El abrazo llegó tarde al Congreso. Lo pintó Juan Genovés en 1976 como un símbolo de la reconciliación, un elogio a un país nuevo y democrático decidido a enterrar un pasado tenebroso. La obra pasó de acumular polvo durante años en los almacenes del museo Reina Sofía a instalarse en un amplio vestíbulo del Congreso de los Diputados. Llegó a la Cámara baja por Reyes, hace menos de dos meses.
Ese marco fue el escogido por Pedro Sánchez y Albert Rivera para escenificar su pacto de legislatura en torno a dos centenares de medidas que incluyen una reforma de la Constitución. El programa incorpora contundentes bloques sobre la democratización de los partidos, la lucha contra la corrupción, la despolitización de las más altas instancias del Estado, cambios en materia laboral y un intento por frenar la desigualdad creciente de oportunidades entre los ciudadanos.
Para presentarlo, los líderes del PSOE y Ciudadanos huyeron de la manida sala de prensa y protagonizaron una rúbrica y comparecencias con un cierto aire de solemnidad. Es el primer acuerdo de un contexto político inédito que sólo encuentra parangón en los días en los que Genovés empuñó el pincel. Es también el primer pacto de legislatura firmado por dos partidos de ámbito nacional en la historia de la democracia. Hasta ahora, los acuerdos habían sido o bien puntuales o bien estables, pero siempre con partidos nacionalistas.
El cuadro de El abrazo llegó demasiado tarde al Congreso. Es muy posible que el acuerdo de El abrazo haya llegado demasiado pronto.
Suma política, pero no aritmética
Sánchez y Rivera saben que hay un abismo entre los 130 escaños que suman en este momento y los 176 que requiere la primera votación de investidura que se celebrará el próximo 2 de marzo.
En la segunda votación, que tendrá lugar el día 5 por la mañana, PSOE y Ciudadanos sólo necesitan mayoría simple, es decir, más votos a favor que en contra. Pero también ahí sus 130 apoyos palidecen frente a la suma de 188 que reúnen PP y Podemos, que este miércoles ya anunciaron un nítido “no” al acuerdo.
Para llegar a la Moncloa, de nada le serviría sumar a algunos partidos con los que sigue negociando, como IU, Compromís, Coalición Canaria o el PNV.
Más puñetazos que abrazos en el Congreso
Más que abrazos, lo que este miércoles hubo en el Congreso fueron puñetazos. Dialécticos, claro. El primero, desde el PP a Ciudadanos y al PSOE. Poco después de que se conociera el texto del acuerdo, Fernando Martínez-Maíllo, vicesecretario general del PP, acusó a los 40 diputados de Ciudadanos de convertirse en “costaleros de Pedro Sánchez”. Del líder del PSOE dijo que “quien ha provocado el bloqueo no puede ser la solución al desbloqueo”, sobre todo si es para “derogarlo todo”.
Ciudadanos buscará en esta semana la abstención del PP, pero Mariano Rajoy se mantiene invariable en el “no”. "Algunos lo califican de pacto de salón o publicitario. Yo digo que ni es de investidura ni de gobierno", dijo a primera hora de la mañana en Antena 3.
El segundo puñetazo fue el de Podemos al PSOE. Los negociadores del grupo parlamentario comparecieron con caras muy largas ante la prensa. Su portavoz, Íñigo Errejón, lamentó que el acuerdo “va a hacer las delicias del Ibex 35”, “está redactado pensando en el PP” y condena a Sánchez a una “investidura fallida salvo que el PP conceda su abstención”. Podemos decidió plantar al PSOE, IU y Compromís en la reunión que tenían prevista para este miércoles y anunció que mientras el PSOE no se descuelgue del documento de “bloqueo”, ellos votarán “no”. Si Sánchez no es investido, se abre un plazo de dos meses para que él u otro candidato lo siga intentando antes de que se repitan las elecciones. Es ahí donde Podemos espera lograr un viraje del PSOE.
“No nos han elegido para abstenernos, por muchos editoriales que se escriban, por mucho que nos presione el PSOE”, aseguraba en los pasillos de la cámara baja uno de los dirigentes del grupo parlamentario. “Venimos de la calle y tenemos 300.000 votos menos que el PSOE. De nosotros no se puede esperar un cheque en blanco”, añadían.
El PSOE, insólitamente duro contra Podemos
El tercer puñetazo fue el del PSOE a Podemos. Antonio Hernando, portavoz del equipo negociador socialista, respondió a Errejón llamando “mentirosos” a los dirigentes de Podemos que critican medidas en materia laboral o que el salario mínimo no va a subir en la práctica. “Pablo Iglesias tiene que explicar a los votantes de Podemos por qué va a votar en contra de un candidato socialista para que haya un Gobierno de cambio en España”, dijo.
El PSOE ya está a la ofensiva. Aunque asegura que estáría dispuesto a reunirse de inmediato con Podemos, el tono de Hernando fue durísimo. “Hoy, la gran esperanza de Mariano Rajoy se llama Pablo Iglesias”. “Los que parece que sí van a votar lo mismo que el PP son los dirigentes de Podemos. Son ellos los que quieren que el PP y Rajoy sigan en el gobierno”.
A Ciudadanos le encantaría contar con una abstención del PP para investir a Sánchez. Al PSOE le gustaría que fuese Podemos quien permitiese la conformación del Ejecutivo. Pero este miércoles se quemaron los pocos puentes que quedaban antes de la investidura.
¿Y después de las dos primeras votaciones?
Tal y como adelantó EL ESPAÑOL este miércoles, el objetivo de Sánchez es sobrevivir como candidato a la investidura aunque naufraguen sus dos primeros intentos. Así lo sugirió el líder del PSOE al asegurar que su acuerdo con Ciudadanos no es de investidura sino de Gobierno y que el 'pacto de El abrazo' “no tiene fecha de caducidad”. Será, espera Sánchez, “el primero de muchos” más entendimientos en favor de una nueva etapa política en España.
A su favor tiene un argumento potente. Si tal como parece fracasan sus dos primeros intentos, Sánchez seguirá en una posición relativa mucho mejor que cualquiera de los demás partidos para seguir intentándolo hasta agotar los plazos. Su pacto sumará al menos 130 diputados (más que el PP, que sólo cuenta con 123) y ya ha puesto por escrito dos centenares de propuestas. En el PSOE confían en que si no hay un giro inesperado, el rey no tenga más remedio que seguir encomendando a Sánchez la tarea de formar Gobierno.
Bienvenidos a la precampaña
En privado, algunos dirigentes del PSOE aseguran que el 'pacto de El abrazo' no ha hecho sino abonar el camino a las urnas el 26 de junio. El acuerdo paradójicamente podría alejar a Sánchez de la investidura. Con Ciudadanos no es suficiente y sin el PP o Podemos, los números no cuadran.
En otras palabras, lo que el PSOE y Ciudadanos pueden estar abrazando de verdad es un resurgir en las encuestas. Al día siguiente de las elecciones los principales partidos daban por hecho que unas nuevas elecciones beneficiarían al PP (que arañaría votos de Ciudadanos) y a Podemos (que podría superar al PSOE).
Ahora ya no está tan claro. Sin embargo, críticos con Sánchez dentro del PSOE aseguraron en conversación con EL ESPAÑOL que el acuerdo puede haber dejado vía libre a Pablo Iglesias para reivindicarse como único partido de izquierdas. No en vano, Sánchez ha solemnizado una alianza con un partido que en campaña electoral consideraba “las nuevas generaciones del PP”.
En el PSOE aún confían en la sorpresa. “Nos preparamos para gobernar en 15 días”, aseguraba un miembro del equipo negociador socialista. Ahora, el pacto con Rivera debe ser abrazado por la militancia en una consulta en la que alrededor de 190.000 socialistas están llamados a votar, bien en urna o por internet. La pregunta no deja de ser ambigua. “El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?”. Al PSOE le quedan aún muchas etapas antes de llegar a la Moncloa. Y lo difícil de verdad, gobernar en un escenario tan complejo, sólo empezará al final de este rosario de acuerdos.