No ha habido buenas palabras para Sergio Pascual en su despedida como secretario de Organización. Horas después de que se conociese que Pablo Iglesias había decidido fulminar al número tres de Podemos, los más cercanos al líder del partido emergente no ahorraron en críticas a la labor del guillotinado. Uno tras otro, Rafa Mayoral, Irene Montero y Juan Carlos Monedero, todos ellos próximos y leales a Iglesias, justificaron una decisión que, sin embargo, ha provocado un hondo malestar, por el fondo y la forma, tanto entre los afines a Íñigo Errejón, por motivos obvios, como entre otros miembros de la formación, que se enteraron por los medios de la decisión.
El primero en abrir fuego fue Rafa Mayoral, que justificaba la "necesidad de realizar cambios en el ámbito de la política organizativa" porque Sergio Pascual no había sido capaz de contener las "vías de agua" abiertas en el partido. Y mencionaba que los errores del saliente eran "evidentes" en la gestión de diversas crisis territoriales que han azotado al partido.
Mucho más dura era la jefa de Gabinete de Iglesias y portavoz adjunta en el Congreso, Irene Montero, que respaldaba la decisión del secretario general porque Pascual era "el "máximo responsable" ante "problemas organizativos" de la formación que a su entender ha gestionado de forma "deficiente" e "inadecuada". Además, aseguraba que el saliente no había sabido afrontar los problemas y restaba dramatismo al caso porque "esto forma parte de la normalidad".
Mucho más duro fue Juan Carlos Monedero. El fundador de Podemos enviaba a sus correligionarios un mensaje en Telegram que incluía varios dardos contra Pascual y, por extensión, contra Errejón. No puede olvidarse que un año atrás Monedero dejó sus cargos en la dirección tras un enfrentamiento contra Errejón. Entre otras cosas, el profesor universitario decía que "en la organización que a mí me gustaría tener, Pascual, como cualquier otro, hubiera dimitido después de la crisis madrileña". Criticaba que los dimisionarios de Madrid -todos afines a Errejón- "dan más importancia a su situación personal que al proyecto colectivo". Además, afirmaba que "no entiendo que nadie en Podemos se aferre a los cargos".
El contraste entre unos y otros
La postura de los afines a Iglesias contrasta sobremanera con los partidarios de Errejón. Mientras los primeros han justificado lo acontecido, los segundos se han mantenido en silencio, con solo una excepción. El propio Errejón no ha hecho declaración pública alguna. Y sus colaboradores más cercanos se han limitado a retuitear el mensaje que publicó el número tres de Podemos una vez que se conoció que había sido despojado de sus responsabilidades.
La única excepción en ese silencio de los errejonistas fue la de Emilio Delgado, que fue el primero en dimitir de sus responsabilidades en Madrid la semana pasada. En un tuit decía que "tenemos una idea de la responsabilidad, de la belleza y de los cuidados bien distinta", en clara respuesta al artículo "Defender la belleza" publicado este martes por Iglesias horas antes de fulminar a Pascual. Estos mensajes de Delgado prueban que los ánimos siguen encendidos en el seno del partido morado. Justo al contrario de la tesis que se había extendido durante el fin de semana pasado.
Cuando a finales de la pasada semana Iglesias y Errejón se reunieron para sofocar la crisis surgida en Madrid, todo hacía indicar que las aguas, aunque revueltas, volverían poco a poco a su cauce. Diferentes caras visibles de Podemos de las diferentes corrientes, entre ellas los números uno y dos, negaban que existiera la guerra interna y sugerían que había una suerte de conspiración de "las oligarquías, el Ibex 35 y algunos medios" para erosionar al partido morado de cara a las negociaciones de investidura con el PSOE. Amén de declaraciones, hubo bromas en las redes sociales por parte de unos y otros. Pero la batalla, aunque soterrada, continuaba.
Ni luz ni taquígrafos
Una vez que este martes trascendió que Iglesias había decidido prescindir de Pascual, mano derecha y gran amigo personal de Errejón, las tornas cambiaron de nuevo. Hay guerra interna. Y parece que es para rato. Entre el sector que se ha dado en llamar errejonista, la decisión de Iglesias ha caído como un jarro de agua fría. No se lo esperaban. Y no les han gustado ni las formas ni el fondo de la cuestión.
Es innegable que Podemos es un partido abierto, con mucho más debate interno de lo habitual en las viejas maquinarias del bipartidismo. Pero no es menos cierto que lo normal en las filas moradas es que haya debates o asambleas de carácter abierto. Las decisiones suelen ser colegiadas. En el caso de Sergio Pascual, no ha sido así. Ni luz ni taquígrafos. En el partido, más allá de las caras más visibles, se interpreta la maniobra de Iglesias como un intento para atajar de raíz la crisis surgida la pasada semana en la Comunidad de Madrid. Y también como una forma de tomar el control de una parte, la organizativa, que hasta ahora el secretario general había dejado en manos de Errejón.
Explicaciones en el próximo Consejo Ciudadano
Pero no solo los errejonistas se han visto sorprendidos. También hay asombro y preocupación tanto en otras familias que conviven en Podemos como en algunos independientes de otros partidos que hoy son diputados porque se sumaron a las listas electorales merced a las confluencias. Está previsto que Iglesias ofrezca explicaciones a todos los dirigentes de la formación en el próximo Consejo Ciudadano estatal. Para esta reunión todavía no hay fecha. Pero, si se respetan los estatutos, como es habitual, se debería celebrar antes del próximo 2 de abril.
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