Cataluña y el terrorismo yihadista los unió en noviembre, pero la corrupción y la batalla electoral los separó en diciembre. Este domingo de San Valentín, día de los enamorados, se cumplen 60 jornadas de aquel histórico debate que trituró la relación política entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez: el líder del PSOE llamó “indecente” al presidente del Gobierno y éste, fuera de sus casillas, se equivocó y le tildó de “ruiz”.
Así fue el intercambio más tenso de la historia reciente de los debates electorales, el que rompió a una pareja unida por las cuestiones de Estado y un pasado de feliz bipartidismo ese 14 de diciembre en TVE: “Si usted gana, el coste de la democracia es enorme, porque el presidente debe ser una persona decente y usted no lo es”, dijo Sánchez a Rajoy.
“¡Hasta aquí hemos llegado!”, respondió Rajoy tras una breve pausa. A continuación, con los ojos desorbitados y algún guiño de por medio, el presidente añadió: “Usted va a perder estas elecciones, de una derrota electoral uno se recupera, pero usted no se recuperará de su frase ruin, no se la acepto, ha sido sido mezquino, deleznable y miserable y no se recuperará nunca de ella".
Pasó apenas una semana, y el 23 de diciembre el Ruiz y el Indecente volvieron a verse las caras obligados por el diabólico tablero salido del 20D. Rajoy le pidió la abstención y Sánchez sólo le ofreció una cosa: nada. Las caras, agrias, dijeron el resto. Apenas 20 minutos de encuentro y adiós. Así, hasta este viernes en que se verán a las cinco al sol del Congreso de los Diputados.
Un personaje de Los Otros
“Se detestan”, dicen desde el PP. “No es antagonismo personal, es político”, señalan desde el PSOE. Personal o profesional, este jueves de precalentamiento no ha pintado bien. Rajoy ha hablado después de verse con Albert Rivera para despreciar el documento que Sánchez entregó a “todos los partidos pero no a nosotros”. Y explicar cómo llegó a sus manos: “Pero bueno, el documento lo he visto porque me lo ha pasado uno de ustedes. Total, para lo que dice”.
Él, sin embargo, sí le ha hecho llegar a Sánchez el suyo “para que no se enterara por la prensa”. En esta decisión, ha dicho, siguió un sabio consejo: “Trata a los demás como te gustaría ser tratado”.
En este anteduelo le ha contestado Antonio Hernando en tono cinematográfico: “Es un personaje de Los Otros, y él es el único que no es consciente” [de que está muerto políticamente]”. Habló Hernando en el Congreso cuando la Guardia Civil ya estaba registrando el domicilio y dos despachos de Javier López Madrid, el yerno de Villar Mir, por los presuntos pagos al PP. Aún no se sabía lo que estaba pasando en este enésimo caso de corrupción, pero ya le pareció a Hernando una burla que en el documento en cuestión el PP se atreva a hablar de corrupción; “¿Va a echar a Rita Barberá de la diputación permanente del Senado? ¡Rajoy nos toma por tontos!”.
Una montaña de corrupción
Ese es el quid de la cuestión, explican desde el PSOE. “Rajoy parece que no se da cuenta que es un tío sentado en una montaña de corrupción”, explica un miembro del partido que intenta trasladar “la indignación” que siente Sánchez ante un presidente en funciones “que está haciendo un daño enorme a las instituciones, desde la Corona hasta el Senado”.
Una indignación que ha crecido estos días cuando, “a pesar de estar ahogados en corrupción”, tienen la “desvergüenza” de sugerir que los socialistas no lucharían adecuadamente contra el terrorismo, según el aviso que José Manuel García-Margallo trasladó en Roma a los socios de la coalición global contra el yihadismo.
Palabras cruzadas en medio de una intensa negociación por el dónde y el cómo de la cita. Hasta pasadas las ocho de la noche de este jueves estuvieron discutiendo los dos fontaneros mayores del reino, José Enrique Serrano (PSOE) y Jorge Moragas (PP) para encontrar una sala que se adecuara al tamaño del ego de los dos políticos. “Es una muestra de los tiempos tan raros que vivimos”, señalan fuentes políticas al describir la lucha protocolaria entre un presidente disminuido (en funciones) y un aspirante crecido (por el encargo del rey).
Serrano y Moragas, que se conocen bien, buscaron entre los 88.691,45 metros que suman los siete edificios del Congreso y encontraron, finalmente, la antesala del comedor de Presidencia del Congreso (cuarta planta de Ampliación 1, en el arcano lenguaje del Parlamento).
El tamaño sí importa
Según fuentes del PSOE y del PP, Rajoy ofreció a Sánchez la posibilidad de verse en la zona de Gobierno del antiguo Banco Exterior de España. Mármol, madera noble, algún mueble castellano y hasta algo de porcelana para albergar la cita de los contendientes. Sánchez no quiso porque eso “territorio Rajoy” y es él “el que recibe”.
Entra las alternativas neutrales se pensó en la sala Lázaro Dou (primera planta de la Ampliación 1), que debe su nombre a Ramón Lázaro de Dou y de Bassols, primer presidente de las Cortes de Cádiz. La Martínez Noval (primera planta, Ampliación 4, antiguo Banco de Crédito Industrial) tampoco sirvió porque está en la zona PSOE. Es ahí donde se vio Sánchez con Rivera y con Pablo Iglesias. Imposible.
Uno de los protagonistas ha resumido así, muy elocuentemente, el vodevil previo a la cita Ruiz-Indecente: “El tamaño no importa. O sí. Rajoy, 123; Sánchez, 90”.