La colombiana María 'Mari' Mina posa para EL ESPAÑOL.

La colombiana María 'Mari' Mina posa para EL ESPAÑOL. Javier Carbajal

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María Mina, de huir de la violencia a 'cultivar' una nueva Colombia: "El cacao y la coca pueden convivir"

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María Eufemia 'Mari' Mina es una líder nata. Aunque, dice, "todas las mujeres lo llevamos dentro". Esta colombiana, oriunda de Tumaco, en el departamento de Nariño, no solo es lideresa en 'la perla del Pacífico', sino que reparte sus días entre su trabajo como partera, curandera, cantaora y cacaotera. Y es precisamente esta última profesión la que la trae directa a España para hablar, de mano de Ayuda en Acción, del cacao como "herramienta para construir paz". 

Pero para entender a Mina y la importancia de este fruto tropical en su vida, es esencial explorar esa faceta de liderazgo que ocupa todas las actividades de su día a día. Eso sí, reconoce, "una no necesita ser lideresa para hacer muchas cosas en nuestra comunidad; es cuestión de vocación".

Y asegura que, como tal, su voz cala: "Tengo un voto muy, muy fuerte de confianza en mi territorio con mis mujeres". Esta labor de lideresa la compagina con la de partera. De este modo conecta "con esas jóvenes que son por primera vez madres, que vienen a este mundo a traer vida y a hacer vida también". Porque, recuerda, "a veces traemos vida, pero no tenemos nuestra vida".

Ella combina sus dotes de lideresa y partera para educar a las mujeres. Porque, les dice, una madre "trae vida", pero también "tiene que hacer vida y formarse". Mina es clara: "Si yo no me formo no puedo criar, y si no me educo no puedo tampoco enseñar".

Educar y educarse son dos aspectos esenciales para cualquier lideresa, según ella. "Todas las mujeres tenemos ese liderazgo, pero no todas lo explotamos o nos da miedo hacerlo porque sabemos el territorio donde estamos", indica.

Mina durante la entrevista con ENCLAVE ODS.

Mina durante la entrevista con ENCLAVE ODS. Javier Carbajal

El motivo, dice, radica en que, como líderes de su comunidad, las mujeres tienen "un señalamiento", especialmente en un país como Colombia, marcado por un conflicto que afectó con virulencia a Tumaco, la región de Mina. Aunque precisamente ese contexto histórico —de guerrilla, de cultivos ilegales de coca, de violencia— es el que marca la "resiliencia" de las tumaqueñas.

Lideresas que "sanan"

Ahora tienen "ganas de que la gente sepa que aquí estamos y que tenemos voz". Porque "cuando una grita y saca todo de su corazón es porque ya está cansada, porque ya hay muchas cosas que se está guardando y toca sacarlas para poder sanar".

Esa es, precisamente, una de las labores fundamentales de las lideresas, según Mina: sanar "a otros y a nosotras mismas". Aunque, reconoce, "las lideresas a veces no sanamos". Ese proceso, cuenta, es doloroso pero inevitable. Porque "para sanar a otras, para ser su voz, tenemos que desaprender para aprender y poder ayudar; tenemos que sanarnos espiritualmente, porque eso es lo que ayuda a que nuestra voz sea aceptada".

Mina durante la entrevista.

Mina durante la entrevista. Javier Carbajal

Mina hace, así, una referencia velada a su propio proceso de sanación, que tuvo mucho que ver con "agarrar" a sus nueve hijos y alejarse de la violencia que se vivía en su hogar y que llevaba arrastrando desde su propia infancia.

Una "juntanza" de cacao

A esta cacaotera colombiana el cacao le ayudó a sanar y a encontrar su voz, a convertirse en lideresa. Ahora, ayuda a otras a tomar las riendas de sus propias vidas y a cohesionar el territorio a través de las dos asociaciones que representa, la de Parteras y la de Mujeres Canasteando.

Es con esta última con la que impulsa la tradición del cultivo y producción de cacao de Tumaco. A través de esta asociación y de su labor ha conocido y conectado con mujeres que ahora son sus hermanas, hijas o abuelas aunque "no comparta sangre". Porque, confiesa, "una de las cosas que trae el cacao es la juntanza", la seguridad que proporciona una familia elegida en la que se confía

Mina posa junto al chocolate de la Asociación de Mujeres Canasteando.

Mina posa junto al chocolate de la Asociación de Mujeres Canasteando. Javier Carbajal

El cultivo de este fruto, reconoce Mina, está en pleno boom en Colombia, y las asociaciones que lo impulsan de manera respetuosa con el medioambiente y la vida son cada vez más numerosas. Esta cacaotera, además, asegura que "el cacao ayuda a curar el alma"; algo que reclama como esencial para que "sanar" el territorio.

Por eso, las tumaqueñas han empezado a coger las riendas del futuro de su distrito, marcado por la violencia y la producción de coca, para desplazar los cultivos ilegales. "El cacao no va a reemplazar a la coca, pero pueden convivir", asegura; y recuerda que "la hoja de coca también es curativa si se usa bien". Por eso, dice, es esencial "ayudar al territorio" compartiendo las tierras entre los dos cultivos.