, y tiene como fundamento la toma de conciencia de las emociones y los pensamientos, así como el estudio de cómo estos influyen en nuestra salud física y mental. A la vez, se ha ido avanzando en entender cómo nuestras emociones tienen un sustrato físico en neurotransmisores y hormonas.
Los descubrimientos del impacto que la microbiota, formada por los millones de bacterias que viven en nuestro intestino, tiene en nuestros ritmos de sueño, en nuestros estados de ánimo y en los niveles de ansiedad, abren la puerta a escenarios terapéuticos futuros que hasta hace muy poco hubieran sido considerados psiquiatría-ficción. Por algo la sabiduría popular decía que somos lo que comemos y ahora también nos dice la neurociencia que nuestro intestino es una especie de segundo cerebro.
La reestructuración cognitiva y la gestión de los pensamientos intrusivos [...] pueden ayudar a reducir la ansiedad
La medicina cuerpo-mente nace del campo de la medicina complementaria y, específicamente, de la psiconeuroendocrinoinmunología, ciencia que se basa en el estudio de las interacciones de los procesos de conducta, procesos neuronales, endocrinos e inmunológicos.
No se enfoca tanto en la detección del síntoma y la medicalización de éste para que cese, sino en el aprendizaje por parte del paciente de técnicas o prácticas que se ha demostrado, a través de la ciencia empírica, que son eficaces en la reducción del estrés y la ansiedad, tales como la reestructuración cognitiva y la gestión de los pensamientos intrusivos, las técnicas de respiración y de relajación para activar el sistema nervioso parasimpático, el mindfulness, la alimentación saludable y el ejercicio físico.
The National Center of Complementary and Alternative Medicine la define como “intervenciones que emplean una variedad de técnicas para potenciar la capacidad de la mente para afectar la función corporal y los síntomas” (Slager y Kushner, 2001).
Tiene grandes efectos en la prevención y reducción del riesgo de padecer enfermedades como la presión arterial alta, hipercolesterolemia, enfermedades cardiovasculares, problemas gástricos, dermatológicos, patologías mentales como la depresión o el Alzheimer y en el tratamiento del dolor y de las enfermedades crónicas, al mejorar la calidad de vida de los pacientes.
No debemos olvidar que los factores emocionales juegan un papel determinante en la génesis y evolución de la mayoría de las enfermedades y que, aunque desde la dualidad cartesiana mente-cuerpo nos han enseñado que ‘somos’ nuestra mente, nuestra psique, nuestros pensamientos y ‘tenemos’ un hígado, un intestino y una pierna, es posible que no sea del todo así.
"El estrés aumenta el riesgo de padecer enfermedades del corazón"
La mente puede afectar al desarrollo y evolución de las enfermedades, pues está demostrado que el estrés aumenta el riesgo de padecer enfermedades del corazón y que el optimismo puede ayudar a vencer un cáncer. A la vez, las enfermedades generan un impacto en nuestras emociones, bien por el efecto directo bioquímico de la enfermedad en nuestro sistema neurológico, como es el caso de algunos tumores que aumentan la liberación de la hormona cortisol, o bien por el impacto psicológico de la enfermedad, esto es, las limitaciones que genera en nuestro día a día, en nuestra autonomía, vida social, en el aspecto de nuestro cuerpo, y por los temores e incertidumbres que nos despierta.
La globalización ha acercado esta concepción de la relación mente-cuerpo a la de la medicina oriental, diametralmente opuesta. Hoy en día conviven dos paradigmas excluyentes e irreconciliables y hay evidencias científicas de que ambos son ciertos: uno que propone una estructura corporal basada en células, órganos y sistemas, y otro basado en canales, puntos energéticos y chakras. Donde uno establece dos entidades independientes e interrelacionadas, el otro plantea una unidad indisoluble entre ambas.
Aún queda mucho por avanzar en la investigación hasta que podamos llegar a una concepción del ser humano que permita conciliar ambos paradigmas. En cualquier caso, hay un acuerdo global de que la salud va más allá de la ausencia de enfermedad y que, para hablar de salud tal como propone la Organización Mundial de la Salud (OMS), es necesario mantener un estado de bienestar físico, mental y social. Es por esto que nuestro autocuidado tiene que incluir también todo aquello que nos permita mantener un equilibrio emocional y mental.
*** Blanca Navarro es doctora en Psiquiatría, coordinadora CSMA Granollers y profesora Medicina UIC, y Alejandra Sánchez Yagüe es CEO de Mindtraining y profesora invitada de la UDIMA y de la UB.