En una era marcada por una creciente desigualdad y vulnerabilidad ante al impacto medioambiental, la sociedad reclama que más empresas pongan lo social en el centro de su modelo de negocio. No solo esperamos que generen riqueza, sino que hoy exigimos más: queremos que su paso por este mundo contribuya de alguna manera a la creación de un futuro más equitativo y sostenible.

Y es que esa labor con acento social, que damos por hecho o atribuimos a los gobiernos e instituciones públicas, resulta no ser siempre la prioridad de su gestión.
De hecho, las diferencias en materias básicas como la educación y la eliminación de leyes que fomentan la inclusión, que hemos visto en algunos países recientemente, es algo que me hace temblar.

A veces me pregunto en qué momento hemos abandonado nuestro lado más humano y algo tan básico que nos representa como civilización se ha convertido en una preocupación minoritaria. Aunque tenemos una Agenda 2030 que pauta el camino a seguir para alcanzar un mundo mejor, aún vemos lejos conseguir el décimo ODS al que me vengo refiriendo en mi reflexión: reducir la desigualdad en y entre los países.

De acuerdo con la ONU, la pandemia provocó el mayor aumento de diferencias entre países en tres décadas. Y a fecha de 2024, nos encontramos en uno de los años más difíciles para las personas que huyen de la pobreza o los refugiados que han visto sus hogares invadidos.

La desigualdad amenaza el desarrollo social y económico a largo plazo. Las oportunidades deberían ser un derecho para todos, no solamente un privilegio.

Una de las formas que la ONU propone para reducir esa desigualdad y en la que hemos querido poner todo nuestro esfuerzo es la inversión en educación y el apoyo a los grupos marginados.

En The Social Hub, el líder europeo en hospitalidad híbrida, cada año recibimos personas de más de 100 nacionalidades de diferentes perfiles como profesionales, estudiantes, huéspedes o locales.

Gracias a nuestro compromiso de distribuir el 1% de nuestra facturación anual a la TSH Talent Foundation, una organización independiente y sin ánimo de lucro, podemos arrancar su primer proyecto: un programa de becas paneuropeo que añadirá a esta comunidad un grupo con poca representación, personas a las que se les han negado derechos universales como la vivienda, la educación o el derecho a vivir.

Hoy podemos hablar con Vlad, quien pudo dejar Ucrania tras cumplir con el servicio obligatorio para reencontrarse con su familia y perseguir su sueño, vivir de la música. Hoy, gracias a nuestro proyecto piloto, se ha convertido en un miembro activo e inspirador de la comunidad de TSH, tocando de nuevo su clarinete que clama por algo sencillo y tangible: su derecho a sobrevivir.

Para sobrevivir, María tuvo que abandonar su país debido a la persecución a la que fue sometida por los talibanes y hoy es voluntaria en un centro cultural, colabora con el gobierno afgano desde nuestro país y estudia en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Como ella, 75 personas recibirán este otoño, en colaboración con universidades españolas y europeas, ayuda gracias a una beca del programa para agentes del cambio de TSH en diferentes áreas que van desde espacio y desarrollo, con alojamiento inclusivo integrado en todos los centros de The Social Hub, pasando por momentos de crecimiento personal por medio de asesoramiento y servicios de soporte físico y mental, hasta oportunidades de conexión y colaboración gracias a la incorporación en una red activa de antiguos alumnos.

A través de historias como estas, hemos dado forma a la creación de nuestra organización sin ánimo de lucro en la que tenemos claro que la misión debe centrarse en empoderarlos, apoyar a estas personas que han sido golpeadas por una historia implacable y que sabemos serán la nueva generación que contribuirán a la construcción de una sociedad menos desigual.

Porque perseguir aquello que soñamos, se ha convertido en un desafío increíblemente grande en un entorno en el que la desigualdad de oportunidades se interpone en el camino de muchos futuros prometedores. Por eso tenemos que apostar por las oportunidades.

Y es que las empresas, que ocupamos un lugar tan grande y relevante en las sociedades, debemos facilitar estas oportunidades. Y, en nuestro caso, transformar esas experiencias de vida difíciles en una motivación imparable que los lleve a volver a creer en una sociedad mejor. Justa y unida.

Proyectos como la Fundación de The Social Hub facilitan esas oportunidades sacando el talento de cada individuo para compartirlo con la comunidad. Comunidades basadas en gustos, aficiones o pasiones. Formadas por estudiantes, locales, profesionales, huéspedes, pero también por refugiados, exiliados, grupos marginados o víctimas de violencia.

En nuestros espacios no solo son bienvenidos, sino que trabajamos con ellos para salvaguardar sus derechos. Los acompañamos en un tramo de camino más amable tras superar grandes desafíos que los han transformado.

En definitiva, y aunque sea un deseo manido, juntos creemos en una sociedad mejor que no se deje a nadie por el camino. Y por ello, las empresas tienen que tomar acción y empezar a poner el foco de lo que hacen en lo que verdaderamente importa, las personas. Porque una oportunidad puede cambiar el destino.

*** Frank Uffen es managing director of Community & Partnerships de The Social Hub.