En plena emergencia climática, con fenómenos extremos cada vez tocando a la puerta más frecuentemente, el sistema alimentario sigue siendo el gran ignorado del debate mediático y político. Lo es de forma sorprendente ya que es responsable del 34% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, con más de la mitad provenientes de la producción de origen animal (19,7% del total). Aun superando a todo el sector del transporte (16,2%), una vez más, la COP29 ha centrado toda su atención en sectores más fáciles de señalar como culpables, demostrando que las instituciones no están preparadas para cuestionar lo que ponemos en nuestras mesas.
Todo esto ocurre mientras, un año más, vamos a batir el récord de temperatura, superando por primera vez el umbral de los 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales. Y así, año tras año, vamos normalizando lo excepcional y relegando a los científicos una voz en off a la que nos hemos acostumbrado.
En este contexto, la producción ganadera actual tiene otras implicaciones que evidencian su obsolescencia, ocupando el 83% de la superficie agrícola mundial, mientras que solo aporta el 18% de las calorías consumidas globalmente. Además de ser la mayor industria responsable de la deforestación, extinción de especies, pérdida de biodiversidad y contaminación de acuíferos. Esta ineficiencia demuestra nuevamente que no podemos afrontar la crisis climática si ignoramos los sistemas alimentarios globales.
¿La buena noticia? Las soluciones ya existen. En los países occidentales, ya contamos con la infraestructura, los recursos y la diversidad alimentaria necesarios para adoptar dietas sostenibles. ¿La mala? Aún estamos lejos de llevarlo a cabo.
Ante momentos excepcionales necesitamos tomar decisiones excepcionales y para ello es importante que la ciudadanía tenga la información necesaria para poder tomar decisiones de consumo y poder acelerar esta transición.
Del mismo modo que las guías nutricionales actuales contienen información sobre el impacto de los alimentos en la salud, resulta incomprensible que no incluyan recomendaciones sobre el impacto climático. La salud y un futuro sostenible deben ser objetivos entrelazados, y para ello, las decisiones alimentarias individuales deben basarse en su huella ecológica.
Hace solo cuatro décadas, el etiquetado nutricional en alimentos no era obligatorio, sin embargo, hoy resulta impensable comprar alimentos sin saber qué contienen. Es hora de aplicar esa misma lógica al impacto ambiental de nuestras decisiones alimentarias. Introducir un etiquetado que informe sobre el impacto climático permitiría a los consumidores tomar decisiones más informadas y poder conectar los alimentos que consumimos con el impacto que realmente tienen.
Frente a la magnitud de estos retos globales es normal sentir que nuestras decisiones individuales no tienen un impacto, que el problema es de otros. Pero los pequeños cambios, siempre son poderosos si los hacemos muchos. Por ejemplo, sustituir una hamburguesa de ternera por una de Heura reduce un 94% las emisiones equivalentes de CO₂, un cambio fácil con un impacto tangible. Lo que es lo mismo, dejar de comer solo una hamburguesa de ternera puede evitar las emisiones equivalentes a un viaje en coche de la Puerta del Sol al aeropuerto de Barajas o un apagón eléctrico de un hogar medio español durante 2,5 días.
Evolucionar los alimentos vegetales nos permite disfrutar de lo que amamos mientras enfrentamos retos sanitarios y ambientales, generando un cambio en el que todos ganamos. Si bien está claro que las grandes instituciones deben asumir su parte de responsabilidad, nuestras decisiones individuales, como una alimentación basada en plantas, nos empoderan para actuar de inmediato y ser parte activa de la solución climática.
No escribo esto para decir que es tarde. Es un llamado a reconocer que nuestras elecciones diarias tienen el poder de cambiar el mundo. Sabiendo que el impacto de lo que comemos va más allá del plato; sino también a nuestro entorno, a los recursos planetarios y al futuro de las próximas generaciones. Hoy es un muy buen momento para empezar a votar con el tenedor.
***Marc Coloma es CEO y cofundador de Heura Foods