Santiago Pedraz tiene 57 años (Salamanca, 1958) y una melena castaña eternamente joven. De corbata alegre, barba aleatoria y pitillo ocasional, convierte en pasarela la entrada a los tribunales. Perseguido por las cámaras, a las que seduce con cercanía y pelo al viento, es uno de los jueces estrella que ayuda a los periodistas a cuadrar sus titulares. 'Pedraz' ocupa mucho menos espacio que 'juez del Juzgado Central de Instrucción nº1 de la Audiencia Nacional'.
Pide portada con frecuencia y encarna el arquetipo de magistrado 'progre' en España. Sus dos últimos asaltos a las primeras páginas: “Moreira contrató a Garzón, Garzón 'fichó' a Pedraz y Pedraz puso en libertad a Moreira” y “Pedraz exoneró al principal donante de la Fundación Garzón, acusado de comprar políticos en Angola”.
La relación entre estos dos jueces -íntimos amigos- viene de lejos. Su primer cruce de caminos profesional fue en los ochenta. El último, la excarcelación de Moreira y la exoneración del principal donante de la Fundación Garzón.
De Costa Rica a San Sebastián
Santiago Juan Pedraz Gómez viajó a Costa Rica cuando era un niño. Su padre, subdirector de la agencia EFE en su día, escribía desde allí como corresponsal. A Pedraz le gusta la cocina exótica y, según expresó su mujer en una entrevista, tiene que ver con su infancia al otro lado del charco.
Con 26 años tomó posesión de su primera plaza de judicatura. Fue en Villacarrillo -un pueblo de Jaén de 11.000 habitantes-. Por allí había pasado pocos años antes otro juez de futuro prometedor, Baltasar Garzón. Un año después, en 1985, el cruce fue directo y se vieron las caras en Almería, adonde fue destinado Pedraz.
Tras pasar por Cabra -municipio cordobés con un censo de 20.000 personas-, Santiago Pedraz llegó a San Sebastián. Morían los ochenta y el joven juez se instalaba en una plaza nada apetecible para un magistrado recién hecho.
Desencuentros con la policía
Poco después de llegar, sus compañeros le nombraron decano de los juzgados de la ciudad guipuzcoana. Allí tuvo algunos desencuentros con la Policía y la Audiencia Provincial. En agosto de 1989, una manifestación terminó con varios heridos. Pedraz vio “indicios de criminalidad” en la actuación de los cuerpos de seguridad, pero la Audiencia declaró “nulo” su auto. Además de esta decisión, tampoco gustó a la Policía que Pedraz sometiera a ochenta agentes a una rueda de reconocimiento tras la denuncia de una manifestante que aseguraba que Mikel Zabalza -hallado muerto en el río- fue golpeado por una porra.
En 1992, Pedraz llegó a Madrid como letrado jefe del área de formación del Consejo General del Poder Judicial. Lo hizo aupado por Juan Alberto Belloch, ministro de Justicia e Interior con González y por aquel entonces vocal del Consejo.
Antes de llegar a la Audiencia Nacional, pasó por los juzgados de lo penal, instrucción, primera instancia y la sala de lo penal de la Audiencia Provincial de Madrid. En 1999, un estudio del colegio de abogados de la capital calificó su departamento como uno de los más eficientes de Plaza de Castilla.
La amistad con Garzón
En 2003, alcanzó la Audiencia Nacional -su destino soñado- como magistrado de la sala de lo penal. En el edificio de la calle Génova afianzó su amistad con Baltasar Garzón. Solían tomar el aperitivo juntos. A veces también se unía el juez Fernando Andreu. Cuando el magistrado de la Gürtel fue inhabilitado por las escuchas ilegales, su amigo Pedraz le aplaudió a las puertas de la Audiencia en su último día de trabajo. También le acompañó al Supremo cuando se inició el juicio.
En 2005, mes y medio después de convertirse en titular del Juzgado Central de Instrucción nº1 de la Audiencia, los periódicos imprimieron su nombre en portada y los ilustradores pintaron y repintaron en página esa cabellera sólo posible gracias a la piedra filosofal. Pedraz había rechazado procesar al terrorista Iñaki de Juana Chaos, culpable de veinticinco asesinatos.
De Juana estaba a punto de salir de la cárcel. Entre rejas, escribía artículos para el diario Gara. El fiscal apreció en dos de ellos -'El escudo' y 'El gallizo'- indicios suficientes para procesarlo por delitos de pertenencia armada y amenazas, pero Pedraz no lo vio así y ordenó la “inmediata” puesta en libertad del terrorista en lo que a esta causa se refiere al considerar que ya estaba todo investigado. La sala de lo penal revocó su decisión y el juez tuvo que procesar a De Juana, que sería condenado a doces años de prisión, aunque el Supremo terminara rebajándolo a tres.
“Está seguro de lo que ha hecho. No ha dudado ni un segundo”, dijo su esposa Paula Arenas al suplemento Crónica aquel año. Tras su controvertida postura, Pedraz subió a la palestra mediática y no se ha bajado todavía. Cambió la moto de alta cilindrada por el coche oficial y comenzó a ser reconocido como el 'Ken' -novio de Barbie- de los tribunales, lo que nunca le gustó. Las cámaras se tornaron habituales en sus juicios, pero no le importó. Lleva familiarizado con el periodismo desde niño.
Rodea el Congreso
El 25 de septiembre de 2012, miles de personas rodearon el Congreso de los Diputados. La Policía denunció a los ocho organizadores de la manifestación por un presunto delito contra las instituciones del Estado. Pedraz hizo prevalecer el derecho a la libertad de expresión y, en contra de los cuerpos de seguridad, aseguró que aquellos que se agolparon en la Carrera de San Jerónimo en ningún momento trataron de invadir la Cámara. El magistrado llegó a referirse a “la convenida decadencia de la denominada clase política”.
La muerte de José Couso
El año pasado, se vio obligado a archivar el 'caso Couso' tras la reforma de la justicia universal puesta en marcha por el PP. “El flexo no podrá mantenerse encendido”, dijo un Pedraz ya más que acostumbrado a hablar en titulares. José Couso, fotógrafo de Telecinco, murió en Irak al ser alcanzado por un proyectil del ejército de Estados Unidos. Pedraz llegó a viajar a Bagdad para inspeccionar los alrededores del Hotel Palestina, donde falleció Couso. También envió una comisión rogatoria al país norteamericano para tratar de interrogar a los tres militares estadounidenses que conducían el tanque que disparó, pero la medida del PP frustró sus planes al restringir la capacidad de la Justicia española de perseguir delitos cometidos en el extranjero.
El último episodio mediático lleva el título de Guillermo Zapata, concejal de Ahora Madrid. En 2011, este antiguo guionista de Hospital Central escribió en Twitter: “Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcasser para que no vaya Irene Villa a por repuestos”. Además, la cuenta de Zapata recogía burlas al Holocausto. Pedraz, encargado del caso, lo ha archivado en tres ocasiones. La última, dijo: “Se trata de palabras que no pueden, como tales, criminalizarse. En las dictaduras se puede procesar a la gente por lo que hace y no por lo que dice”.
Pero el asunto no terminó ahí. Pedraz publicó en su cuenta de Twitter el auto del caso tan sólo media hora después de notificarlo. El mensaje en la red social sorprendió a sus más de veinte mil seguidores ya que, desde noviembre de 2011 -cuando creó su cuenta-, tan sólo había publicado once tuits, y ninguno de este calibre. El mensaje de Pedraz suscitó la crítica del ministro de Justicia que aseguró que el juez podría enfrentarse a una investigación si queda probado que colgara el auto en redes sociales antes de hacérselo llegar a las partes implicadas.
Santiago Pedraz lleva trece años en la Audiencia Nacional. Han pasado más de treinta desde que tomara posesión de su primera plaza de judicatura en aquel pueblecito de Jaén. El hombre que desmelena la Justicia sigue dando portadas. ¿Cuál será la próxima? “¿Será verdad que estamos en una época en la que el futuro ha dejado de esperarse para pasar a temerse?”, se preguntó a sí mismo un inspirado Pedraz en Twitter el 15 de junio de 2013.