La saga de los Galbraith lleva casi un siglo como asesores de distintos partidos políticos. Su viaje empezó en los años treinta de la mano de Franklin Delano Roosvelt y sigue en la actualidad con Pablo Iglesias. "La familia está obviamente hechizada por líderes jóvenes y atractivos", indicó Galbraith hijo en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL.
John Kenneth Galbraith acababa de cumplir 21 años cuando el mundo a su alrededor se vino abajo. Era octubre de 1929 y el crac de la bolsa de Nueva York iniciaba la mayor crisis global que el mundo ha visto, la Gran Depresión. Estos años marcaron a toda una generación de economistas que encontraron su camino en la teoría del que probablemente haya sido el más carismático de todos: John Maynard Keynes. Los jóvenes de la época querían buscar soluciones al crash que había provocado el mercado, y Keynes les dio una teoría que defender: la de la intervención del Estado para reactivar la economía. “Ken”, como le llamaban sus amigos, fue uno de sus más fervientes defensores.
Galbraith llevó la teoría de Keynes hasta el partido Demócrata, donde empezó su carrera desde muy joven, cuando todavía no había cumplido 30 años. Los anhelos de toda esa generación de economistas se cumplieron en EEUU con la llegada al poder de Franklin Delano Roosevelt y la puesta en marcha del New Deal. Este fue el programa de inversiones públicas con el que el presidente demócrata pretendía estimular la creación de empleo y la demanda interna para reactivar la economía, aunque la Gran Depresión no acabó finalmente hasta la Segunda Guerra Mundial.
Galbraith se mantuvo como asesor demócrata hasta los años noventa, durante la presidencia de Bill Clinton. Pero en la legislatura que más influencia política consiguió fue en la de su amigo íntimo John Fitzgerald Kennedy, en la que se convirtió en el principal asesor económico del presidente. Además, durante los años de JFK al frente de la Casa Blanca, Galbraith fue el embajador de EEUU en la India. Su trabajo allí no se limitó a cuestiones diplomáticas, sino que colaboró con el Gobierno de Rajeera Prasad, que fue el primer presidente del país, desde la transición económica hasta la gestión de la Guerra con China en la frontera de los dos Estados.
En el año 1998, Galbraith publicó la correspondencia que se había intercambiado con su amigo en su libro titulado Cartas a Kennedy. En ellas se reflejaban todos los problemas de la legislatura de JFK, desde la crisis de los misiles hasta sus preocupaciones por Vietnam.
La mayor parte de la carrera profesional de Galbraith estuvo vinculada a la Universidad de Harvard, donde fue profesor durante casi cuatro décadas. Además, es uno de los economistas más leídos de la historia, con más de 7 millones de copias vendidas de sus diferentes libros. Sus estudios y publicaciones caminaron en paralelo a la evolución de las nuevas teorías keynesianas que fueron las dominantes durante todos esos años. Keynes mandaba en las universidades y en los Gobiernos y la popularidad de sus seguidores recorría todo el globo al oeste del Telón de Acero.
De Thatcher a Varoufakis
En la década de los 70 todo cambió. La crisis del petróleo y del sistema de Bretton Woods puso sobre la mesa una situación que Keynes no había descrito: la estanflación, esto es, en los periodos en los que se producen al mismo tiempo estancamiento económico y fuerte inflación. La subida del precio del petróleo provocó un formato de crisis no visto hasta entonces y ante la que los estímulos no tenían efecto.
Se acababan así los años felices del keynesianismo y el mundo empezaba a mirar hacia la escuela austriaca y las teorías liberales que defienden el libre mercado. En 1979 Margaret Thatcher ascendió al poder en Reino Unido y un año y medio después, Ronald Reagan alcanzó la presidencia en EEUU.
Sólo conseguiremos desarrollo económico con instituciones democráticas fuertes e independientes
“Ken” hijo, James Kenneth Galbraith, nació en 1952, durante los años dorados del keynesianismo, sin embargo, durante su madurez fue testigo de la decadencia de la teoría defendida por su padre y asistió al avance del neoliberalismo. “Desde los años Ochenta, con Thatcher y Reagan, he visto el avance de la desigualdad como resultado del proyecto neoliberal”, alertó el miércoles en su presentación como asesor de Podemos y sentado a la izquierda de Pablo Iglesias.
La saga de los Galbraith sigue muy ligada a la política, aunque en esta ocasión con un giro más hacia la izquierda que se aleja de las tesis del actual partido demócrata. Galbraith Jr. ha encontrado su mejor soporte en los nuevos movimientos surgidos en Europa, primero como asesor de Syriza en Grecia, y ahora junto a Podemos en España.
Padre contra hijo
Una de las instituciones que centran las críticas de Galbraith es el Fondo Monetario Internacional. La condicionalidad y la austeridad que obliga a cumplir el FMI a los países que presta dinero es uno de los focos que generan más desequilibrios económicos en el mundo. En un encuentro con EL ESPAÑOL, Galbraith reconocía que los países que mejor lo han hecho en las últimas décadas han sido los sudamericanos, entre los que señala Brasil o Chile. Y no ha sido sólo por el precio alto de las materias primas, defiende, sino porque no estaban anclados a un rescate del FMI y pudieron aumentar la inversión en educación y sanidad públicas para sacar a millones de personas de la pobreza.
Una de las mayores contribuciones de Keynes a la economía mundial, junto con el Banco Mundial, fue el FMI. Los dos se crearon juntos en 1944 durante la ronda de reuniones en Bretton Woods para crear un nuevo sistema monetario global. Galbraith padre, como fiel seguidor del economista británico, también asumió la buena valoración del Fondo, una de las instituciones más criticadas hoy por Galbraith hijo.
Sin embargo, el FMI del siglo XXI no se parece en nada al que diseñó Keynes. Desde la caída del patrón dólar-oro en 1971, el papel del Fondo se ha basado en ser un prestamista para países en dificultades económicas a los que obliga a aplicar una austeridad draconiana para equilibrar las cuentas públicas y el déficit exterior.
Galbraith padre fue uno de los mayores defensores del movimiento sindical en EEUU. En sus publicaciones argumenta que el desarrollo de las grandes empresas se come una parte del tejido de pequeñas y medianas empresas, lo que acaba con la competencia y la efectividad de los mercados. Para luchar contra el poder de las corporaciones, “Ken” hace un llamamiento al desarrollo de grandes sindicatos que defiendan los intereses de la clase trabajadora.
El discurso de Galbraith hijo no se centra en la importancia de los sindicatos como contrapeso al poder empresarial, sino del Estado fuerte e independiente que garantice los derechos y los seguros sociales (desempleo, jubilación, sanidad, educación…). “Las cosas tienen que cambiarse”, explica, “sólo conseguiremos desarrollo económico con instituciones democráticas fuertes”.