Nagua Alba, la psicóloga que liderará Podemos en el País Vasco, es tan joven que la mayoría de los casilleros de su vida - y no sólo los de la declaración de bienes que la formación morada impone a sus cargos- permanece sin rellenar, en blanco. En la web del partido acredita una beca de postgrado y haber participado en un equipo para la realización de un cortometraje. Los demás datos, económicos, apenas reflejan ingresos que no llegan a la mitad del salario mínimo interprofesional y una cantidad algo mayor ahorrada.
Tiene tan sólo 25 años y acaba de imponerse a otras tres candidatas, con más páginas tras de sí, para encabezar un partido que consiguió ser el más votado en el País Vasco en las últimas elecciones generales.
Su triunfo en estas primarias está muy conectado al conseguido el 20-D, al que Podemos llegó con una fuerte crisis interna tras la dimisión de su secretario general, Roberto Uriarte, disconforme con los criterios impuestos desde Madrid por el aparato del partido y la falta de autonomía de la dirección vasca.
Podemos confió a Nagua Alba y Eduardo Maura la constitución de una gestora que aguantara el tirón electoral y el encargo de encabezar las candidaturas vascas. No defraudaron, su éxito fue rotundo. Aquella victoria concedió a Alba una acta por Gipuzkoa y el título de haber infligido una gran derrota a la izquierda abertzale y superado en votos al PNV. Fuera o no fruto del tirón de Podemos en España, no es extraño que pretenda encarnar ese espíritu de victoria desde el que asaltar Ajuria Enea en los comicios autonómicos del próximo otoño.
Oficialista
Sobre esa credibilidad alcanzada en las urnas ha edificado su campaña en estas primarias que le han dado la secretaria general y colocado en ella a una persona afín a la línea oficialista representada por el equipo de Iglesias.
Ella ha rehuido la imagen de la tutela y ha intentado sin conseguirlo quitarse de encima la definición de estar “demasiado supeditada a Madrid”.
Es difícil hacerlo cuando, además de lo ya expuesto, su candidatura recibió el apoyo expreso de Iñigo Errejón, número dos del partido, y cuando forma parte del Consejo Ciudadano estatal. Otro dato, el hermano de la mano derecha de Pablo Iglesias, Guillermo Errejón, integraba su lista, Aurrera Begira (Mirando hacia adelante), que ha copado el nuevo Consejo Ciudadano, con 29 de sus 34 miembros.
Su misma residencia actual, en Madrid, tampoco ayuda a deshacer el estereotipo de ser “la voz de Madrid en Euskadi” con la que se le ha castigado durante la pasada campaña, en la que la ahora líder de Podemos ha contrarrestado las críticas con llamamientos a la unidad y a mirar hacia adelante para cerrar la crisis abierta en la comunidad autónoma. Estar en consonancia con el proyecto a nivel estatal, se defiende, no implica no tener un discurso propio para Euskadi y abordar sus cuestiones específicas, como el Concierto Económico.
Con Juventud sin Futuro
Nagua Alba, de padre egipcio y madre española, ha vivido y crecido en el País Vasco, pero en 2014 fijó su domicilio en la capital española. Ella se define como activista que ha formado parte de numerosos movimientos sociales y estudiantiles.
Su ingreso en Podemos se produjo a través del grupo Juventud sin Futuro que le instó a trabajar en redes sociales, función que desempeña ahora en el Consejo estatal de la formación morada, donde coordina todas las cuentas que la organización mantiene en cada uno de los territorios.
La nueva secretaria general, elegida con el 36% de los apoyos, confesaba hace poco en una entrevista a El Mundo haber votado en una ocasión a IU y en otra a Bildu. Se definía como donostiarra y vasca pero si se “avergonzaba” de ser española era más bien por la corrupción y los recortes del PP que por un problema identitario.
Con los presos
Como todos los dirigentes de Podemos, Alba también defiende el derecho a decidir y considera que la ciudadanía vasca debe ser consultada si así lo desea, pero promover ahora mismo un referéndum no parece que entre dentro de sus prioridades .
Más contundente con la inmediatez ha sido al referirse a los presos de ETA. Ha abogado por su acercamiento a las cárceles vascas y le ha disputado a la izquierda abertzale una de sus banderas, entrando en su territorio al celebrar un acto electoral del 20-D frente la cárcel de Martutene . Allí reivindicó que quien mejor que su formación, surgida tras el cese de la violencia de ETA, para convertirse en el “agente de la convivencia” que tanto necesita el País Vasco.
Su discurso de carácter interno de no enfangarse en las rencillas anteriores y profundizar en lo que une a las distintas corrientes del partido se extrapola al exterior cuando reconoce la necesidad de llegar a acuerdos con las fuerzas de izquierdas. En su órbita están lógicamente PSOE y EH Bildu, aunque no manifiesta preferencias y sí le recuerda a la izquierda abertzale que no basta con coincidir en los asuntos socioeconómicos.
En un partido joven, su juventud para liderar una organización tan importante como el País Vasco no ha representado un problema. Por delante tiene la ingente tarea de aglutinar a las bases, tan divididas en estas primarias, y de motivar su participación, tan escasa en estas votaciones (21,55%).
La proximidad de los comicios vascos le hará de afrontar de inmediato el proceso de elección de un candidato a lehendakari capaz de rivalizar al mismo tiempo con Íñigo Urkullu y Arnaldo Otegi. Su objetivo es desbancar a esa “casta vasca parapetada en las instituciones” tal y como aludían al PNV – haciéndolo su principal adversario – en el manifiesto fundacional de Aurrera Begira.
Alba, consciente del reto, expresaba tras su proclamación como secretaria general su agradecimiento en twitter por los apoyos recibidos y llamaba a construir un Podemos Euskadi a la altura de la “gran responsabilidad” recibida. Tiene todo el futuro por delante.