El Ayuntamiento de Vitoria ha tributado esta mañana un homenaje a una víctima de ETA, Pedro Ortiz de Urbina, que por primera vez desde que pusiera en marcha este año su campaña por la memoria ha contado con la participación de la familia del homenajeado.
Teresa, hermana del subcomisario de policía retirado asesinado el 1 de marzo de 1984, y tres sobrinos de la víctima han asistido a la ofrenda floral organizada por el alcalde de la ciudad, Gorka Urtaran, junto al portal donde se perpetró el atentado, en el número 24 de la calle Judimendi.
Su presencia alivia la situación en entredicho de Urtaran, que ha seguido adelante con los homenajes pese al rechazo con la que hasta ahora había sido recibida su iniciativa entre los familiares de las víctimas de la banda terrorista.
En los dos anteriores tanto las hijas del jefe de los Miñones, Jesús Velasco, como el yerno del militar Sergio Borrajo, declinaron participar en desacuerdo con las políticas de memoria desarrolladas por el Gobierno vasco, que secunda el Ayuntamiento de Vitoria, porque consideran que “equipara injustamente” a todas las víctimas de la violencia.
El gobierno municipal, en manos del PNV, pretende homenajear a lo largo del año a las 42 víctimas -32 responsabilidad de ETA y 10 de las FSE- identificadas en Vitoria por un estudio del Gobierno vasco sobre vulneraciones del derecho a la vida entren 1960 y 2011.
Pedro Ortiz de Urbina estaba viudo y, ya retirado de la Policía, trabajaba como veterinario en el matadero municipal cuando tres terroristas utilizaron a la portera para que les abriera la puerta de su domicilio y le dispararon en el pecho y la cabeza causándole la muerte. Contaba con 63 años y no tenía hijos.
“Honrar su memoria”
Ni su hermana Teresa, ni sus sobrinos, han querido hacer declaraciones durante el acto de homenaje, en el que han participado todos los grupos políticos. El alcalde ha incidido en que “todas las víctimas necesitan conocer la verdad, que se haga justicia y se depuren responsabilidades”. “Esa es la política de reparación que estamos haciendo y seguiremos haciendo con todas las víctimas a lo largo de este año. Todas ellas han visto vulnerado su derecho a la vida y todas deben recibir el mismo trato”, ha señalado.
La siguiente fecha marcada en rojo por ETA en el calendario vitoriano es la del 5 de marzo. La organización terrorista ametralló en 1978 un vehículo policial en el barrio de Zaramaga. Los agentes Joaquín Ramos Gómez, natural de Sevilla, de 26 años, y Miguel Ángel Raya Aguilar, de Jaén, de 28 , murieron en el acto. Su compañero, José Vicente del Val del Río, burgalés, de 21 años, falleció en el hospital 25 días después.
El homenaje en su recuerdo se celebrará el próximo lunes, día 7 y desde el Ayuntamiento confirman ya la asistencia de la viuda de Joaquín Ramos, que junto a una hermana y su marido acudirá previamente a una recepción en la Casa Consistorial donde se le entregará una placa conmemorativa. Un portavoz asegura que las otras dos familias se han mostrado agradecidas por la iniciativa municipal, pero “por razones de edad o por no querer recordar momentos tan dolorosos” han excusado su desplazamiento hasta la capital alavesa.
Obligado a suspender un homenaje
La reacción de las últimas familias convierte en desigual la respuesta que está empezando a obtener Urtaran entre las víctimas de ETA, aunque el Ayuntamiento ya cuenta con que la contestación pueda ser mayoritariamente negativa entre los allegados de los 32 asesinados en Vitoria, sobre todo entre los que se agrupan en asociaciones como Covite, Colectivo de Víctimas del Terrorismo, muy crítico con las políticas de memoria del PNV.
De hecho, los familiares de Carlos Díaz Arcocha, Antonio Recio y Eugenio Lázaro, asesinados los días 7 y 23 de marzo y 13 de abril, ya adelantaron a El Español su intención de seguir los pasos de las hijas de Jesús Velasco y del yerno de Sergio Borrajo y no acudir tampoco al homenaje municipal.
Es más, Urtaran se ha visto obligado a suspender la ofrenda con la que proyectaba recordar a Díaz Arcocha por expreso deseo de la familia. Su hija, Teresa Díaz Bada, que actúa como portavoz, ha solicitado expresamente que no se utilice el nombre de su padre. El Ayuntamiento tampoco homenajeó en un acto propio al dirigente del PSE-EE, Fernando Buesa, y a su escolta, el ertzaina Jorge Díaz, pero en ese caso porque se sumó a la ofrenda floral anual que cada 22 de febrero organizan los allegados de las víctimas y el PSE-EE en el lugar donde fueron asesinados.
La familia de Díaz Arcocha, que rompió relaciones con el Gobierno vasco cuando Jonan Fernández se hizo cargo de la Secretaria de Paz y Convivencia, considera que los homenajes son “un paripé” y que mezclar a unas víctimas con otras genera confusión y avala la teoría nacionalista del conflicto que legitima a ETA.
“Sacarlas del anonimato”
El Ayuntamiento se ha mostrado siempre “respetuoso” con la decisión de las familias y evita en todo caso entrar en polémica con ellas, adaptando los homenajes a sus deseos e incluso llegando a suprimirlos si es su voluntad. “Los dos primeros no se suspendieron porque aunque las familias no participaron nos expresaron su agradecimiento por el acto y no nos pidieron que no se celebraran”, aseguran fuentes municipales.
El Consistorio no discrimina entre víctimas de ETA y de abusos policiales a la hora de homenajear a unas y otras con idénticos actos el día en el que sufrieron la violencia que les originó la muerte. El alcalde se muestra convencido, según ha recordado a El Español, de que “todas las víctimas se merecen” que la ciudad les rinda homenaje, sacándolas en algunos casos del anonimato en el que se encuentran porque nunca han sido objeto de reconocimiento.
Cuatro días antes de que recuerde a los tres policías asesinados por ETA, el Ayuntamiento homenajeará , con una recepción y una ofrenda, a los cinco obreros que murieron como consecuencia de una carga policial en 1976 durante la disolución de la asamblea celebrada en una iglesia. Cuarenta años después instituciones y colectivos ciudadanos se vuelcan en la organización de distintos actos para exigir reparación y que no se olvide lo ocurrido aquel 3 de marzo.