Pedro Sánchez la anunció y todos los dirigentes del PSOE la asumieron. Pero, ¿cómo se hará la consulta a la militancia sobre los pactos de Gobierno? ¿Qué interrogantes la sobrevuelan y en qué se diferencia de otras experiencias similares?
Según sostienen los críticos del líder del PSOE, la consulta nace, crece, se desarrolla y, finalmente, morirá. El anuncio (o nacimiento) fue una sorpresa no consultada ni con la Ejecutiva ni con los dirigentes territoriales de más confianza de Sánchez. Está condenada al fracaso si antes no se fragua un acuerdo de gobierno. El pacto es ahora improbable por su complejidad y partidos (Podemos y Ciudadanos) que parecen excluyentes, pero al mismo tiempo parece contar con más posibilidades que las demás fórmulas antes de que se disuelvan las cámaras y se vuelva a las urnas.
Pro: La democracia directa
Aunque los dirigentes territoriales no fueron consultados, todos dijeron salir encantados de la sala donde se reunía el Comité Federal. Hasta la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, muy crítica en privado con Sánchez, celebró "que se conozca y que conozcan los militantes del PSOE en profundidad de qué estamos hablando, cuál es el programa, cuál es el acuerdo programático" del nuevo Gobierno que quiere liderar el secretario general.
El principio parece teóricamente inapelable si no se entra en detalles, como le ocurre al llamado "derecho a decidir", aplicable a casi cualquier precepto. En un momento en el que tanto Pablo Iglesias, el líder de Podemos, como los principales dirigentes del PSOE debaten en los medios acerca de lo que quieren los votantes y militantes del PSOE, ¿qué mejor que preguntarles? Cuando la percepción de que los políticos y dirigentes de los partidos están alejados de la sociedad ha calado, ¿qué mejor que acercar las decisiones a los ciudadanos?
Contra: Decisión fruto de la debilidad
No parece que la decisión de someter a la militancia el hipotético acuerdo de investidura haya nacido de una convicción profunda y arraigada de Sánchez en la democracia directa.
La posibilidad de una consulta sobre este asunto no aparece en los estatutos, que confieren al Comité Federal toda decisión sobre las alianzas y medidas estratégicas. Es en ese foro donde se sientan los dirigentes socialistas que han obligado a Sánchez a adelantar el congreso que renovará la Ejecutiva y órganos del partido. Se trata del mismo Comité Federal donde los barones críticos con el secretario general tienen un peso decisivo.
Incluso algunos de los aliados de Sánchez en ese órgano consideraban la decisión como un órdago de su líder, que "no tuvo más remedio" que trasladar la última palabra de un órgano representativo directamente a la militancia.
Es otras palabras: la decisión no parte de la convicción sino de la debilidad.
Pro: El precedente del SPD alemán
En 2013, tras la victoria en las urnas de la coalición conservadora de CDU y CSU, liderada por Angela Merkel, la canciller negoció con el segundo partido y alternativa de Gobierno, el socialdemócrata SPD, para forjar una gran coalición que gobierna Alemania en la actualidad.
Ese precedente pululó en las declaraciones de los dirigentes socialistas este sábado. ¿Si lo logran en Alemania, por qué no en España?
Las negociaciones en Alemania duraron cinco semanas y la última jornada fue agónica. Según encuestas citadas por Der Spiegel, la mayoría de alemanes querían el pacto en un primer momento (hasta un 66%), pero a medida que pasó el tiempo el porcentaje se redujo hasta el 55%, con un 43% de ciudadanos a favor de volver a las urnas.
El pacto se puso por escrito en un concienzudo documento de 185 páginas y permitió al SPD arrancar importantes concesiones a los conservadores. Entre ellas está el salario mínimo de 8,5 euros por hora, el aumento de las energías renovables o la posibilidad de retirarse a los 63 (y no a los 67) sin ninguna penalización para los trabajadores que hubiesen estado 45 años en el mercado laboral.
La participación fue alta, del 78%. Votaron alrededor de 396.000 militantes de los 475.000 que tiene el SPD y un 76% aprobó la propuesta negociada por la dirección del partido. El experimento fue un éxito.
Contra: Diferencias con el precedente del SPD
El SPD era en este caso el segundo de los partidos del acuerdo, tras la coalición conservadora CDU-CSU. La medida se diseñó para reforzar la decisión de la dirección frente al vencedor de las elecciones y para forzarle a ceder.
La lógica en esta ocasión es distinta. En el anuncio de Sánchez no ha pesado la presión que quiere infligir sobre los demás miembros de una gran coalición, que por otra parte está lejos de vislumbrarse. La consulta se hace para dar esquinazo a los barones, muy críticos con el rumbo del partido.
No está claro el efecto que tendrá la consulta en las negociaciones. Podemos ya ha anunciado que también someterá a sus inscritos por internet la decisión de cualquier pacto. Si la consulta fue utilizada por el SPD para atraer a la izquierda a Merkel, ¿utilizará Podemos la del PSOE para marcar más perfil de izquierdas?
Pro: Neutraliza la guerra abierta del PSOE
Los partidarios de Pedro Sánchez estaban este fin de semana muy contentos. Lo que algunos presentaron como un Comité Federal de confrontación se saldó con un toma y daca. Sánchez cedió y permitió el adelanto del congreso socialista y después sorprendió con un golpe de efecto que probablemente será bien visto por sus electores y por Podemos, a quien quiere cortejar.
Los próximos a Susana Díaz llegaban a Madrid, como siempre, con la intención de dar un golpe en la mesa de Ferraz, imponer una nueva resolución que prohibiera a Sánchez ser presidente con la abstención de independentistas y adelantar lo máximo posible la fecha del congreso. Sólo consiguieron lo último por el giro inesperado del secretario general, que ha demostrado que mantendrá el pulso hasta el final. "Cuando dice que no le importa su futuro no os lo creéis", decía a los periodistas un miembro de su equipo. "Morirá matando: con las botas puestas", decía un crítico.
Tras el último Comité Federal, Sánchez sigue vivo. Díaz se ha conformado con amagar de nuevo y seguir esperando su momento. Mientras, el líder socialista se prepara para aceptar el encargo de investidura que previsiblemente le hará el rey el próximo martes y puede decir que sobre el papel cuenta con el respaldo de su partido.
Contra: letra pequeña y podemización
Parece improbable que algunas de las decisiones más importantes del PSOE hubieran salido adelante si fuesen consultadas a la militancia. ¿Hubieran aceptado las bases la renuncia al marxismo, el ingreso en la OTAN o más tarde la negociación con ETA?
"Las bases generalmente tiran de atajos y no contemplan toda la complejidad de las decisiones", asegura Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro del colectivo Politikon. "La base de nuestro sistema es la confianza en el representante porque pensamos que tiene más información y conocimientos que nosotros. No puede haber democracia representativa sin confianza. Apelar a las bases es un reconocimiento expreso de que no podemos fiarnos de nuestros representantes, de que es mejor que tomemos nosotros esas decisiones", explica.
La medida acerca al PSOE a otros partidos que hacen gala de la participación directa, como Podemos o CUP. Pero eso no tiene por qué ser siempre bueno. Según Simón, en Podemos aún no se ha dado una decisión de la militancia contraria a la dirección, que siempre cuenta con ventaja a la hora ya que controla el proceso y la comunicación. En el caso de la CUP, la última y polémica asamblea de diciembre sobre el apoyo a Artur Mas fue fruto de la renuncia de la dirección a asumir que tenía la última palabra.
Por otra parte, los detalles de la consulta están por conocer. El PSOE baraja aplicar un reglamento similar al de las primarias para elegir candidato a la Moncloa, que incluye que puedan votar los votantes del PSC, en urna y un solo día. Sin embargo, aún no ha aclarado algunos aspectos clave. ¿Cuántas preguntas habrá? ¿Qué tipo de acuerdo se presentará?
En el caso del SPD, se trataba de un texto de 185 páginas que aseguraba la investidura de Merkel. En el caso del PSOE, la Ejecutiva aún no ha dicho si se tratará de un pacto que reúna todos los apoyos necesarios para hacer a Sánchez presidente o si éste se limitará a un acuerdo con el que dirigirse a la cámara a reclamar su confianza, aunque no tenga la certeza de ser elegido.
Esta última opción pone sobre la mesa la posibilidad de que los militantes aprueben un pacto de izquierdas con Podemos que dependa del apoyo, abstención o ausencia en el hemiciclo de los partidos que apoyan al Govern de la Generalitat: ERC y Convergència Democràtica de Catalunya. Y eso es, precisamente, lo que los barones críticos con Sánchez quieren evitar para forzar al candidato a llegar a un acuerdo con Albert Rivera si quiere pisar la Moncloa.