Vencer o morir. Ese parece el leitmotiv de Pedro Sánchez, que desde que en julio de 2014 llegase a la Secretaría General del PSOE se ha ido haciendo fuerte pese a las crecientes resistencias internas y embestidas externas.
Tras perder las elecciones y llevar al PSOE al peor resultado de su historia, Sánchez consiguió ser designado por el rey como candidato a la presidencia del Gobierno. Esta semana ha logrado el "sí" de Albert Rivera a su investidura, que cuenta con 130 escaños.
Sus pruebas determinantes llegan ahora. Este viernes y sábado someterá a la militancia socialista el acuerdo con Ciudadanos y la semana que viene se enfrentará a dos votaciones de investidura para las que aún no tiene los apoyos necesarios. La consulta a las bases, que se ideó como un trámite y un pulso a los dirigentes territoriales a los que pretendía quitar poder, cobra ahora más importancia. La pregunta, muy vaga, no cita a Ciudadanos en su formulación y no sólo incluye acuerdos, sino propuestas de acuerdo:
"El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno.¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?"
Estos son los principales riesgos de la consulta:
Un castigo al pacto con Ciudadanos
Cuando el 30 de enero Sánchez propuso por sorpresa la consulta, en la Ejecutiva y en las federaciones regionales del PSOE se entendió como una forma de apelar a unas bases más izquierdistas frente a unos barones que renegaban de Podemos. Si Susana Díaz (Andalucía), Javier Fernández (Asturias) o Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) no querían un pacto con Podemos, la militancia podría forzarles la mano.
Sin embargo, el único acuerdo sobre la mesa es el de Ciudadanos, a quien Sánchez llamó en campaña "nuevas generaciones del PP". Este miércoles, Compromís e IU, con los que parecía que las negociaciones avanzaban mejor que con Podemos, se desmarcaron del texto.
Si las bases son más de izquierdas que sus dirigentes, parte del voto podría ser de castigo.
Un "no" a la supresión de las diputaciones
El acuerdo de El abrazo suscrito entre Rivera y Sánchez incluye la supresión de las diputaciones. Ha sido un asunto contencioso históricamente. En el congreso del PSOE que enfrentó a Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón en febrero de 2012, el primero defendía la supresión y la segunda su vigencia. Finalmente, Rubalcaba tuvo que renunciar a su propuesta ante el riesgo de perder la votación.
Desde que se anunciase la eliminación de estos organismos, varios presidentes de diputaciones han alzado su voz. Incluso a pesar de la promesa de crear otras instituciones para los pueblos de menos de 20.000 habitantes. La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, apostó este jueves por su papel para "vertebrar y cohesionar el territorio", aunque reconoció que hay que "modernizarlas". El presidente de Aragón, Javier Lambán, durante 12 años presidente de la Diputación de Zaragoza, aseguró con ironía que "jamás" se sintió "prescindible".
Los presidentes de la Diputación de Cáceres, Jaén o Cádiz, todos socialistas, han manifestado su repulsa a la decisión. Si los líderes socialistas locales o regionales esgrimen su ascendencia sobre las bases, el voto de castigo podría ser determinante.
Un ajuste de cuentas de Andalucía
La federación andaluza, con casi un cuarto de los militantes del PSOE, ha sido muy crítica con el rumbo del PSOE desde que Pedro Sánchez está al mando.
La presidenta andaluza, Susana Díaz, se ha mostrado muy crítica con varias de las decisiones del secretario general, desde la inclusión en las listas de candidatas como Irene Lozano hasta la negociación con Podemos o la falta de ambición en la legislación laboral.
Díaz sigue manteniendo en privado que quiere optar al liderazgo del PSOE, por lo que esta consulta podría ser una oportunidad para desgastar más al líder socialista.
Una baja participación
No hay precedentes de una consulta de este tipo, que ha adaptado las normas de las primarias a la presidencia del Gobierno, incluyendo el censo de militantes.
Un 66% de los militantes del PSOE participaron en las primarias que eligieron a Pedro Sánchez secretario general, pero es improbable que este sábado alcance esa cota, incluso pese al voto electrónico facilitado para esta ocasión por la Ejecutiva.
Perder la consulta
Ningún dirigente del PSOE prevé ese escenario. Tampoco los críticos con Sánchez, que creen que habrá un importante voto de castigo y una baja participación, algo que cuestionaría más al líder socialista pero que le permitiría al mismo tiempo asegurar que ha pasado la prueba.