Después de la serie de retratos dedicados al cañismo tabernario en Twitter, Mariano Rajoy se ha pasado a comentarista de Champions. El presidente del Gobierno ha cumplido el sueño del español medio: hablar de fútbol sin tener ni idea. Aunque a veces se le olvide que lo que verdaderamente le gusta al personal es debatir. La precampaña del 20-D parece diseñada por Jorge Javier Vázquez y Belén Esteban. En cualquier momento, aparece algún político en Gran Hermano y Albert Rivera en plan tronista de Mujeres Hombres y Viceversa eligiendo con quien se acuesta tras las elecciones.
La aparición de Rajoy en Tiempo de Juego de la Cadena Cope nos ha regalado la espontaneidad de su hijo, que se comió una colleja por sus apreciaciones sobre Manolo Lama. Los niños y los borrachos nunca mienten. Casi sin tiempo para digerir la emoción, Pedro Sánchez se sentaba en el sofá de Bertín Osborne. Y todavía queda campaña. El perfil de Rajoy en Twitter, tradicionalmente solemne, se ha llenado de selfies, vídeos con pasajeros anónimos del tren, emojis y lo que haga falta.
A Rivera también le van las emociones fuertes. Lo mismo se estampa en el coche de Jesús Calleja que pasa un fin de semana con María Teresa Campos. Planeta Calleja, en Cuatro, es un filón. El viaje en globo de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que se emite este domingo, terminó en aterrizaje forzoso. No tanto como el de Rivera y sus vueltas de campana. Lo de Sáenz de Santamaría fue un susto controlado.
Mención aparte merece El Hormiguero de Antena 3, que han visitado los candidatos de los principales partidos, salvo Rajoy. De hecho, Sáenz de Santamaría fue en representación del PP, como al debate a cuatro del 7 de diciembre. El que más éxito tuvo en el programa de Pablo Motos fue Pablo Iglesias.
Los políticos se han tomado en serio lo de estar más cerca de la gente. Y no se han vuelto locos. Bill Clinton fue pionero de este estilo de hacer campaña con su inolvidable solo al saxofón en el programa de Arsenio Hall en 1992. Los expertos en comunicación política defienden este tipo de apariciones, porque permiten a los candidatos acceder a un público diferente al de los formatos de información política, además de transmitir una imagen de espontaneidad y cercanía.
Daniel Ureña, socio director de Mas Consulting, asegura que hay que acostumbrarse a esta forma de comunicar. Y que España se ha subido relativamente tarde a esta ola en comparación con el resto de Europa. Para Ureña, experto en comunicación política, estos programas ayudan a los candidatos a abandonar la nota de prensa y romper un poco la imagen institucional. Pero, en su opinión, también arriesgan.
"Efectivamente el objetivo es humanizar a los políticos, mostrando facetas más cercanas con el objetivo de conectar con el público", explica. "Como todo, puede tener su riesgos si el formato es demasiado arriesgado o la personalidad del político en cuestión no se siente cómodo".