Lenin, Marx, Tierno Galván, Churchill, Unamuno, Vargas Llosa y Felipe de Anjou han ido de la mano en el primer debate de estas nuevas Cortes. Los protagonistas: el popular José Manuel García-Margallo, 71 años, y el podemista Pablo Iglesias, de 37, que han dado claros signos de empatía intelectual.

El canciller en funciones se ha convertido así este miércoles en el primer miembro del Gobierno que saborea el nuevo Congreso de los Diputados, aquí donde ahora palpita el corazón de la política española. Lo ha hecho agradecido por el “tono” y las “propuestas” de los grupos, lo que le ha llevado a concluir, para jolgorio de la sala: “Yo con Podemos me voy a llevar divinamente”.

Oficialmente, el objetivo del ministro de Asuntos Exteriores en funciones ha sido pedir la “aquiescencia” del Parlamento español para que Mariano Rajoy pueda dar el visto bueno este jueves a la lista de excepciones del Consejo Europeo y evitar así el llamado Brexit (British exit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea).

En realidad, la decisión está ya tomada: España va a apoyar, sí o sí, ese borrador que siete altos funcionarios europeos han tardado seis años en cocinar en el más absoluto secreto. La lista en cuestión aumenta las posibilidades de David Cameron de conseguir el “sí” a Europa en un referéndum que podría celebrarse en junio.

El chantaje de Cameron

Sin recurrir al bolsazo de Margaret Thatcher en 1984, Cameron consigue mantener la libertad de sus bancos y de su Parlamento. También, de acabar con unas ayudas a los trabajadores comunitarios en suelo británico que para la mayoría de las islas británicas considera injustas. Europa, por su parte, puede salvar la Unión.

“To be or not to be”, ha concluido un Margallo hamletiano en referencia a la necesidad imperiosa de impedir que Londres abandone la Unión: “No hay otra opción. El toro está donde está”. Eso, para Iglesias, es ceder al “chantaje” de Cameron. Es por ello que ha pedido a Margallo que se comporte como un “patriota” y no acepte el “órdago” de Cameron destinado a proteger a un “paraíso fiscal” como la City londinense.

Podemos ha buscado el protagonismo que ha tenido desde el primer momento, cuando ha acudido a saludar a Margallo antes de tomar asiento. Han acordado ambos que sería bueno celebrar un reunión ex profeso e incluso están de acuerdo en intercambiarse libros. Ya este martes, Margallo ha alabado “el gran valor intelectual” de Iglesias.

El PSOE, vía José Ignacio Sánchez Amor, ha utilizado la ironía contra los alardes intelectuales de Margallo y de Iglesias: “No recurro a las citas porque pienso por mí mismo”, ha dicho el diputado extremeño al denunciar la premura con la que según su partido se adoptarán unas decisiones que afectan “a la estructura de la Unión Europea, no al estuco”.

“Lo estamos haciendo por la agenda personal de un primer ministro ” ha añadido Sánchez Amor, a quien preocupa sobre todo, como a Izquierda Unida, el perjuicio que pueda causar el recorte de los generosos work benefits a los miles de españoles que trabajan en el Reino Unido. Sol Sánchez (IU) y Margallo no se han puesto de acuerdo en el número: 130.000 según el ministro y hasta 800.000 según la diputada.

“Mi hija que trabaja en el Reino Unido, si vuelve a España porque se queda en el paro, está aquí tres meses y después regresa, ¿se verá afectada por estas medidas? Esto hay que aclararlo”, ha señalado el socialista Sánchez Amor. Según Margallo, apenas 2.120 trabajadores españoles se verían afectados por la reducción de ayudas.

Cataluña

Por debajo del debate sobre el Reino Unido se ha colado la política española: Cataluña y el “gobierno inexistente” de España que ha dejado al Congreso como “única institución que puede tomar decisiones”, según Fernando Maura (Ciudadanos).

Joan Tardà (ERC) ha criticado a un Tribunal Constitucional “corrompido” que no servirá como instrumento al Gobierno de España para “acallar a la democracia catalana”. Se refería el líder republicano catalán a la decisión del TC de suspender la nueva consejería de Exteriores de la Generalitat antes de tomar una decisión tras el recurso interpuesto por el Ejecutivo.

Margallo ha ignorado los ataques de Tardà al tribunal, ha hecho referencia a su condición política de “extremo centro” y no de derechas, y ha defendido de nuevo que es imposible para Cataluña decidir sobre su futuro sin contar con el resto de España. Toda una lección de margallismo ilustrado en el Congreso de los Diputados acompañado de la fina ironía de Iglesias: “Lenin, Marx, Tierno Galván...Corre usted el peligro de ser tachado de antisistema, señor Margallo”.

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