Atravesado el meridiano de la creación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los esfuerzos y voluntades desplegados por gobiernos, organizaciones de todo tipo, el mundo empresarial y la sociedad en general, son claramente asimétricos e insuficientes. La cruda y reveladora realidad es que, encontrándonos a medio camino del horizonte marcado por las Naciones Unidas, solo el 15% de los ODS tienen perspectivas de cumplirse para 2030.
Entre las reacciones y planes para reconducir esta clara y preocupante desviación, destaca los destinados al orientado al tejido empresarial como una de las piezas clave para seguir avanzando, y a contra reloj, en la consecución de objetivos. Y es que el papel y la implicación de las organizaciones empresariales ha de ser ineludible, no en vano el impacto de industrias y sectores clave condicionan la evolución y consecución de los objetivos, por su alto impacto ambiental y consumo de recursos.
Tan solo tres ramas de la industria pesada (acero, productos químicos y cemento) aportan el 70% de las emisiones industriales de CO2. La industria alimentaria de origen animal genera el 57% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y la de alimentos origen vegetal (tan solo para consumo humano) genera el 29% de las emisiones contaminantes.
Pero no estamos en la pantalla de la criminalización de ningún sector, país o región. Estamos en la fase de la acción, y con esta intención surge la iniciativa 'Forward Faster' del Pacto Mundial de la ONU.
Esta iniciativa insta a las empresas a acelerar su compromiso con los ODS en aspectos muy concretos capaces de mover el dial de los indicadores clave para el horizonte 2030. Esta iniciativa ya cuenta con la participación de más de 200 entidades, incluyendo 10 empresas españolas. Para ello, se propone que las organizaciones centren sus proyectos en cinco bloques: igualdad de género, acción climática, salario digno, resiliencia del agua y finanzas e inversiones sostenibles.
Estas áreas reflejan algunos de los aspectos y temas que tienen un impacto medioambiental significativo. Por ejemplo, la acción climática se relaciona directamente con sectores como la energía, el transporte y la industria, que son grandes emisores de gases de efecto invernadero. La resiliencia del agua tiene implicaciones para sectores como la agricultura, la manufactura y la energía, que son grandes consumidores de agua. En un país como España, por ejemplo, el riego de cultivos consume el 80% de los recursos hídricos provenientes de ríos, embalses y acuíferos.
Pero la gran pregunta que nos aborda en esta recta final del trayecto que se inició en 2015 en la Cumbre de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas es: ¿Los valores de sostenibilidad y el compromiso con los ODS, se traducen en acciones y proyectos reales en el tejido empresarial?
Existe un delicado equilibrio entre varios factores que forman parte de las reglas del juego que rige la economía en general y las empresas en particular. Que el centro de gravedad de estos factores logre situarse en las coordenadas que encajen con un proceso sostenible de nuestro actual modelo socioeconómico dependerá de un complicado encaje del que no sólo depende la voluntad y el liderazgo empresarial. ¿A qué factores nos estamos refiriendo?
Visión a largo plazo y actuación a corto
Las empresas deben ser capaces de planificar a largo plazo mientras actúan en el corto plazo, garantizando que las decisiones tomadas hoy no comprometan la sostenibilidad futura. Pero, sobre todo, revisando sus criterios de rentabilidad y retorno. Y es que, muchos de los proyectos empresariales ven condicionada su acción, su calendario y, sobre todo, sus proyectos por la ley implacable de la rentabilidad a corto.
Dos claros ejemplos condicionados por estos tempos son las empresas cotizadas o las integradas en private equity. En ambos casos, las políticas y compromisos de desplegar proyectos reales de impacto real relacionados con aspectos medioambientales colisionan con los intereses de las estrategias de decisión de inversión y retorno a la hora de elegir la prioridad de los recursos y proyectos a los que se enfocan.
El empuje social del consumidor
Sin duda, otro de los meollos del nuestro éxito o fracaso como especie. La definición técnica de Economía como ciencia social, se describe como "una ciencia social que tiene como objeto de estudio la forma en la que se administran los recursos limitados para satisfacer necesidades ilimitadas del ser humano. Así, dicha ciencia también estudia el comportamiento de la sociedad, así como las acciones que llevan a cabo los propios individuos".
Pues toca mover ficha como individuos. Nuestra forma de consumir ha de ir virando en la misma medida que el tejido empresarial se compromete y actúa. Los valores sociales tienen tanto impacto como el empresarial, y todos como consumidores podemos hacer cambios con nuestra forma de consumir, vivir y convivir.
La agilidad en regular y desplegar normativas
No podemos obviar que muchos de las regulaciones y normativas que despleguemos en ámbitos como los del consumo, el transporte, la energía o las propias regulaciones del uso de plásticos por poner un ejemplo, son otro eje fundamental de cambio.
Algunos aspectos no dependen de la voluntad de las organizaciones, sino del alineamiento general de toda una cadena de valor. Y este elemento es imposible de movilizarse sin una regulación efectiva y coherente capaz de poner en juego nuevas políticas de consumo de recursos.
Por poner un ejemplo muy transversal en nuestro país y de alto impacto medioambiental, sirva el nuevo escenario normativo de envases y embalajes que dará respuesta al Real Decreto 1055/2022 de Envases y Residuos de Envases, y la Ley 7/ 2022 de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, aprobada en abril de 2022.
Ejemplos como este son la verdadera prueba del algodón. De cómo se despliegue, ejecute y cumpla la norma que afecta a tantas y tantas industrias, podremos tomar el pulso de cómo de implicados, orientados y comprometidos con nuestros valores de sostenibilidad está nuestro tejido empresarial.
***Xavier Parra en autor del libro Humanistic Revolution: manual para líderes en la era de la inteligencia artificial (publicado de forma independiente, 2023).