Villars-sur-Ollon
Corinna zu Sayn-Wittgenstein (CSW) evitó el paseíllo de Palma de Mallorca en 2013 y el próximo enero tampoco se sentará en el banquillo del juez Castro. Pero se enfrenta a una demanda penal por estafa que podría obligarle a comparecer ante un tribunal federal en Suiza.
L.M., el comprador del dúplex de Villars-sur-Ollon que la consultora germano-danesa compartió con don Juan Carlos entre 2009 y 2013, exige a CSW que le devuelva 120.000 francos suizos (casi la misma equivalencia en euros). Esa es la cantidad que este jurista francés pagó por unos objetos decorativos que apenas valen 20.000 francos, según el análisis profesional llevado a cabo por la prestigiosa casa de subastas suiza Galartis.
En el lote en disputa hay también varias decenas de botellas de vino pertenecientes a la bodega privada del entonces rey de España y la consultora germano-danesa. Ella le insistió por correo electrónico en que el mantenimiento de la bodega le había costado “una fortuna”. El encargado confirmó a L.M., también por escrito, que se habían ocupado de los vinos “sin coste alguno”.
El demandante acusa a CSW de haberlo estafado “de manera audaz” utilizando su asociación personal con el ahora rey emérito, con el que formó pareja sentimental entre 2004 y 2014. De esa manera “torticera”, CSW consiguió hacer una “desvergonzada sobrevaluación” de la veintena de objetos decorativos y de las casi 70 botellas de vino traídas “en aviones privados” desde Madrid y Londres, según escribe ella con la intención de darle más valor a las botellas del que tendrían si hubieran llegado a Villars en vuelo comercial.
El demandante sospecha que los cachivaches son en su mayoría regalos oficiales recibidos por don Juan Carlos en su condición de jefe de Estado de España. Sí pudo comprobar que también hay objetos comprados directamente en la tienda de decoración del pueblo, que pertenece a un conocido suyo, Alain Graf. Así pudo obtener las facturas de cuatro contenedores de vino que CSW describió como “antigüedades” en el acta de venta: en realidad le costaron 280 euros cada uno y son completamente nuevos.
Según L.M., “la foto del rey Juan Carlos, bien colocada sobre una mesa próxima a dos litografías, tenía por objeto hacer creíble la afirmación de que esas dos obras pertenecían a la Colección Real, como se afirma explícitamente en el documento de venta”. En la fotografía a la que hace referencia el demandante se ve al entonces rey de España posando en África después de haber cazado dos grandes piezas que resposan a sus pies. L.M. considera clave el elemento subliminal de la imagen del rey emérito estratégicamente colocada entre esas dos litografías.
El regalo de un rey a una favorita
Las dos litografías expuestas detrás de la mencionada imagen cinegética del entonces rey de España, de firma ilegible, se denominan Carmi y apenas valen entre 170 y 250 euros. “Se trata de una maniobra fraudulenta y llena de astucia que permite la victoria del engaño, de la estafa”, concluye L.M. Asimismo, este jurisconsulto de 82 años y aquejado de cáncer de pulmón, subraya en su demanda que las ilustraciones que CSW describió como parte de la Colección Real no son más que “un simple regalo hecho por un rey a una favorita”.
Efectivamente, no existe en España la expresión Colección Real atribuible a propiedades de la familia real. En todo caso, CSW tenía que haber dicho en su acta de venta que estas litografías sin valor “pertenecían a Patrimonio Nacional”.
Pero, según el artículo sexto de la Ley 237-1982 de 16 de junio, reguladora de Patrimonio Nacional, “los bienes y derechos integrados en el Patrimonio Nacional serán inalienables, imprescriptibles e inembargables, gozarán del mismo régimen de exenciones tributarias que los bienes de dominio público del Estado, y deberán ser inscritos en el Registro de la Propiedad como de titularidad estatal”.
L.M. llegó a una rápida conclusión tras consultar con un despacho de abogados en el País Vasco: CSW inventó el origen real de las litografías de autor desconocido para hacerlas más atractivas a ojos del comprador, deslumbrado por tanta realeza y tanta nobleza. Porque CSW también utilizó un libro de fotografías de una pariente de su segundo marido, el príncipe Casimir zu Sayn-Wittgenstein, para hacer creer a L.M. que en el dúplex había también objetos pertenecientes a una inexistente Colección zu Sayn-Wittgenstein.
CSW y su madre, compradoras
Todo empezó en septiembre de 2013, cuando CSW sacó a la venta el dúplex de Villars al comenzar el fin de su relación con don Juan Carlos, que entonces volvía de nuevo a quirófano en Madrid. El inmueble alpino de Suiza constituyó, junto a la casita habilitada en el monte del Pardo muy cerca del palacio de La Zarzuela, lo más parecido a un hogar para la pareja y para el hijo pequeño de ella, Alexander.
Lo adquirieron ante notario en Villars-sur-Ollon CSW y su madre, la señora Larsen, el 18 de febrero de 2009, exactamente el día en que Alexander cumplió siete años. CSW pagó por la planta de arriba y la señora Larsen por la de abajo. Unos meses después, el chico se escolarizó en el internado L'Aiglon, a pie de montaña y no muy lejos de Le Rosey, donde estuvo Don Juan Carlos de niño.
Casi cuatro años después, L.M. desembolsó con gusto 5 millones de francos suizos por la hermosa vivienda de 275 metros (300 contando las cinco terrazas) en la que EL ESPAÑOL pernoctó hace unas semanas. El dúplex está enclavado en un hotel de lujo llamado RoyAlp y es frecuentado por multimillonarios árabes y rusos mayoritariamente.
Tiene acceso privado desde el hall del hotel en cuyo recinto está construido, por lo que los habitantes del dúplex pueden disfrutar de los servicios de este resort alpino situado a 1.500 metros de altura, entre el Lago Léman y el Mont Blanc, no muy lejos de Gstaad: spa privado dentro del catalogado como mejor balneario del mundo (World Luxury Reward); piscina infinity con chimenea; gimnasio y la cocina de uno de los mejores chefs de Francia, Alain Montigny. L.M. lo alquila a miembros de la familia real de Qatar por 7.000 euros al día.
Las fotografías personales
No hubo problema con ese precio global de 5 millones que L.M. aceptó pagar por el dúplex y que incluía todo el mobiliario. Lo que él califica como fruto del engaño son los 120.000 francos suizos adicionales que pagó más tarde por esa veintena de objetos decorativos que él creyó de “gran valor” porque pertenecían a una “princesa” que mantenía una relación con el rey de España bien conocida por todos en Villars.
Para cerrar ese acuerdo de compra de los objetos, L.M. tuvo un único encuentro con CSW de apenas media hora. En tan poco tiempo, lo que más le impresionó fueron las fotografías personales de don Juan Carlos, de CSW y de Alexander, que le transmitieron la imagen de una “bienavenida familia real”. Insiste sobre todo en la imagen de la mesa del comedor en la que se ve al entonces rey de España cazando en África, así como la que don Juan Carlos le dedicó a Alexander con enorme cariño y que estaba expuesta en la librería.
Después de ese encuentro, L.M. ya no pudo entrar en el dúplex hasta casi 5 meses después de firmar el documento de compra porque CSW no se lo permitió. La ley suiza exige que pasen 5 años desde que un extranjero compra una casa hasta que la vende. Así, la operación comenzó en octubre de 2013 pero no concluyó hasta el 18 de febrero de 2014. Sólo cuando hubo transferido el último franco a la cuenta suiza de CSW le entregaron las llaves.
Tribunal europeo de Derechos Humanos
Cuando finalmente pudo entrar en el dúplex, L.M. sospechó que la mayoría de los objetos -las mencionadas litografías, grabados, jarrones romanos, contenedores antiguos de vino y cuadros- apenas sobrepasaban individualmente los 300 euros. Contrató a abogados en España, a un laboratorio en Bruselas experto en termoluminiscencia y a la casa de subastas Galartis para comprobar sus sospechas. A pesar de los hechos “irrefutables”, L.M. quiso solucionar la cuestión de forma “amigable”.
Ante la negativa de CSW, acudió por la vía penal a los tribunales cantonales, donde ha sufrido un primer revés que le ha hecho trasladar el caso a nivel federal. “Esta será mi última batalla, pero la voy a ganar”, afirma el demandante, que libra una particular lucha contra el tiempo porque el cáncer se le ha extendido a la columna vertebral.
De no prosperar a nivel federal y penal, iniciará la vía civil y acudirá incluso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos aduciendo la violación del artículo 6 de la Convención Europea. Para él, se trata de una cuestión “de honor”. Lo hace, además, “para evitar que haya más víctimas de una actuación como la que ha tenido conmigo esta mujer y que seguramente también tuvo con el rey de España”.