“Nos han dicho que no hablemos con periodistas”, explicaba un chaval de 19 años durante un receso. Mientras, dentro de la pista de atletismo, contaban las papeletas de la segunda votación. El chaval, que al final ha accedido a revelar que se llama Xavi y que ha venido de Barcelona, apuraba un botellín de cerveza en un bar cercano mientras hablaba de política con tres amigos más: Colau, Mas, Pablo Iglesias, el tuit de Junqueras en el que decía que estaba recogiendo naranjas durante el domingo... “Lo que va a recoger son calabazas”, ironizaba Xavi. Los jóvenes de Barcelona se sentían importantes al verse interpelados por periodistas.
Resultaba curioso ver a centenares de jóvenes imberbes decidiendo el futuro político de Cataluña. Algunos aprovechaban el receso del mediodía para comer de su fiambrera sentados en el suelo. Otros tiraban de bocadillo y los más refinados accedían a comer un plato combinado en algún local de los aledaños de la asamblea. Fuera de la pista de atletismo, una parada con merchandising de la CUP junto a los equipos móviles de radio y televisión generaba una sensación peculiar. En ocasiones los aledaños de la asamblea se parecían más a un festival musical o a un evento deportivo que a una asamblea en la que se decidía el destino del proceso soberanista catalán.
Peinados mulet, chaquetas harrington y grandes aros en las orejas conformaban el dress code oficial del evento. Los recesos servían para tomar unas cervezas y comentar la actualidad política en corrillos. Otros, más veteranos, acudían con sus hijos a una “votación histórica” y han venido desde bien lejos. Había militantes de la Comunidad Valenciana, de la Cataluña Norte e incluso de las Baleares.
Entre los asistentes se percibía una importante brecha generacional. Entre los que accedían a comentar la jornada, se observaba como los más jóvenes eran los más reacios a investir a Mas, como el grupo de Xavi y sus amigos de Barcelona. Los más entrados en años, en cambio, se mostraban más partidarios de investir al president en funciones “con la nariz tapada”. “Unas nuevas elecciones pueden perjudicar mucho al proceso independentista”, explicaba Roberto, un militante de la CUP “de hace lustros” que había venido a la asamblea con su mujer y sus dos hijos.
La pista de atletismo ha amanecido durante la mañana con algunas pintadas en contra de Artur Mas. Una de ellas rezaba “Hasta nunca Mas”, la otra decía “Por la ruptura independentista, echémosle”. La organización, que ha llegado a los aledaños del pabellón a las 6 de la mañana, se ha apresurado a tapar las pintadas con unas pancartas de la CUP que impedían leer lo que ponía en ellas. Por la tarde, justo después de comer, han desaparecido las pancartas y las pintadas ya se podían leer sin problemas.
A la salida de la asamblea, los asistentes se mostraban perplejos ante el empate entre las dos opciones. “Tanta tontería para nada”, explicaba Roberto. Los jóvenes hablaban de “pucherazo” y no eran pocas las referencias al día de la marmota. Al final el día histórico se convirtió en un simple domingo en la asamblea.