En otras épocas, los Comités Federales del PSOE duraban dos días. Decenas de dirigentes tomaban la palabra para decirse a puerta cerrada lo que por decoro y estética no debían en público. Todo el que es algo en el PSOE está en el Comité Federal. Es el foro del PSOE más importante entre congresos y reúne a un centenar de dirigentes del partido, comenzando por su Ejecutiva.
El liderazgo interno ha sido tradicionalmente uno de los temas más recurrentes salvo en las épocas en las que la estela del poder anestesiaba las críticas. Lo sigue siendo en el PSOE que lidera Pedro Sánchez, pero este sábado en la sede de la madrileña calle Ferraz se habló inusualmente poco del tema. La reunión duró menos de dos horas y media y sólo 12 dirigentes pidieron la palabra.
Sánchez disfruta estos días de los tres meses de tregua interna que transcurren desde la decisión de Susana Díaz de no presentarse al congreso de los socialistas, donde se hubiera renovado la Ejecutiva, hasta el 26 de junio, cuando se repetirán las elecciones salvo que se logre un acuerdo con Podemos. El órgano decidió por unanimidad aprobar el aplazamiento del congreso interno hasta que se forme Gobierno, sea cuando sea.
Desde este sábado hasta la repetición de elecciones es probable que Sánchez no reciba más que algunos pellizcos o toques de atención para que sepa que la tranquilidad en el PSOE, salvo que venga acompañada de poder institucional, es poco menos que un mito.
El pellizco de este sábado se lo dio Susana Díaz, la presidenta de la Junta de Andalucía, que le recordó que entre las líneas rojas del PSOE para los pactos electorales está el independentismo.
Bódalo y Miguel Hernández
"¿Con qué Podemos nos vamos a entender? ¿El que apoya un gobierno de izquierdas en Valencia? Con ese Podemos seríamos capaces de encontrar puntos de entendimiento, pero ¿con ese Podemos que defiende el soberanismo en Cataluña y Euskadi, con ese Podemos que justifica que se líen a puñetazos con un concejal socialista y hablen de Miguel Hernández?", preguntó a puerta cerrada en una intervención que después fue facilitada a la prensa por los precedentes de filtraciones de otras reuniones.
Díaz se refería así a las prioridades del partido de Iglesias en Euskadi, donde ha celebrado el día del Aberri Eguna, o de la patria vasca. También al de Andalucía, la bestia negra de la presidenta andaluza, que reivindica a Andrés Bódalo, candidato al Congreso por Jaén, condenado por una agresión, y al que Teresa Rodríguez, líder de la formación morada en Andalucía, comparó con el poeta de la generación del 36.
Sin embargo, el punto más importante de la reivindicación de Díaz, compartida por otros dirigentes territoriales, es Cataluña. Allí, el PSC y En comú Podem, la confluencia de Podemos, van a sentarse a hablar para tratar de encontrar una fórmula que permita desbloquear las negociaciones en ese punto. En comú Podem defiende el llamado derecho a decidir, un referéndum de autodeterminación. El PSOE y el PSC lo rechazan, asegurando que el reto territorial del Estado se puede solucionar con una reforma de la Constitución. Miquel Iceta, líder de los socialistas catalanes, ha abierto la puerta a un referéndum a la canadiense, consensuado y legal, si fracasa la reforma de la Carta Magna.
Ni esas declaraciones de Iceta ni que se subcontrate a los partidos catalanes, un asunto que tiene directa incidencia en la fisonomía de España, ha gustado a los dirigentes socialistas más centralistas. Por si fuera poco, este sábado Xavier Domènech, portavoz de En comú Podem, aseguraba en una entrevista con La Vanguardia que "sólo el referéndum no garantiza un pacto de gobierno". A muchos socialistas se les atragantó el desayuno antes de entrar en la reunión. Sánchez pasó de puntillas sobre el tema y Díaz se lo afeó, asegurando que había "evitado" la "línea roja" de la unidad de España.
Modo elecciones: activado
Los dirigentes consultados por este diario restan importancia a este punto, que atribuyen más a una maniobra de Díaz para que la tranquilidad de Sánchez no sea completa. "Ese punto no va a ser un problema", decía un presidente autonómico. "Que nos sentemos no quiere decir que vayamos a llegar a ningún acuerdo. Nuestras líneas rojas están claras y en el aspecto territorial es prioritaria una reforma constitucional que ya te puede llevar más de cuatro años, así que no se puede dar mucha importancia a esa reunión con Domènech", aseguraban fuentes del PSC.
El PSOE ya está en modo elecciones. En la Ejecutiva consideran además que Sánchez ha dado todos los pasos de manera impecable. El propio líder socialista dedicó un buen trozo de su intervención a glosarlos, satisfecho. Los de Sánchez aún creen que puede haber Gobierno, pero lo que han hecho desde el 20 de diciembre sirve para ambos escenarios. Si hay Gobierno, Sánchez será presidente. Si no lo hay, estos meses habrán servido como inmejorable campaña electoral, confían. Nadie duda que, con Díaz fuera de escena, Sánchez será el candidato. Además, no hay tiempo desde el 2 de mayo para celebrar las habituales primarias respetando el reglamento interno sobre ellas.
Desde la Ejecutiva se recuerda que Iglesias ha rectificado mucho durante este tiempo. Primero quería pactar con los independentistas, después se negó a hablar con Ciudadanos, exigió para sí mismo una vicepresidencia con generosos poderes y más tarde arremetió con virulencia contra el PSOE con la "cal viva" del felipismo.
La situación es hoy distinta en Podemos. En su fórmula de Gobierno, ERC y Democracia y Libertad ya no son fundamentales. Lo es Ciudadanos, con el que Iglesias se verá por primera vez la semana que viene. Iglesias ya no quiere ser vicepresidente, aunque sí que ese puesto lo ocupe alguno de sus amigos. Ya no arremete contra el PSOE sino que ha endulzado las formas. Este sábado anunció además una consulta a los inscritos en su partido para decidir la posición de Podemos ante un nuevo intento de investidura. "Ya podría haberlo decidido para la última", dicen en Ferraz.
El PSOE lo apuesta todo al desgaste
El PSOE de Sánchez tiene claro que seguirá con su estrategia: proclamar cesiones y desgastar a Podemos, confiando en una abstención de última hora ante el miedo de un descalabro electoral y para reorganizarse internamente en una legislatura en la que seguiría siendo decisivo. "Cualquier decisión va a tener que contar con las tres fuerzas políticas del cambio", dijo Sánchez para recordar a Podemos que seguirán siendo tan decisivos como pretenden, pero desde el Congreso de los Diputados, no desde las televisiones. Y con Sánchez en Moncloa, claro.
Si no hay Gobierno, Sánchez se esforzará en una campaña electoral que podría ser como una moneda tirada al aire. Si el 26 de junio el panorama no está más despejado, Díaz podría decidirse al fin y dar un golpe en la mesa para acabar con la tregua que reinaba este sábado en la sede socialista.
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