Jordi Évole lleva más de una década en pantalla. Son las siete y media de la tarde. A punto de estrenar una nueva temporada de Salvados, entra corriendo en la redacción de EL ESPAÑOL. Pone el pie para evitar que se cierre el ascensor y subir lo antes posible. De camino, le ha pillado un atasco tremendo. “En Barcelona, a estas horas ya tenemos el tema del tráfico solucionado”, dice entre risas. Viene de conceder una entrevista y tiene otra justo después, a la que asistirá un poco más sudoroso tras un partido de ping-pong, en el que se enfrenta a preguntas como éstas:
(Vídeo: 93 Metros)
Una duda técnica, ¿vas mejor de derechas o de izquierdas?
De izquierdas, también en el ping-pong.
¿Cuál es la opción más probable: Rajoy presidente, Sánchez presidente o nuevas elecciones?
Creo que la única persona capaz de crear consenso es Bertín Osborne, pero no está muy por la labor.
¿El follonero o Jordi Évole?
Prefiero a Jordi Évole, pero el follonero me pagó muchas mensualidades de la hipoteca.
¿Ligas más desde que estás en esto?
Creo que sí, pero porque antes era cero. El problema es que sólo se fijan en mi conciencia social.
Ha titulado 'El machismo mata' el primer capítulo de su enésimo estreno. Confiesa entre bambalinas que la grabación le ha dejado “tocado” y que ha llegado a descubrir un machismo oculto en situaciones que nunca imaginó. En este nuevo recorrido, el equipo de Salvados seguirá con un ojo en los vaivenes políticos, pero pondrá el otro en la economía y las grandes empresas. El segundo plato de la nueva hornada será un 'consejo de exministros', en el que miembros de los Ejecutivos de González, Aznar y Zapatero aportarán sus particulares soluciones para evitar el bloqueo actual.
Del follonero a Jordi Évole
Jordi Évole, de madre granadina y padre extremeño -de ahí el parentesco lejano con Jordi Hurtado-, nació en Cornellá de Llobregat en 1974. Estudió Comunicación Audiovisual en Barcelona y allí dio sus primeros pasos. Puso voz a los partidos de fútbol regional en Radio Barcelona, trabajó un tiempo en los informativos de Cadena SER y Telecinco y se acercó a la televisión por primera vez en un canal pequeñito de Viladecans.
Cuando tenía veintiséis años, Andreu Buenafuente lo fichó como guionista para el programa 'La cosa nostra', de TV3. Años más tarde, dio el salto a La Sexta y se convirtió en el Follonero del programa 'Buenafuente'. Abordó a José Bono metiéndose en su coche privado para preguntarle por su acento, cantó el cumpleaños feliz a Felipe de Borbón tras interrumpir una gala y pidió a Cristiano Ronaldo en una rueda de prensa que rogara a los ciudadanos la participación en las elecciones europeas.
Buenafuente le catapultó y le dio la oportunidad de grabar Salvados por la campaña, Salvados por la Iglesia, Salvados por la Eurocopa y Salvados por los toros. Estos cuatro programas fraguaron su transición del humor al periodismo, a veces cuestionada, y fueron el germen del actual programa.
El reto de seguir gustando
Tras ocho años en pantalla, Salvados se enfrenta al reto de conservar e incluso incrementar su audiencia. Borja Terán, periodista especializado en televisión y audiencias, ve en el follonero la clave primitiva del éxito actual de Évole: “Fue inteligente y supo aprovechar aquel personaje para sacar a relucir unas aptitudes periodísticas que adquirió en Cataluña, donde hizo mucha calle”.
Pero, ¿qué es Salvados? En muchas ocasiones se ha criticado a Évole por navegar en la frontera entre la información y el entretenimiento: “Ha fusionado técnicas del periodismo clásico con la manipulación propia de la ficción. Cuida el grafismo, la música y genera una atmósfera que envuelve al espectador en una experiencia”, relata Terán.
Alberto Nahum García, profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra, coincide en la buena producción del programa, pero aduce una serie de problemas: “Se acerca a los temas desde una perspectiva popular. Esto a veces conlleva la simplificación, sin éxito, de problemas complejos, dejando dañado el equilibrio periodístico”.
El límite entre la realidad y la ficción
Terán considera que el límite entre la realidad y la ficción es una cuestión de honestidad: “El espectador palpa cuando hay una manipulación y falta un punto de vista de lo que se está contando”. El profesor García, precisamente, percibe esa carencia en algunos de los programas de Évole: “Hay determinados temas en los que es parcial, algunos entrevistados con los que se muestra más agresivo que con el resto. Pero este no es un mal que afecte a Évole en particular, sino a la clase periodística en general”. No obstante, explica este especialista en Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra, “el espectador no es tonto y conoce perfectamente cuál es el pacto de lectura, es decir; cuál es la posición de Évole”.
Tanto Terán como el profesor García coinciden en mencionar la “cercanía” como una de las claves del éxito de Évole: “Gran parte de su triunfo pasa por la frescura que transmite, esa cercanía en la forma de hablar y de vestir. El español medio ve a Évole y se encuentra con el vecino de enfrente. Muestra una ingenuidad fingida que funciona muy bien”, concluye Alberto Nahum García.
En cuanto al humor del periodista catalán, a veces alabado y otras criticado, Terán lo considera “el gran aliado de Évole para tocar temas que de otra forma no podría abordar”. García añade: “Ese sentido del humor va en el tono de una información que está pasada por la batidora del entretenimiento. No he encontrado un humor injustificado y arriesgado con temas agresivos o delicados”.
Iñaki Gabilondo desgrana la figura de Évole
El nombre de Iñaki Gabilondo aparece en un gran número de las entrevistas que concede Jordi Évole. El periodista catalán llegó a afirmar: “Una palabra de Gabilondo vale más que 550 mías”. A punto de estrenar temporada y ante el reto de seguir convenciendo a la audiencia, el histórico periodista analiza el programa de quien asegura admirarle: “Me parece un periodismo de proximidad muy interesante. Évole es una especie de enviado especial de nosotros mismos a los grandes personajes de la actualidad. Además, lo hace sin perder la posición”.
Preguntado por la actitud de Évole, a veces en entredicho, Gabilondo explica: “El periodista no tiene que responder a un modelo único o absoluto. Somos seres humanos. Cada uno se acerca a esta profesión con sus particularidades. Évole lo hace con humor y llaneza”.
Iñaki Gabilondo ve en Salvados “un programa que desacraliza asuntos para acercarlos al ciudadano”. En muchas ocasiones, explica Iñaki, “los periodistas ponemos mayúsculas innecesarias a lo que puede contarse en minúsculas”.
¿Seguirá gustando Jordi Évole? Gabilondo desmiga el que considera el mayor reto del periodista catalán: “Veremos si este vino, cuando tenga más años, logra conservar la punta. Sospecho que no se apartará de la línea de ahora. Por poner un ejemplo: tendremos que ver si llega el día en el que tenga que quitarse la camisa de cuadros. Los personajes que nacen con una autenticidad tan grande tienen el reto de mantener esos rasgos. Los grandes éxitos conllevan un gran riesgo: que se trate de reproducir miméticamente aquello que ha triunfado, lo que podría convertir el producto en una falsificación”.
Salvados está a punto de empezar. Veremos si Évole logra conservar “la proximidad, la autenticidad y la valentía”, las tres principales virtudes que percibe en él Iñaki Gabilondo.