Lo último que le faltaba al PP valenciano en un mes en el que ha estallado la 'operación Taula' con 24 detenidos entre políticos y empresarios presuntamente involucrados en una trama corrupta de mordidas de contratos y financiación ilegal, y en el que se ha acabado imputando a todo el grupo municipal de Valencia en una investigación por blanqueo que ya apunta a la exalcaldesa, Rita Barberá, es que reaparecieran viejos fantasmas.
Y sin embargo esto es lo que ha pasado con la inaudita rueda de prensa de retorno del expresidente valenciano Francisco Camps y la comparecencia pública de la senadora Barberá. Dos actuaciones (o sobreactuaciones) de autoafirmación de quienes un día lo fueron todo en el partido y que, bien por su reaparición o bien por lo dicho en ellas, implica una regresión a las formas y actitudes que los nuevos dirigentes quieren enterrar. “Con todo lo que nos llueve”, lamentó un dirigente popular.
La particular semana de los fantasmas comenzó el lunes. Casi al mismo tiempo en el que Alfonso Grau, exvicealcalde de Valencia y quien fuera durante años la mano derecha de Rita Barberá, era conducido a la comandancia de la Guardia Civil tras su detención por una causa de presunto cohecho en la que está imputado (investigado), Francisco Camps reaparecía de forma sorpresiva en un hotel de la ciudad. Lo hacía después de que la Cadena Ser informara de que la UCO manejaba un informe que lo sitúa como el “recaudador” de las cajas B del partido en la Comunidad Valenciana. Hacía años que el expresidente no comparecía públicamente y menos para dar una rueda de prensa.
Camps saltó a la escena pública tras años de silencio para negar tajantemente las informaciones (intentó en vano que un juez impidiera la publicación y difusión). Su retorno a los focos fue acompañado de manifestaciones y formas que el PP trata de abandonar.
El expresidente es el ejecutor de despropósitos que han dañado la imagen y vaciado las arcas públicas de la Comunidad Valenciana con desfalcos como el que ha supuesto la Fórmula 1 (un caso que está siendo investigado por un juzgado y en el que está imputado Camps) y el resto de la borrachera de grandes eventos.
También es responsable político del ninguneo a las víctimas del metro en Valencia y deberá comparecer en las Cortes Valencianas en una nueva comisión de investigación que busca responsables políticos de la tragedia. La Audiencia Nacional acaba de mandar al banquillo por presunta financiación ilegal a Ricardo Costa y Vicente Rambla, excargos de la cúpula del PP valenciano bajo la presidencia de Camps.
La teoría de la absolución por las urnas
Y con todos estos antecedentes, el expresidente no tuvo reparos en argumentar que si se presentaba a las elecciones ganaría “de carrera” y de forma “fácil”. Sería “una cosa sencilla”, insistió. Un argumento que desvincula el tener un impecable recorrido político y estar ausente de sospechas con los requisitos para presentarse a unos comicios.
La tesis campó durante años entre los populares valencianos, entre ellos el expresidente de la diputación de Castellón, ahora en prisión por cuatro fraudes a Hacienda, Carlos Fabra. Era la teoría de la absolución por las urnas que acuñó el propio Fabra. Viejos fantasmas.
Rita Barberá no había abandonado la política pero la pérdida del feudo de Valencia llevó al PP a situarla en un cómodo destierro en el Senado, a gozar de aforamiento, y a apartarse considerablemente de la política valenciana. La imputación de medio centenar de concejales, exconcejales y asesores en la pieza por el presunto blanqueo de 50.000 euros en la agrupación popular local, así como la detención de personal de confianza en el consistorio, la situaban en el centro de la tormenta.
El expresidente de la Generalitat y del PP valenciano, Alberto Fabra, llegó a admitir que era “difícilmente creíble” que Barberá no supiera nada de lo que ocurría si todo su entorno estaba siendo investigado.
La comparecencia pública de la exalcaldesa había sido algo reiteradamente reclamado por dirigentes del partido en Madrid y en Valencia. Pero cuando finalmente salió no lo hizo para dar explicaciones (lo negó todo y se refugió tras el secreto de sumario), sino para reafirmarse y apelar a las viejas formas. “Parece que ya tenemos que poner las cosas claras”, dijo antes de arrancarse.
Estatutos frente a líneas rojas
Días atrás, la presidenta de los populares valencianos, Isabel Bonig, aseguró que pediría el acta a los concejales imputados en la causa por el presunto blanqueo (tras una rebelión de los afectados ha trasladado la decisión al levantamiento del sumario) y que actuaría de la misma forma en el caso de que ocurriera lo mismo con Barberá. El escándalo la llevó además a liquidar la ejecutiva local y nombrar a una gestora y anunciar un congreso extraordinario con un objetivo de regeneración. Eran pasos entendidos dentro de los intentos por separarse de actuaciones pasadas.
En estas estaban cuando llegó Barberá y renegó de estos pasos hasta el punto de asegurar taxativamente que ella sólo cumplirá los estatutos del partido y, para más aclaración, leyó los artículos que recogen que cuando haya imputación judicial por caso de corrupción solo se procederá a abrir un expediente informativo, que se transformará en disciplinario si hay señalamiento de juicio. Nada más. “Los estatutos están para cumpliros”, añadió.
También criticó el proceso que Bonig ha iniciado para lavar la cara al PP valenciano. “Es un día bochornoso y un día negro (…) El PP ha iniciado un proceso de regeneración y cambio que no tiene vuelta atrás”, dijo Bonig tras producirse los arrestos. El proceso, se diría más tarde, sopesó incluso hasta un cambio de nombre del partido. Barberá no desaprovechó la ocasión para demostrar su enfrentamiento a la nueva cúpula valenciana: “No sé por qué hay que hablar de refundación. Eso en mi partido ya se trabajó, se renovó e hizo lo que tenía que hacer”. La senadora arremetió incluso con las nuevas caras y nuevas voces. “Les pido templanza y sosiego”, añadió.
La senadora ha sido citada por las Cortes Valencianas para dar explicaciones este lunes. Todavía no ha aclarado si asistirá. “No me voy a someter a tribunales populares, inconstitucionales y totalitarios”, manifestó.