Dicen que la del estudiante es la mejor etapa de la vida y, todos aquellos que hemos pasado por esa ella sabemos de buena tinta que no les falta razón. Pese a que el primer año es más complejo, dado que, implica una adaptación a un nuevo entorno organizativo, educativo y social, el ecosistema educativo cada vez pone más herramientas a mano de los estudiantes para que la adaptación sea cuestión de días.
La época universitaria se trata de una de las experiencias vitales que marcan el desarrollo humano por varias razones fundamentales, entre las que destacan la creación de amistades sólidas y la vivencia de experiencias únicas e irrepetibles. También hay un aspecto que es indudable y es lo relativo a la madurez que los jóvenes adquieren si esta etapa la desarrollan en una residencia de estudiantes, puesto que deberán aprender a vivir en comunidad y, en consecuencia, integrar una serie de valores inquebrantables como el respeto al prójimo, tolerancia y una larga serie de etcéteras.
Nosotros, con más de 30 años de experiencia en el sector de las residencias de estudiantes, hemos sido testigos de la evolución de las generaciones y de las particularidades que presentan cada una de ellas en función de su rasgo característico, extrayendo aprendizajes fundamentales. Hemos albergado desde baby boomers hasta millennials, todos ellos con una particularidad diferente en función del contexto histórico que atravesaban. Como decía la reformadora social, Jane Addams -y no podemos estar más de acuerdo-, “todos sabemos que cada generación tiene su propia prueba, el estándar actual por el cual sólo ella puede juzgar adecuadamente sus propios logros morales”.
Una reciente investigación publicada en la prestigiosa revista The Lancet afirma que los adolescentes de hoy en día experimentan la aparición temprana y un periodo más prolongado de problemas emocionales agudos que derivan en tristeza profunda, desesperanza e incluso suicidios. Esto es consecuencia de numerosos cambios interconectados, como los cambios en la vida familiar, los entornos sociales y educativos, el uso de las redes sociales como medio para socializar, las expectativas de la sociedad y la forma en que los jóvenes se perciben a sí mismos. La conclusión es que, la generación actual presenta una salud mental mucho más deteriorada que las anteriores.
Frente a esto, todos aquellos conformamos parte del ecosistema educativo debemos tomar cartas en el asunto ante una crisis que no podemos ignorar. En el caso concreto de nuestras residencias, desde 2019, cuentan con programas de salud mental que ofrecen herramientas de detección precoz gracias al seguimiento de un psicólogo siempre que un residente lo requiera, pero hemos dado un paso más que consideramos necesario para preservar el bienestar de los 11.000 residentes que conviven en nuestras instalaciones.
Según los últimos datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional se calcula que el acoso escolar afecta a unos 2.000.000 de estudiantes, lo que supone cerca del 25% de la población de esta edad y el ciberbullying ha incrementado un 65% desde la pandemia. Estas cifras nos han llevado a blindar el compromiso con nuestra comunidad y acabamos de formalizar el primer protocolo anti-acoso en nuestras 40 residencias universitarias de España no sólo para los estudiantes, también para el propio personal de los centros, así como para los proveedores.
Apoyados en un gabinete externo experto en ley de enjuiciamiento criminal, hemos desarrollado un protocolo conforme a la legalidad que tipifica y establece sanciones en función de cada actuación -insultos, ciberacoso y ya en última instancia conductas físicas-.
Si alguna de estas casuísticas tiene lugar en las instalaciones de Resa, el primer paso es abrir una instancia de manera anónima a través de su canal de denuncias; denuncia, que, después de pasar por un juicio de idoneidad, si se cree conveniente, se traslada al Comité Ético de Resa y se abre un expediente de investigación interna. Para ello, se recoge toda la información posible (por parte del denunciante, denunciado, testigos si los hubiera…) y, dependiendo de la gravedad se implementan medidas cautelares, en caso de ser necesarias. Existen diferentes tipos de medidas cautelares que pueden comenzar por una formación, un proceso de mediación entre ambas partes o, el más duro, el traslado de residencia.
Apostamos en primer lugar por la formación porque estamos firmemente convencidos de que todos los jóvenes, si reciben la correcta educación, pueden tener una segunda oportunidad. De hecho, ante el acoso, la formación es nuestra primera opción. No obstante, en caso de no ver una correcta evolución o ante una falta grave, no nos va a temblar el pulso a la hora de realizar una expulsión inmediata del residente, que, además, no tendrá acceso a ninguno de los activos de Resa.
El principal valor de nuestra compañía es velar por el bienestar de nuestros residentes y, cómo comenzábamos diciendo, el periodo universitario es una de las mejores épocas de nuestras vidas. Por ello, damos un paso más, que consideramos necesario, para garantizar que ningún joven sufra una situación desagradable en este periodo irrepetible que, sin duda, debe ser recordado con una sonrisa en sus memorias.
***Tatiana Aneiros es directora de operaciones de Resa.