Carles Viver "no era en absoluto independentista" cuando en julio de 1992 fue nombrado magistrado del Tribunal Constitucional a propuesta del Congreso de los Diputados, coinciden en afirmar todos los ex miembros del TC consultados por EL ESPAÑOL que compartieron muchas horas de deliberaciones y redacción de sentencias con el que hoy es considerado el principal urdidor jurídico de la hoja de ruta hacia la separación de Cataluña.
El mismo diagnóstico sobre el distanciamiento de Viver de posiciones soberanistas lo comparte un ex político de Convergencia y Unión que negoció con el entonces Gobierno socialista la entrada de un catalanista en el TC. "Lo propusimos porque era un catedrático de prestigio, fundador de la Universidad Pompeu Fabra, decano de la Facultad de Derecho y en la órbita del catalanismo", recuerda el negociador de CiU. "Nada permitía pronosticar que iba a evolucionar como lo ha hecho", añade. "Para muchos de nosotros ha sido una transformación incomprensible".
El acuerdo para el nombramiento como juez del TC de Carles Viver, que entonces tenía sólo 43 años, fue pactado por Miquel Roca, portavoz del Grupo Catalán en el Congreso, con el ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero.
Pero la renovación del Constitucional se demoró durante cinco meses (debió haberse realizado en febrero de 1992) porque el Grupo Popular puso pegas precisamente al 'cupo' reservado por los socialistas para un nacionalista catalán. No obstante, los votos del PP no eran necesarios y la candidatura de Viver salió adelante con el apoyo de los grupos socialista, catalán, de IU y del CDS. Los nacionalistas vascos se ausentaron.
La visita de Pujol al TC
En aquella época ya se producían insistentes quejas de la Generalitat por la "escasa sensibilidad autonómica" del Constitucional. Poco después de la llegada de Viver al tribunal, Jordi Pujol pidió reunirse con el nuevo presidente del TC, Miguel Rodríguez-Piñero, al que dijo que, en justa correspondencia a la actitud de los nacionalistas catalanes favorecedora de la gobernabilidad de España, la Generalitat quería una lectura más generosa de las leyes autonómicas.
Pujol tuvo con Rodríguez-Piñero una relación más cordial que con su antecesor, Francisco Tomás y Valiente, al que el jefe del Gobierno catalán criticó por haber "ridiculizado" -interpretó el president- los conflictos de competencia que Cataluña llevaba al tribunal. Tomás y Valiente había puesto como ejemplo del tipo de asuntos que estaban colapsando el TC una disputa entre Cataluña y el Estado por la competencia para regular la fecundación de las gallinas ponedoras en batería.
No consta que ese asunto fuera comentado en la entrevista con Rodríguez-Piñero pero sí trascendió que el president incidió en una cuestión para él de la máxima importancia. La Generalitat preveía que la Sala Tercera del Tribunal Supremo iba a plantear en breve una cuestión de inconstitucionalidad sobre la Ley catalana de Normalización Lingüística, base esencial para la inmersión de los centros educativos en el catalán. Pujol quería que en el TC se conociera su posición antes de que llegara el documento del Supremo dudando de la constitucionalidad de que se impusiera el deber de conocer el catalán.
Fue de las primeras sentencias del Pleno del tribunal en las que Viver participó. Se alineó con la mayoría que avaló la constitucionalidad de la ley catalana por 10 votos frente a 2. Pujol calificó de "histórico" un fallo que respaldaba que el conocimiento del catalán fuera tan exigible como el del castellano. El Parlament acogió la sentencia con ovaciones.
Rodríguez-Piñero, que presidió ese Pleno, recuerda a un Viver "equilibrado, con inquietudes nacionalistas pero moderadas". La misma impresión tienen otros magistrados aquella etapa. "Era un hombre dialogante con el que se podía llegar a pactos. Era un autonomista, quizá demasiado en algunos aspectos en los que no le podíamos secundar. Pero actuaba como intérprete de la Constitución, no como enemigo de la Constitución", resume uno de ellos.
Una prueba de que la percepción general era ésa la encontramos en su elección como vicepresidente el 22 de diciembre de 1998. Recibió 11 votos a favor y ninguno en contra. Hubo una papeleta en blanco que se atribuye a Rafael de Mendizábal, quien sondeó sus posibilidades para ser vicepresidente y, al no encontrar apoyos, ni siquiera presentó su candidatura.
El Estatut, punto de inflexión
Un repaso a las sentencias de pleno de las que Carles Viver fue ponente no permite detectar un sesgo nacionalista acusado. Algún ex magistrado, sin embargo, recuerda que, sin ser ponente, "se empleó a fondo" en resoluciones trascendentes como la relativa a la ley del suelo, en la que el TC consideró viciadas de incompetencia las normas estatales dictadas con carácter supletorio en materias de la exclusiva competencia de las comunidades autónomas.
Un colega universitario catalán destaca que ya en sus trabajos de los años 80 Carles Viver explicitó la tesis de una delimitación competencial perfecta basada en el principio de simetría entre el Estado y las comunidades autónomas. "Es la idea que luego llevó a la redacción del Estatuto de Autonomía de 2006", señala.
Director del Instituto de Estudios Autonómicos desde 2004, Viver trabajó con intensidad en el proyecto estatutario por encargo del Gobierno tripartito de Maragall (PSC). "Ahí empezó su distanciamiento con el mundo académico catalán, donde ha acabado muy desprestigiado", afirma desde Barcelona un catedrático de Derecho Constitucional.
Según esta interpretación, Viver se sintió "muy herido" cuando el TC declaró la inconstitucionalidad de preceptos esenciales del Estatut. "Se había extendido la idea de que, estando él detrás y habiendo sido magistrado y vicepresidente del tribunal, el fallo no podía ser desfavorable. Cuando el TC tumbó parcialmente el Estatut, Carles creyó que no había nada que hacer dentro del marco constitucional y se echó al monte", relata.
"Hace unos años yo no era independentista", ha admitido el propio Viver en unas declaraciones públicas el pasado marzo. "Lo intenté todo", pero "hace tres años llegué a la conclusión de que no teníamos otra alternativa que intentar la vía de la independencia".
El cajón de Carles
Presidente del Consejo Asesor para la Transición Nacional desde marzo de 2013 y comisionado para la transición nacional desde el pasado 24 de febrero, Viver ha dedicado los últimos años a diseñar la hoja de ruta hacia el independentismo. Hasta el más mínimo detalle. En una entrevista a El Temps en octubre de 2014, ponía como ejemplo las aduanas: "Deben estar listas y funcionando el primer día después del Estado independiente. El primer día. Para que el flujo no se puede detener y sobre todo el de exportación (el pescado que transportan los camiones se estropearía). Por lo tanto, hay que saber quién deberá encargarse de la vigilancia de las aduanas el primer día del nuevo Estado. ¿Cuál es la unidad de los Mossos que tendrá que ir a las aduanas? Pero no sólo cuál es la unidad. ¿Qué nombres tienen y cuáles son sus teléfonos para llamarlos el domingo por la noche y que el lunes por la mañana estén en el puerto de Barcelona, en Figueres y donde sea?". "Lo que no pueden impugnar [desde el Estado] es que te sientes en una mesa y diseñes cuáles son los Mossos d'Esquadra que irán a las aduanas y lo guardes en un cajón", añadía.
El cajón de Carles Viver está lleno de papeles con el plan de medidas que deben activarse el día en que se declare la independencia, las estructuras de Estado que han de planificarse, la Constitución provisional de la República, anteproyectos de ley.... "No pueden evitar que preparemos todo este trabajo, esto no nos lo pueden impugnar", dijo a Vilaweb.cat el pasado marzo.
"En el momento de la independencia lo tendremos todo a punto", asegura. Según su tesis, "una vez que desconectas de España no cometes ninguna ilegalidad porque ya has constituido tu propia legalidad".
Estas posiciones de Viver le han alejado del predicamento académico del que gozaba. Uno de sus discípulos, Víctor Ferreres, y dos catedráticos catalanes, Alejando Sáiz y Enric Fossas, publicaron el pasado 24 de noviembre en El País un duro artículo titulado Inconsistencias de la 'desconexión' en el que señalaban: "Que todavía haya juristas dispuestos a sostener que es legal sustituir sin más la legalidad constitucional por un marco legal catalán que reemplaza la Constitución dice mucho sobre la degradación intelectual a la que hemos llegado".
En el curriculum que aparece en la web de la Generalitat con su nombramiento como comisionado para la transición nacional figura la concesión a Carles Viver de dos de las más importantes condecoraciones estatales, la Orden del Mérito Constitucional y la Gran Cruz de Isabel la Católica. En esta última, cuya finalidad es distinguir los "comportamientos extraordinarios de carácter civil que redunden en beneficio de la Nación" y que se concede a los jueces del TC, figura la leyenda "a la lealtad acrisolada" a España, lema con el que la creó Fernando VII.
"Es una pena que alguien que está dinamitando la Constitución siga teniendo el título de magistrado emérito del tribunal encargado de preservarla", dicen fuentes del TC. Viver ha llegado a ser propuesto por la CUP como el recambio de Artur Mas al frente de la Generalitat, aunque las fuentes consultadas coinciden en que "ni Viver es de la CUP ni la CUP quiere a Viver. Se trataba sólo de fastidiar a Mas".