“Vamos a ver qué nos proponen los españoles”. Jean-Yves Le Drian, ministro de Defensa francés, aspira a alcanzar acuerdos firmes cuando se reúna con Pedro Morenés, en una fecha todavía por determinar. Le Drian habla de guerra contra el Estado Islámico y apela al sentimiento europeísta de los países miembro para recabar apoyos en este combate: “Es la Europa de la Defensa en marcha”, señaló el ministro galo en una entrevista emitida en Radio Europe 1. Y, en esta Europa de la Defensa, España juega un papel protagonista.
Según una información publicada por el diario El País, el Gobierno de Mariano Rajoy se plantearía la posibilidad de reforzar su presencia en Mali y República Centroafricana. De este modo, Francia podría centrar sus esfuerzos en su lucha contra el Estado Islámico en Siria. El Ejecutivo español negó este extremo a través de un comunicado: “Ni Francia ni la coalición internacional contra Daesh han requerido a nuestro país incremento alguno de nuestra contribución”.
La presencia de las Fuerzas Armadas en estos escenarios ya es una realidad. En República Centroafricana está desplegado un contingente de 22 efectivos que forma parte de la operación EUMAN RCA de la Unión Europea: el objetivo de los soldados españoles es el de asesorar al Gobierno centroafricano en materia de Defensa y mantener la seguridad de la misión. Sobre el terreno operan dos milicias: los seleka, de corte musulmán, y los anti-balaka, cristianos. Recientemente, los militares españoles se vieron envueltos en un tiroteo con milicias locales.
El destacamento que las Fuerzas Armadas tienen desplegado en Mali es más numeroso que el de República Centroafricana. En total, 110 efectivos están destinados en el país. Al sur del mismo se encuentra Bamako, la capital. Allí impera el orden militar y se dejan sentir las estructuras de Gobierno. En el norte, región desértica, no hay otra ley que la impuesta por los tuareg y otras tribus. Además, en esta zona conocida como Azawad, los yihadistas campan a sus anchas.
Un nido de organizaciones yihadistas
Al contrario de lo que ocurre en otras regiones, las organizaciones que han jurado fidelidad al Estado Islámico y las que lo han hecho a Al Qaeda llegan a unir esfuerzos en la lucha por sus objetivos. Mojtar Belmojtar es el líder de Al Morabitún. Muchos recuerdan su figura, con el ojo maltrecho tras recibir el impacto de un obús en Afganistán, por ser el cerebro de varios atentados y coordinar el secuestro de occidentales en la región. De él se dice que ha jurado lealtad al Daesh, aunque parece que poco le importa seguir a unos u otros siempre y cuando pueda imponer su orden en el territorio que controla. Este grupo reivindicó el atentado perpetrado, la semana pasada, contra un hotel de Bamako, en el que murieron 21 personas.
En la zona operan también Al Qaeda para el Magreb Islámico y Ansar ad Din. Estas dos organizaciones son, posiblemente, las más poderosas dentro del complejo entramado terrorista que opera en el área. Se dice que unos veinte grupos radicales pelean por la supremacía, en una batalla que desangra al norte del país.
Inestabilidad política
A esta situación hay que sumarle, además, las aspiraciones independentistas que se defienden desde hace décadas a fuego y acero en el norte del país. En 2012, el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA) proclamó la independencia de la región. Este movimiento ha coqueteado y se ha enfrentado en numerosas ocasiones con grupos yihadistas. La batalla se libra día a día y los pactos y las guerras se sostienen en los azares caprichosos de sus líderes.
No es de extrañar que estos conflictos desestabilicen al Gobierno maliense. Tanto, como para llevárselo por delante. En marzo de 2012, el militar Amadou Haya Sanogo lideró un golpe de Estado que terminó por derrocar al primer ministro Cheick Modibo Diarra, al que acusaban de falta de firmeza en la lucha contra el enemigo sublevado al norte del país.
En enero de 2013, una coalición liderada por Francia -que colonizó Mali hasta 1959- y de la que formaban parte varios países africanos, lanzó la Operación Serval para tratar de estabilizar la región. España, junto a otros Estados europeos, ofreció su apoyo a la coalición militar. En julio de 2014 se dio por concluida esta misión para arrancar una nueva bajo el nombre de Operación Barkhane, centrada en la lucha contra el terrorismo.
El papel de España
Alrededor de 3.000 efectivos franceses están desplegados actualmente en Mali. Siguiendo la hipótesis de que España releve a los galos en esta operación, esto no significaría que las Fuerzas Armadas tuvieran que enviar a un contingente tan numeroso como el que ahora hay en la región. En primer lugar, habría que negociar con los demás países que intervienen en la misión -Malí, Burkina Faso, Níger y Mauritania- si están dispuestos a reforzar su presencia para suplir la ausencia de Francia. Además, habría que replantear los términos de la operación y contemplar la posibilidad de que otros países de la Unión Europea se ofrezcan a enviar efectivos a estas zonas africanas.
Sin embargo, los focos están puestos sobre el movimiento que dará España, el país europeo más próximo geográficamente a la región y contra el que los terroristas han vertido numerosas amenazas. Es por eso que las Fuerzas Armadas mantienen varias misiones en África y Oriente Medio. En cualquier caso, el fantasma de la pasada intervención en Irak está demasiado presente para el Gobierno de Mariano Rajoy, que, a pocas semanas de las elecciones, buscaría un pacto con otros partidos antes de anunciar cualquier intervención.