¿Y si al final educar es más fácil de lo que creemos? La educación es un proceso que a menudo se percibe como complejo y desafiante. Y no seré quien le quite la razón, pero educar puede ser más sencillo de lo que a priori parece.
Una de las claves para una educación exitosa reside en algo tan básico como las buenas maneras. Uno de los aspectos que pasamos por alto en los colegios, y por supuesto en las familias, son las good manners (dicho en inglés suena mucho más pretencioso). Sí, eso que nos inculcaban desde pequeños con miradas de desaprobación por parte de nuestra madre cuando no saludábamos correctamente o en la mesa comíamos como unos monstruos.
Me viene a la cabeza la canción de María Dolores Pradera, “no se estila, no, no, ya sé que no se estila…”. Y quizá por eso, por ser algo que nos llama la atención, algo diferenciador, será la seña de identidad de los alumnos del siglo XXI.
Fácil no es. Repetir, repetir, desesperarse, hasta que poco a poco, como una gota, va calando.
Pero cómo vamos a educar en las buenas maneras, si no las conocemos. Y desde luego, nada tiene que ver con el dinero, ni con quien seas. Es todo mucho más sencillo. Para empezar tres palabras: gracias, por favor y lo siento. No es tanto. Lo que hay que sumar, saludar y despedirse (olvidarse los gruñidos onomatopéyicos en los ascensores) y, por supuesto, comportarse en la mesa.
No parece tan complicado, pero cuál es la razón por la que poca gente salude en el autobús, mire a los ojos mientras compramos o, directamente, no ceda el asiento a una persona mayor. No es de recibo que exijamos a nuestros hijos aspectos que la sociedad del siglo XXI no cuida.
No se trata de volver a otra época, es solo enseñarles unas reglas básicas que les servirán toda su vida. Y está al alcance de todos. Pero, cómo vamos a decirles que saluden cuando nosotros no lo hacemos; o que coman tranquilamente cuando los restaurantes están llenos de parejas mirando sus móviles. Incoherente es lo que es esta sociedad.
Beneficios de las buenas maneras en los colegios
Fomento del respeto. No podemos quejarnos en esta sociedad si no se promueve el respeto en los colegios. Respetar y ser respetado sería la principal norma de convivencia. Debería ser el primer modelo de la formación de valores y actitudes para construir relaciones saludables y tener acceso a un entorno enriquecedor.
Desarrollo de habilidades sociales. Es una asignatura pendiente en los colegios. Salir al mundo significa interactuar, mediar en posibles conflictos, dialogar, cultivar la parte social, en definitiva, reafirmar la importancia de los otros en nuestra vida. Solo recordar que el ser humano es sociable por naturaleza.
Prepararles para la vida adulta. ¿Y si dijéramos que las buenas maneras multiplican por mil la eficacia de una persona? En los colegios debemos educar a nuestros alumnos en adaptarse a cualquier situación, lugar y momento, por exigente que este sea. Esto hará que tengan un fortalecimiento de su propia autoestima.
Está claro que las reglas están para romperlas. Por supuesto, lo que se ha llamado toda la vida tener registros. Pero el problema es que mucha gente, por desconocimiento, no conoce ciertos códigos que hacen mucho más fácil la convivencia. Y aquí los colegios y las familias somos los responsables de educar a las nuevas generaciones para crear un mundo mejor. Con que no sean peor, vamos bien.
Por cierto, la tortilla se parte sin cuchillo.
*** Pilar Moreno es directora del Brains School Conde de Orgaz.