Jordi Pérez Colomé Patricia López

El DAFO mide las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades de un producto o una empresa. También puede servir para personas. La precampaña es un buen momento para saber en qué flaquean y van sobrados los candidatos. Este es el croquis de Albert Rivera, candidato de Ciudadanos a presidente del Gobierno.

Debilidades

La estructura del partido. El partido de Rivera nació en 2006, pero su expansión nacional tiene apenas dos años. La velocidad en la construcción hace que haya poca cantera y los cuadros sean desiguales. El mensaje depende en exceso del líder y de algunos fichajes nuevos de independientes ilustres.

Los arribistas. En un partido con un crecimiento repentino como el de Ciudadanos, hay el peligro de convertirse en una empresa de ocupación. La presencia perenne de Rivera en los medios -solo medio eclipasada por Inés Arrimadas en la campaña catalana- hace que el riesgo se vea menos. Pero es una debilidad.

El error de Libertas. En las elecciones europeas de 2009, Rivera tocó fondo. El acuerdo de Ciudadanos con el partido xenófobo Libertas acabó en desastre y pocos votos. Rivera reconoció su error y puso el cargo a disposición del partido. Su juicio político quedó en duda.

Sin experiencia de gestión. El cargo público más destacado de Albert Rivera ha sido líder del partido más pequeño del Parlamento de una comunidad autónoma, Cataluña. Un salto directo a la Moncloa sería mucho más que una pirueta. Rivera dice que esa inexperiencia, visto lo visto en la España actual, es buena. Lluís Orriols, profesor de la Universidad Carlos III, cree que puede tener razón: “La gestión es desgaste, más en años de recesión”.

Amenazas

El voto conservador. Rivera es nuevo. Hay una parte del electorado sin embargo que puede preferir malo conocido. Las investigaciones académicas no tienen datos definitivos en España sobre una tendencia así entre votantes. Pero, según Orriols, “el voto al PP se correlaciona con la edad y la identidad partidista: años de votos al mismo partido”. Ese rasgo puede ser también por reacios al cambio. Las mujeres tienden también a votar menos a los partidos nuevos: “Puede ser también por aversión al riesgo”, dice Orriols.

Partido reciente. La falta de conocimiento y pasado de Ciudadanos pueden perjudicarle. Sus simpatizantes pueden dudar de su capacidad de negociación postelectoral, de su voluntad de imponer una lista de condiciones fuertes. Los casos de Andalucía y Madrid son ejemplos distintos respecto a unas elecciones al Congreso. “El dilema entre ir con PSOE o con PP no es nada obvio; sus votantes tienen expectativas distintas según las encuestas”, dice Jorge Galindo, profesor de la Universidad de Ginebra.

Volatibilidad. En la cúpula de Ciudadanos suelen decir con optimismo que no tienen techo electoral en las encuestas. Pero también admiten que si algún día empiezan a caer, su suelo está también por descubrir tras el ascenso de 2014. Es una amenaza, pero parece que llegarán a la meta de las elecciones sin saber su suelo.

Mesianismo. Dentro del partido, Rivera es equiparado a Leo Messi. Si la estrella se lesiona, se cansa o falla, el equipo lo nota. La dependencia es evidente hoy. Pueden surgir recambios para el futuro, pero la dependencia del líder y la confianza en él son extraordinarias. Si hubiera por ejemplo un debate de números 2, no está claro a quién mandaría Ciudadanos.

Fortalezas

Oratoria. Rivera ganó con su equipo la liga de debate universitario. Su paso por tertulias de cadenas mayores y menores le ha curtido. Tiene capacidad de hablar en público, de explicar argumentos complejos y de defenderse en preguntas retorcidas. En la política española no es una cualidad común.

Cataluña. Ciudadanos es el partido líder de la oposición en Cataluña en el momento más convulso de la historia de la democracia. “Si el escenario de la campaña va hacia Cataluña les beneficia. Es propiedad de Ciudadanos”, dice Lluís Orriols. Si en cambio hubiera un nuevo atentado y el foco de la campaña se volviera hacia el terrorismo y la política internacional, se notaría la falta de empaque. Rivera no tiene fotos con Obama o Xi Jinping.

Centro. El centro es un espacio preciado en política. Si en España hay algún partido que lo tiene cerca, es Ciudadanos. Por ahora la equidistancia no les ha perjudicado. Es el partido que más españoles vinculan con el centro. Sus etiquetas favoritas son liberal, progresista y socialdemócrata, que no estaban tomadas. No es mal lugar para presentarse a unas elecciones.

Regeneración. Ciudadanos, como Podemos, es un partido reciente y propone cambiar el modo en que se ha hecho política en España: ley electoral, ley de partidos, menos corrupción, menos plasma. La incorporación de voces independientes a sus propuestas económicas también les da un toque tecnócrata. “Tanto si estás de acuerdo como si no, traen propuestas económicas bien trabajadas”, dice Jorge Galindo.

Oportunidades

Mensaje positivo. Rivera y la cúpula del partido insisten: no entraremos en el “y tú más”. La gente, dicen, quiere soluciones no peleas de políticos. Su oferta es que la discrepancia ideológica es natural y necesaria, pero lo es más la necesidad de llegar a acuerdos.

Momento álgido. El gran año de Podemos fue 2014. Sacaron 5 eurodiputados y llegaron a 2015 con posibilidades reales de ganar las elecciones, según las encuestas. Pero en pocos meses, esa opción se esfumó. Ciudadanos se mantuvo en un disimulado segundo plano, sin llamar la atención del todo. Mientras tanto, crecía despacio. La caída de Podemos y las elecciones catalanas le han puesto ahora en un lugar ideal. No es un movimiento calculado, pero les ha venido bien.

Sin mochila. Rivera y Ciudadanos nunca han tenido un poder ejecutivo importante. Es dificil por tanto juzgar sus decisiones por unos cuantos votos en Parlamentos. Esa falta de equipaje les permite escoger el mejor camino en cada decisión, sin depender de qué hicieron hace unos años.

Unión. Las propuestas de Ciudadanos siempre tienen por algún lado un pacto. Aspiran, según Rivera, a que la España de rojos y azules se diluya. Es un mensaje distinto al que proponían en Cataluña -más guerreros-, pero en el resto de España no se detecta la disonancia.

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