Iñaki Urdangarin y Diego Torres facturaron entre 2003 y 2007 más de siete millones de euros a varias administraciones públicas. De forma paralela, ambos crearon una red de facturas cruzadas que ascendía a ocho millones de euros. Eso les permitió, según la tesis de la Fiscalía, defraudar al fisco y rebajar al mínimo el pago de impuestos. No contentos con eso, el exduque de Palma y su socio contrataron al menos a 16 empleados fantasma, hombres y mujeres que fueron dados de alta en la Seguridad Social y que, o bien fingían cobrar un sueldo sin realizar trabajo alguno, o trabajaban en realidad como empleados de hogar en casa de Urdangarin y Torres.
El 27, 28 y 29 de junio de 2012, el juez José Castro, encargado de la instrucción del caso Nóos, tomó declaración a cerca de 70 personas, dadas de alta por distintas empresas del grupo. Allí, el juez se encontró una amalgama de excusas peregrinas, respuestas vagas y mentiras manifiestas. Explicaciones aportadas por varios testigos sobre unos trabajos que, según la Fiscalía, nunca realizaron. Otros, por el contrario, reconocieron ante el juez que recibían dinero por no trabajar. O que cobraron en negro de manos del duque de Palma y luego fueron dados de alta como telefonistas de Aizoon, la supuesta consultora de Urdangarín y la Infanta, aunque en realidad se dedicaban a la limpieza de su casa. Así lo explicaba sin tapujos Elsa María Sánchez Cunalata, la ciudadana ecuatoriana que durante varios años se encargó de limpiar la vivienda de la hija del rey:
Tras pasar la primera prueba y cobrar varios meses en negro, la trabajadora de hogar fue dada de alta en la empresa del matrimonio Urdangarín-Borbón. Según el sumario del caso, la mujer fue dada de alta como telefonista, aunque en realidad y como ella misma confirma, nunca ejerció esa función. Cunalata reconoce ante el juez que ella aceptó el trato porque le venía mejor para obtener la residencia en España. Al ser preguntada por ella, la Infanta Cristina aseguró en su declaración que desconocía la función que esta mujer realizaba en casa, ya que ella se marchaba cada mañana y no estaba "las 24 horas en casa":
El hombre de las papeleras
Camino similar emprendieron los empleados de hogar de Diego Torres, Byron Ante Arboleda y su hermana Patricia. Los dos figuran contratados como auxiliares administrativos entre 2005 y 2006 por dos empresas del grupo Nóos. En realidad, limpiaban la vivienda de Diego Torres y Ana Tejeiro. En su declaración judicial, Byron no es capaz ni siquiera de adivinar si la oficina del Instituto Noos tenía una o dos plantas, aunque mantiene que iba allí todos los días a sacar la basura:
Sobre el papel, su hermana jugaba un papel similar: limpiaba las oficinas además de realizar distintos trabajos en casa de Diego Torres. Ante el juez Castro, ella tampoco es capaz de explicar el papel que ella y su hermano tenían en el instituto Noos.
En otro de los interrogatorios María Luisa Caro, contratada por Nóos Consultoría Estratégica y que realmente acudía a trabajar allí cada mañana, niega ante el juez conocer a cualquiera de estas dos personas, y mucho menos que limpiaran las oficinas de la empresa o realizaran cualquier otra labor.
Maria Luisa Caro
"Me pagaban por no mover un dedo"
Además de empleados de hogar contratados como oficinistas - el matrimonio Urdangarin-Borbón dio también de alta en su sociedad a la familia de rumanos que cuidaba su palacete- el duque de Palma y su socio contrataron a empleados fantasma, hombres y mujeres que fueron dados de alta en la Seguridad Social y que, en realidad, no realizaban trabajo alguno. El objetivo de la argucia era doble. Por un lado, la empresa conseguía rebajar su pago de impuestos. Por otro, los supuestos empleados acumulaban Seguridad Social sin realizar trabajo alguno. Para no dejar huella, los pagos a estos empleados se realizaban casi siempre en mano, en un sobre entregado por uno de los sobrinos de Iñaki Urdangarin.
El juez Castro tomó declaración en Barcelona a más de 20 testigos sospechosos de cobrar por no hacer nada. La forma de afrontar la declaración fue distinta para unos y otros. Carlos Tarragona, un joven estudiante de Ingeniería que tenía entonces 16 años, reconoce que fue contratado por Nóos Consultoría y que cobraba todos los meses 60 euros sin hacer "absolutamente nada". En la misma situación estaba su hermana, que cobró durante cuatro años, y otro de sus hermanos. Según declaró su hermana ante el juez, el "chollo" de recibir dinero a cambio de nada les llegó de la mano de un familiar de Ana María Tejeiro:
Sin embargo, no todos los testigos mantuvieron una versión similar. Otros, intentaron mantener ante el juez que sus trabajos para el Instituto Noos fueron reales. Según su versión, el sobrino de Urdangarin llegaba, les entregaba un sobre con el encargo y recogía el informe anterior. Ni uno solo de los testigos fue capaz de aportar informe alguno para acreditar su trabajo. Es el caso de Mónica Guzmán, ama de casa mexicana que rompe a llorar en plena declaración ante los reproches del juez de que su versión era poco creíble: