Se abre el telón, literalmente. Rita Maestre deja atrás dos sábanas que cuelgan de una barra metálica para entrar en el salón de actos de La Morada de Podemos. El techo es alto y liso hasta que lo corta una cristalera por la que se filtra el cielo que pretenden asaltar. La portavoz del Ayuntamiento de Madrid atraviesa la habitación por la izquierda y recorre un pequeño pasillo que todavía no han invadido las sillas. Una exposición de fotos enmarcadas cubre las paredes blancas y desangeladas. En más de una decena de ellas aparece Pablo Iglesias. En otras, multitudes, gritos y banderas.
La portavoz del Ayuntamiento de Madrid sube a la tarima de madera que improvisa el escenario y deja sobre la mesa algún que otro papel. Rita está en casa y -desprendida de su cargo en el Consistorio- dispara titulares que nunca llegan en las ruedas rutinarias de Cibeles. “España necesita un gobierno en el que esté Podemos”, sonríe. “Y soy optimista”. “No suelo hablar de esto, pero ahora estamos en La Morada”, sonríe. Incluso gastará un cartucho en el pacto entre PSOE y Ciudadanos: “Es nefasto y regresivo en algunos aspectos”.
En el mar de Ahora Madrid chocan casi todas las corrientes a la izquierda del centro y Maestre no puede bailar al ritmo de Pablo Iglesias. Tiene que cantar el himno de la coalición y llevar la batuta como portavoz, sin que los violines de Izquierda Unida tapen el piano de Ganemos o las trompetas de Podemos silencien a los ecologistas.
Rita viste morado
Este local del barrio de Embajadores tiene algo de las peñas de los pueblos. La barra de bar, las copas, los corros, la falta de muebles… Las conversaciones se cruzan y el político se convierte en uno más. Maestre es Rita, el usted no existe y quienes se le acercan le palmean el hombro y bromean sin el prejuicio de tener delante a quien han votado y ven en la tele.
Del morado viene y al morado va. Rita viste abrigo, zapatos y pulsera a juego. Además, chaquetón largo de lana, camiseta blanca y pantalones negros ceñidos.
El acto se titula “El cambio desde lo municipal”. La acompaña Emilio Delgado, diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid. Rita charla tranquila, el reloj no es un problema, no espera preguntas 'a pillar' y sabe que el público está entregado. En la primera fila, un tipo con coleta y jersey morado y en pico dibuja una casualidad socarrona. Escuchan alrededor de cincuenta personas, que van desde el abuelito de barrio hasta el joven en el suelo con la cerveza.
Maestre y Delgado presumen del “cambio”. “Gobernamos en 17 municipios de Madrid, co-gobernamos en 4 y estamos en el 44% de las localidades de la Comunidad”. “Estoy muy orgullosa del Ayuntamiento”, empieza Rita.
Presume del Ayuntamiento
Presume de logros y cuando habla de ciertos problemas como la basura que ensucia Madrid, se refiere a la centralización de España. La considera excesiva y dice pelear para lograr más autonomía local. “Se fija el gasto, pero no se liga a si ese Ayuntamiento lo hace bien o mal. Es un sinsentido”, dice la portavoz. El Ejecutivo debe variar las normas en este sentido, pero claro, “para eso hace falta un gobierno de cambio”.
Aparecen los desahucios, como no podía ser de otra forma. “No podemos pararlos, pero sí buscar soluciones específicas para cada caso”. Maestre habla de voluntad, asegura que de eso depende. Cuando una familia se va a quedar en la calle -relata- el concejal no duerme hasta que sabe que ha conseguido un techo. Baja al barro con el ejemplo y busca tocar la fibra. Lo consigue. En la morada, silencio. En la tertulia, le hubieran tachado de populista.
El Ayuntamiento no debe ser la PAH
“El Ayuntamiento ni es ni debe ser la Plataforma Antidesahucios. El rol de fuera y el de dentro no son los mismos”, resalta Rita para después reconocer que en el Ayuntamiento todavía no están acostumbrados a ser el 'dentro', recién llegados de ese 'fuera' de manifestaciones y okupaciones.
Cuando el PSOE ganó las elecciones en 1982, Alfonso Guerra dijo: “Vamos a poner España que no la va a conocer ni la madre que la parió”. Y algo así quiere hacer el equipo de Manuela Carmena. “Vamos a transformarlo tanto que, dentro de muchos años, cuando otros lleguen, les será muy difícil desmontarlo”. Muchos años, porque Rita predice incluso mayorías absolutas para el “cambio”.
Eso sí, de momento y tras casi diez meses de Gobierno, la portavoz reconoce que el Ayuntamiento de Madrid es “lento, poco transparente, inflexible y que no cuida de los ciudadanos”. Pero después esboza una sonrisa y el tono de la remontada: “Lo que hacemos, por imperfecto que sea, demuestra que se pueden cambiar las cosas. Y lo estamos cambiando. Sí se puede. Y vamos a estar mucho tiempo gobernando”.
La sociedad les tiene miedo, o eso dice Rita. “Es algo que todavía ocurre a muchos. Pero con la gestión en el Ayuntamiento demostramos que no debe ser así”.
Una sonrisa de doble filo
Rita sonríe siempre que habla. Incluso cuando le preguntan por su juicio. Es una risa de doble filo: irónica o afable, esta noche tranquila, sin miedo a las cosquillas incómodas. Se desnuda con tranquilidad, esta vez en sentido figurado. El concierto es al gusto del consumidor, que puede preguntar lo que quiera. “Estudio los jueves -cuando se celebran las ruedas de prensa semanales del Ayuntamiento- y hoy es martes, así que no tengo toda la información encima, pero intentaré contestar a todos”.
La portavoz del Consistorio tiene para todos, también para Cristina Cifuentes. La presidenta de la Comunidad se había quedado fuera de su discurso, pero uno de los asistentes agarra el micrófono y pregunta por la relación entre los Ejecutivos del Ayuntamiento y la Comunidad. “Teatralizan la diferencia en extremo. Utilizan palabras fuertes y apocalípticas para hablar de nosotros, pero se coopera y se trabaja, muchas veces, de forma conjunta”.
Cuando el acto termina, muchos la abordan. Una señora le pide el contacto y ella se lo escribe en un papel. La barra del piso de arriba está animada. La tienda, vacía. Hay libros y camisetas. Han sido algo más de dos horas de tertulia. Rita volverá, seguro.