El ingeniero español que bajó al punto más profundo del mar: "Sin nuestra industria, no hubiéramos llegado"
Héctor Salvador es una de las primeras personas en sumergirse de lleno en la fosa de las Marianas.
31 diciembre, 2023 01:55Nos encontramos en un momento muy bonito en la historia de la humanidad. Por primera vez, desde 2018 tenemos acceso a cualquier punto de cualquier océano para poder mostrar cómo nuestra vida depende de las masas de agua.
Pero también, como explica Héctor Salvador, el ingeniero español que ha logrado llegar a la fosa de las Marianas, el punto más profundo del océano y del planeta, "cómo nuestra vida puede que se origine en ellos”. Y añade: "El mar se nos resistía. Mientras hace décadas que pisamos la Luna, el punto más profundo del planeta seguía siendo una incógnita para la humanidad”.
Salvador, desde la expedición The 5 Deeps, ha descubierto el punto más profundo del mar, que se encuentra a 10.928 metros, una hazaña para la que el español ha participado en el diseño del batiscafo Tritón 36.000/2 DSV Limiting Factor y viajado en él con el objetivo de hacer ciencia y reconciliarnos con el océano. “Una vez que hemos desarrollado la tecnología que permite bajar a cualquier punto, viene la misión de abrir el océano a más gente y concienciar a la sociedad de su protección”, explica.
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¿Qué han hecho para que esta vez sí haya sido posible bajar al punto más profundo de cada océano?
El Trieste, que fue el primero en bajar a la fosa de las Marianas en 1960, era grande y pesado y había que remolcarlo, haciendo muy difícil su desplazamiento. Ahora hemos mejorado el diseño aligerándolo gracias a las nuevas tecnologías: que sea más compacto y sea reutilizable nos ha permitido dar la vuelta al mundo con él.
El Trieste solo pudo hacer una inmersión en la zona Hadal, nosotros necesitábamos hacer como mínimo 5, una en cada uno de los puntos más profundos del planeta.
¿Puede decirse que un invento español ha sido pionero en llegar al punto más profundo del océano?
Sin la industria española, no hubiéramos llegado al punto más profundo del océano. España ha tenido un papel muy importante en este proyecto, porque un 30% del vehículo se ha construido aquí con proveedores locales que han hecho piezas tan críticas como el mecanizado de titanio del casco resistente a presión.
Esto era precisamente lo que no podía hacer ninguna empresa del mundo y hubo una empresa española, GUTMAR, que asumió el complejo reto y fue capaz de hacerlo. No sabíamos cuál era el punto más profundo del planeta y diseñamos un vehículo capaz de bajar a 14 km, por lo que ahora este batiscafo está certificado para bajar a una profundidad ilimitada.
¿Cómo surge el proyecto de bajar al punto más profundo de cada océano?
En 2015 nos llamó el explorador americano Victor Vescovo, que había escalado el punto más alto de cada continente y había llegado al Polo Norte y el Polo Sur. Lo que se conoce como el gran slam de los exploradores. Quería hacer algo más y nos propuso el reto de bajar a los puntos más profundos de cada uno de los cinco océanos. Un reto que se llevaba comentando en el sector durante años, pero para el que no había capacidad tecnológica.
Estuvimos un año estudiando su viabilidad hasta decir que sí: el objetivo no podía ser solo la marca personal de convertirse en el primer explorador que bajaba a los cinco puntos más profundos del planeta, queríamos hacer ciencia. Diseñamos un vehículo biplaza, con un brazo robótico y tres ojos de buey con el que observar el exterior, que ha permitido grandes descubrimientos científicos.
¿Cuáles han sido los grandes descubrimientos de las profundidades marinas?
Es un proyecto internacional en el que han participado diferentes universidades y centros de investigación. Los primeros descubrimientos han sido geográficos del océano más profundo, porque para poder bajar al punto más profundo de cada fosa era necesario saber dónde estaban.
Se instaló una ecosonda multihaz hecha específicamente para poder medir profundidades extremas y se hicieron mapas de todas las fosas de gran profundidad del planeta. Estos datos se han volcado en la iniciativa GEBCO 2030, con el objetivo de cartografiar el 100% de los océanos en el año 2030. Ahora solo conocemos un 24.9% de nuestros océanos.
Después continuaron muchísimos descubrimientos biológicos, catalogando de cuatro a cinco especies nuevas por inmersión. Entre las que destaca un crustáceo bautizado como Eurythenes plasticus, para destacar que su cuerpo ya estaba contaminado con microplásticos en el momento de su descubrimiento.
Cada fosa es una isla de Darwin, donde los animales que viven allí abajo han evolucionado de forma completamente diferente a los de otra fosa en el momento que quedaron separados por algún movimiento tectónico o desprendimiento de rocas. Descubrir especies nuevas ayuda a reconstruir la historia biológica de estas fosas y, según algunos biólogos, las muestras microbianas de las fosas podrían guardar la clave del origen de la vida en la tierra.
¿Han encontrado basura en los puntos más profundos del mar?
Sí, es muy triste encontrar plástico en los puntos más profundos, remotos e inaccesibles del mar, como son la fosa de las Marianas o la Antártida; pero no es sorprendente, porque en todas las inmersiones que hemos hecho siempre hemos encontrado restos de basura de la actividad humana. Hemos hallado microplásticos en estómagos de especies que nunca sabremos de qué se alimentaban antes de que se contaminaran.
¿Cómo llega la basura hasta el fondo del mar? ¿Es basura de exploraciones anteriores?
No son basuras de anteriores misiones, podrían venir de Madrid mismamente. Tiene que ver con la circulación oceánica: son basuras que vienen del interior de los continentes, arrastradas por los ríos y que se han ido mezclando con las corrientes marinas”.
¿Qué se ve a 10.700 metros de profundidad?
Cuando llegas es muy desolador, es como un paraje lunar, un fondo arenoso que parece bastante anodino, no es la grieta que nos pintan en los medios de comunicación. De hecho, la fosa de las Marianas es muy plana, porque el desnivel es muy suave.
Y después de unos minutos se empiezan a ver formas de vida, marcas en la arena de gusanos que se han estado moviendo por ella, un montón de crustáceos que se acercan a ver quién eres… Son animales que comen poco y solo lo hacen cuando algo que ha caído por la columna de agua y no se lo han comido por el camino. Así que cuando llegas a su hábitat eres su gran novedad. Es un momento muy emocionante cuando descubres que hay tantísima vida diferente y, sobre todo, tan desconocida.
¿Qué formas de vida hay? ¿Hay oxígeno para albergar vida y alimento para esa vida?
El problema no es la falta de oxígeno disuelto en el agua, sino la presión extrema, la temperatura próxima a la congelación y la ausencia absoluta de luz solar, lo que hace que no haya organismos fotosintéticos que puedan servir de base para la biodiversidad en estos puntos profundos.
Este era el gran reto por el que se pensaba que era imposible que hubiera vida allí abajo. Pero se ha descubierto que la obtienen de sustancias químicas que se filtran a través de la corteza terrestre, abriendo la oportunidad a este tipo de vida.
¿Han visto animales pequeñitos? ¿Y muy, muy grandes?
Pasamos de ver crustáceos pequeños a animales que ni siquiera sabíamos catalogarlos, porque nunca habíamos hablado de ellos. Los más grandes están a menos profundidad, depende mucho de la fosa: en Java, por ejemplo, descubrimos varias especies de las que ignorábamos a qué familia pertenecían y que medían como una persona.
¿Cuál ha sido el descubrimiento animal que más le ha impactado?
El primer encuentro con el calamar gigante que conseguimos hacer en 2015. Pudimos estar 22 minutos cara a cara con un calamar gigante en su hábitat natural, a 700 m de profundidad y haciendo contacto ojo con ojo. Al contrario que un robot, una cámara o cualquier otra máquina, este es el mensaje más potente que aporta el submarino tripulado: el contacto entre dos especies inteligentes.
El calamar te mira a los ojos con la misma curiosidad que tú tienes sobre él. Es realmente un encuentro entre dos especies. No es una simple foto con una cámara robótica.
¿Qué han aprendido de las placas tectónicas?
En las fosas del Índico, por ejemplo, pudimos ver la inestabilidad de los taludes que se acaban desprendiendo, generando los tsunamis que asolan esas costas con tanta frecuencia. Pudimos bajar al epicentro del tsunami de 2011 para poder estudiar el porqué hay tanta inestabilidad para producir estos fenómenos catastróficos.
Ya no es solo entenderlo, es verlo y predecirlo estudiando la propagación de las grietas en el lecho marino. Hasta ahora, la profundidad máxima a la que se podía bajar eran 6.000 m.: ahora hemos abierto la puerta para estudiar los secretos más profundos entre los 6.000 y los 10.900 metros.
¿Una vez alcanzado el hito, cuál es el siguiente paso?
Este proyecto ha abierto la puerta: por primera vez en la historia tenemos acceso a cualquier punto de los océanos y así concienciar a la sociedad para realizar nuevos descubrimientos y publicar nuevos estudios. Ya estamos trabajando en submarinos de mayor capacidad, que puedan llevar más tripulación con una esfera completamente transparente que permita la sensación de inmersión total en el entorno.
¿Al ascender, le decepcionó la vida en la tierra?
Al contrario, fue un momento mágico, tras pasar 12 horas seguidas en las profundidades tan monocromáticas, sólo con azul y amarillo. Cuando llegas a la superficie te sorprenden sobre todo los rojos y los verdes. En el momento de abrir la escotilla valoras la fortuna de ver el atardecer: a veces, hasta piensas qué encanto tiene la superficie terrestre, cuántos colores presenta y te das cuenta de la suerte que tenemos, aunque a veces no la valoremos porque ya nos hemos acostumbrado a ella.