Se acabó el recreo. En las próximas cinco semanas, la política española será testigo de cinco decisiones clave que marcarán el futuro de los principales partidos y del país. Ese es el tiempo que transcurre hasta el 2 de mayo, el último día para elegir a un nuevo presidente del Gobierno antes de que se disuelvan las cámaras y se convoque la repetición de las elecciones para el día 26 de junio.
Al margen de la zozobra institucional sin precedentes, los principales dirigentes políticos se han tomado con religioso escrúpulo las vacaciones de Semana Santa. Y algo más. Desde el 20 de diciembre y con la única excepción del acuerdo logrado por Pedro Sánchez y Albert Rivera, los cuatro principales partidos se han dedicado tan poco a buscar una salida al laberinto de la gobernabilidad que este domingo de Resurrección bien podría ser rebautizado como el del desperezamiento.
"Hasta ahora hemos estado perdiendo el tiempo. ¿Cómo se explica si no que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que tanto dicen querer pactar, no hayan encontrado un hueco en su apretada agenda para reunirse antes de Semana Santa, como habían anunciado? ¿Es que hay algo más importante en la agenda de un líder político en un momento como este que reunirse para que haya Gobierno?", se pregunta un veterano socialista en conversación con este diario.
En un descanso del único pleno ordinario que se ha celebrado en esta legislatura, un parlamentario se entregaba al sarcasmo. "Como dicen en Cuba, hacemos como que trabajamos y el Gobierno hace como que nos paga", reconocía el diputado con elocuente sinceridad. Eso sí, los diputados y senadores sí cobran como si las cámaras fueran una frenética máquina legislativa.
La vuelta de Semana Santa marca el inicio de la cuenta atrás. Los próximos 36 días son los de las decisiones hacia dentro y hacia fuera. La más importante es personal e intransferible y corresponde a Susana Díaz.
La presidenta de la Junta de Andalucía tendrá que decidir si da el salto a Madrid anunciando que aspira a desbancar a Sánchez como secretario general del PSOE. Tiene a su disposición una ocasión perfecta y con fecha en el calendario: el congreso interno del PSOE convocado ya para el mes de mayo. La líder de los socialistas andaluces repite en privado que tiene decidido dar el paso y su equipo cuenta y recuenta sus apoyos fuera de Andalucía. Díaz ha aprovechado el parón de la Semana Santa para mantener algunas conversaciones con los los que ella considera sus aliados clave.
1. Susana Díaz, ahora o (probablemente) nunca
La presidenta andaluza goza de la simpatía de una mayoría de dirigentes territoriales, los llamados 'barones'. Los presidentes de la Comunidad Valenciana, Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón o Asturias la ven al frente del PSOE. Creen que lo haría mejor que Sánchez, que condujo al PSOE a la mayor derrota en las urnas de la democracia, algo que los barones no olvidan pese a que su líder haya ocupado el centro del tablero como candidato a la investidura.
Díaz cuenta además con el apoyo de algunos históricos del PSOE, reunidos en torno al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. El entorno de otros dirigentes de peso, como Carme Chacón, que ha reservado mucho sus cartas en los últimos meses, le han advertido de que si quiere intentarlo, debe hacerlo ahora ante el riesgo de que el tren no pase una segunda vez. "Es ahora o nunca", señalan.
Díaz lo tiene decidido, según asegura en privado, así que la pregunta no es el qué sino el cómo y sobre todo el cuándo. El calendario del PSOE se mezcla con el de las negociaciones de Gobierno, que concluye el día 2 de mayo. El proceso del congreso interno comienza el próximo 11 de abril con la presentación de precandidaturas y la recogida de avales. De querer subirse al tren del congreso, Díaz tiene dos semanas como máximo para hacerlo público. Estas son sus tres opciones:
El botón nuclear: anunciarlo ya y presentarse al congreso interno del PSOE que, como está previsto, se tendría que celebrar en mayo.
La enésima prórroga: aceptar que se retrase el congreso del PSOE y disputar a Sánchez la candidatura del PSOE si se repiten las elecciones tras agotar el plazo para formar gobierno.
El repliegue: aceptar a Sánchez como candidato a las elecciones y volver a considerar dar el salto si el PSOE sufre otro batacazo.
Cuanto más se retrase el anuncio más aumenta la posibilidad de que pueda acabar frustrándose. Y los que la quieren como secretaria general no tienen claro que deba dar el paso en estos momentos. En la agenda hay fijada una reunión de Sánchez con Iglesias. Ambos mantienen encendida la llama del acuerdo y la mayoría de presidentes autonómicos socialistas también. No en vano dependen de Podemos para gobernar.
Este sábado, el secretario de Organización del PSOE de Castilla-La Mancha dejó clara la postura de su federación. "No es el momento de liarnos en un congreso en estas fechas. Ahora hay que dedicarse a trabajar en lo que estamos, que es la formación de Gobierno", dijo Jesús Fernández Vaquero que sin duda comparte el presidente regional Emiliano García-Page.
"No habría ningún tipo de problema en cambiar la fecha", aseguró Vaquero en una entrevista concedida a Europa Press. "Mal haríamos si lo que le trasladamos a la ciudadanía ahora que está buscando como agua de mayo un Gobierno para este país, que lo que le ofreciéramos desde el PSOE es que nos vamos a enzarzar entre nosotros a ver quién es el secretario general", según dijo a principios de semana Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura.
El presidente de Aragón, Javier Lambán, apostó esta semana por "posponer esa decisión hasta que esté absolutamente despejada la incógnita de la formación de un Gobierno en España". "La agenda institucional debe estar por encima de la agenda orgánica", en palabras de Antonio Pradas, diputado por Sevilla y miembro de la Ejecutiva de Sánchez, pero fiel susanista.
Además del cuándo, Díaz se enfrenta al cómo y estudia la manera en la que dar el paso sin que pueda ser tachada de oportunista o de priorizar sus intereses personales a los del país. En otras palabras, Díaz no quiere aparecer como un Bruto que apuñala al actual César mientras este intenta un pacto que podría acabar con un socialista en La Moncloa. Las bases del PSOE podrían hacérselo pagar muy caro en la votación de las primarias al liderazgo que de momento sigue fijada para el 8 de mayo.
"Nadie en su sano juicio intentaría algo así, porque supondría abrir el partido en canal y no resistiríamos. Estallaría el universo", asegura un miembro de la Ejecutiva, muy próximo a Sánchez. Tan es así que hay quien aconseja a Sánchez mantener la fecha del congreso y no retrasarlo con el convencimiento de que Díaz "va de farol" y que Sánchez será de todos modos el único candidato. Ese mismo razonamiento llevaría a Díaz a pedir ella misma el aplazamiento, que deciden los dirigentes más importantes del partido en el Comité Federal. Si en enero rechazaron un retraso, ahora podría convenirles.
Díaz tiene apenas dos semanas para decidir si da el paso ahora o espera, como poco, un mes más. Sánchez tiene el mismo plazo para decidir si mantiene la fecha del congreso pese a la enorme tensión que provoca la posibilidad de que se presente Díaz o convoca la reunión que lo aplace.
2. La voluntad de pacto de Podemos
Fuentes de la Ejecutiva del PSOE otorgan una extraordinaria importancia a la reunión que este miércoles mantendrán Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Se pospuso por motivos de agenda, pero podría ser el encuentro que aclare definitivamente la voluntad de pacto del partido morado. En el PSOE no saben con qué se van a encontrar porque recuerdan los giros de Iglesias, por ejemplo al reclamar la vicepresidencia por sorpresa o al atacar con extrema dureza a los socialistas por la "cal viva" de los GAL.
"Cuando habló con Pedro, Pablo estaba como una malva", aseguran fuentes del PSOE sobre la conversación de esta semana. "Cada vez le convienen menos las elecciones porque no va a acudir ni de lejos con las mismas armas", aseguran. La división interna y la posibilidad de que las confluencias catalana y gallega acudan a las elecciones sin Podemos fragilizan la posición negociadora de Iglesias.
3. El papel que Felipe VI quiere para sí mismo
Consumado el naufragio de Sánchez en sus dos primeros intentos de ser investido presidente, el rey Felipe VI se lo pensó dos veces antes de convocar a los partidos a una nueva ronda de consultas. Finalmente, comunicó que no iba a "iniciar, por el momento, nuevas consultas" con los partidos, "de manera que las formaciones políticas puedan llevar a cabo las actuaciones que consideren conveniente". Sin embargo, el artículo 99 de la Constitución le conmina a tramitar "sucesivas propuestas" de candidatos a la investidura, por lo que el rey podría iniciar una nueva ronda.
Felipe VI tiene que decidir si hace un nuevo encargo antes de que venza el plazo incluso aunque nadie haya anunciado que tiene los apoyos necesarios. El monarca, hasta ahora muy cauto, tendrá que considerar hasta qué punto puede ejercer su papel de árbitro de la política española y cuánto se quiere implicar para desbloquear la situación. En ese sentido, podría adoptar un papel más activo, como han hecho otros jefes de Estado, como por ejemplo el belga, haciendo gestiones de mediación para favorecer un acuerdo.
4. El final del pulso interno entre Iglesias y Errejón
El sábado que viene, Podemos celebrará un Consejo Ciudadano Estatal, el máximo órgano entre asambleas del partido. Será allí donde se ratifique a Pablo Echenique, el líder del partido en Aragón, como secretario de Organización tras la fulminación de Sergio Pascual, avanzada por EL ESPAÑOL.
En el seno de la organización se escenifica una rivalidad pasiva entre Iglesias e Íñigo Errejón, dos aliados políticos con diferencias en la estrategia y en las formas. Esa reunión podría consumar la victoria del sector pablista frente al errejonista, pero los partidarios del número dos han avanzado que darán la batalla por mantener sus posiciones. En cualquier caso, la reunión podría ser decisiva para saldar las diferencias sobre el modelo de partido en un momento en el que están surgiendo cada vez más discrepancias.
5. La disipación de la densa niebla del PP
Para algunos, si Mariano Rajoy fuese un dinosaurio, él no se habría extinguido. El meteorito ha llegado de múltiples formas al PP: con un retroceso electoral histórico, con casos de corrupción que desangran la credibilidad del partido y con el aislamiento de facto que impide a Rajoy formar Gobierno.
En el PP no ocultan su satisfacción por que se hable de las crisis internas de los demás partidos. Pero en las filas conservadoras, especialmente entre los nuevos vicesecretarios generales (Javier Maroto, Pablo Casado, Andrea Levy o Fernando Martínez-Maíllo), parece haber prendido el virus de la renovación. De momento, el manto de silencio, la densa niebla en la que Rajoy se mueve como pez en el agua, no se ha disipado. Los próximos 36 días podrían avanzar un cambio histórico.