Mariano Rajoy ha encontrado en Pablo Iglesias un inusual apoyo. Otra vez. El presidente del Gobierno en funciones coincide con el líder de Podemos en torpedear un hipotético gobierno formado por Pedro Sánchez (90 escaños) y Albert Rivera (40). “En ningún caso”, aseguró el líder del PP tras verse por segunda vez con el Rey, dejaría que los partidos constitucionalistas con los que él desea pactar se alineen y dejen fuera al PP. Rajoy descarta radicalmente favorecer o abstenerse en la configuración de un gobierno de otro color político que no sea el suyo y la única opción que tiene es, una vez más, esperar.
Los dos han vuelto a coincidir más de 40 días de las elecciones. No quieren a Ciudadanos en ninguna ecuación de gobierno. El líder del PP fue el último candidato en verse con Felipe VI y reconoció en la rueda de prensa posterior que el monarca esta vez no le había propuesto intentar formar gobierno. El plan del PP ahora que el jefe del Estado se lo ha encargado a Pedro Sánchez es que el socialista fracase y se repitan nuevas elecciones. “Es el escenario más favorable para el partido… y para nuestro candidato”, reconocen fuentes de la cúpula del partido.
Rajoy e Iglesias trabaron antes de la campaña una buena relación personal, alimentada políticamente por intereses mutuos en la conquista de espacios ideológicos distintos. Desde que Iglesias fuera invitado a la Moncloa por primera vez tras la moción separatista del Parlamento catalán el 9 de noviembre, el contacto ha sido fluido entre ambos. Iglesias fue el primero en contactar con el presidente del Gobierno tras la agresión que sufrió en Pontevedra en campaña. También hablaron después del atentado contra la embajada de Afganistán y los atentados de París.
Las dos opciones
Tras verse con el rey, Rajoy insistió en que sólo hay dos opciones: una, la que genera “estabilidad” dentro y fuera de España, es la gran coalición liderada por el PP. La segunda, la alianza entre PSOE, Podemos y secesionistas, “no es buena para la nación y nada tiene que ver con el progreso”. El problema, reconoció un alicaído presidente en funciones, es que Pedro Sánchez no quiere “ni tan siquiera despachar” con él. Y solo con el apoyo de Albert Rivera no salen las cuentas.
Rajoy, definido por los suyos, sigue siendo "Rajoy en estado puro": “Ahora le toca esperar a que, sin moverse un milímetro, los demás acaben apoyándole... o tolerándolo”. En Génova creen que Mariano Rajoy no intentaría formar gobierno ni siquiera si Sánchez fracasa y se encomendaría a que el partido aceptase que fuera él de nuevo el candidato en unas nuevas elecciones. El líder del PP no quiere arriesgarse a un debate de investidura con los últimos casos de corrupción que han saltado en Valencia de fondo.
"Obsesionado con seguir"
El líder conservador “está obsesionado” con revalidar su puesto y no pasar a la historia como el primer presidente del Gobierno en estar cuatro años en la Moncloa. “No sería justo”, aseguran los suyos, por los resultados económicos cosechados. Además, piensan que ante unas nuevas elecciones Rajoy podría retener parte de los votos que el 20-D se fue a Ciudadanos y “calaría en la sociedad” la idea de que él siempre tuvo la mano tendida y fueron los socialistas los que se negaron a “ni siquiera” dialogar con el Partido Popular.
El encargo del Rey a Pedro Sánchez y desbloquear la situación es “un alivio” para el PP, reconocen fuentes internas del partido, que tienen puestas sus esperanzas a que el PSOE y Podemos no se entiendan. Ahora, la dirección del PP se toma la situación con calma ante la ausencia de voces críticas que cuestionen públicamente la figura de Mariano Rajoy. Por ahora. Porque si los deseos del presidente no se cumplen y el socialista consigue arrebatarle la presidencia del Gobierno, el futuro del líder del PP pinta “bastante negro”, reconocen en privado parte de su círculo más cercano.
El PP aplazó el congreso para elegir a su líder y Mariano Rajoy se ha comprometido a convocarlo cuando el escenario político se aclare. El 21 de diciembre, el día después de las elecciones generales, aseguró que presentaría su candidatura cuando José María Aznar pidió con urgencia el relevo del líder. Hoy, la situación es muy distinta y la figura del candidato conservador se ha desgastado. “Otra vez depende de lo que consiga Pedro Sánchez. Lógicamente, si pierde el Gobierno no tendrá ninguna legitimidad para seguir manteniendo el poder en el partido. Sería el momento de que el partido se regenere”.
Pura coincidencia
Al contrario que en el caso de Rajoy, el futuro de Pablo Iglesias está todavía por escribir. Pero curiosamente su diagnóstico sobre la compleja aritmética de la política española coincide en gran medida. Al igual que el presidente del Gobierno, el líder de Podemos ha dicho este martes, casi calcando las palabras, que "solo hay dos opciones" para formar gobierno en este momento: una es un gran acuerdo entre PP, PSOE y Ciudadanos y la otra es un acuerdo de los socialistas con Podemos e Izquierda Unida, que además necesitarían el apoyo de formaciones independentistas para sacar adelante la investidura.
Y, en ese marco político, Iglesias también tiene la misma intención que Rajoy: bloquear cualquier pacto de gobierno entre PSOE y Ciudadanos. Esa opción ni siquiera es contemplada como viable por el líder de Podemos. En su comparecencia en el Congreso, el secretario general del partido emergente ha confesado que este martes por la mañana "no daba crédito" cuando escuchaba decir a Pedro Sánchez que se pondría de acuerdo al mismo tiempo con Podemos y Ciudadanos. "No es posible ese acuerdo y lo ha dicho Ciudadanos y lo hemos dicho nosotros".
Un mensaje, en suma, muy parecido al que transmitió Iglesias este pasado lunes tras reunirse con Felipe VI en la Zarzuela: "El secretario general del PSOE tiene que elegir: o nosotros o Ciudadanos". Fuentes de Podemos confirman que es totalmente impensable que los diputados del partido morado faciliten, por acción u omisión -es decir, con sus votos o su abstención-, que salga adelante la investidura de Pedro Sánchez si éste llega a un acuerdo con el partido de Albert Rivera. Como es evidente, en lo que difieren Rajoy e Iglesias en la alternativa que presentan, puesto que el líder del PP ha preferido no optar a la investidura mientras el cabeza visible de Podemos ha preferido proponer un "gobierno de progreso y cambio" a los socialistas.
Así las cosas, Rajoy e Iglesias, cada uno por motivos e intenciones diferentes, coinciden en su diagnóstico y, lo que es más relevante, en su veto. Pese a sus discrepancias, la relación entre ellos dos es buena y han dado sobradas muestras de ello en sus encuentros y conversaciones de los últimos meses. Además, aunque ambos están en coordenadas ideológicas alejadas, casi opuestas, no es la primera vez que evidencian una suerte de pinza entre ambos. No puede olvidarse que, al decir de todos los expertos, si se celebrasen unas nuevas elecciones generales -y para ello es necesario su bloqueo al acuerdo entre Sánchez y Rivera-, el PP y Podemos serían los más beneficiados en las urnas.