Quieren romper con el pasado. La nueva cúpula del Partido Popular en Valencia que encabeza Isabel Bonig diseña ya una estrategia para limpiar el partido. Nadie quiere asumir como propio errores del pasado y el objetivo es salir del futuro congreso “totalmente limpios, sin ninguna atadura con el pasado”. Génova solo ha frenado en seco la idea más trascendente: cambiar las siglas del partido. “No lo podíamos asumir”, aseguran desde la sede nacional del partido. Sin embargo, el aparato regional busca una nueva sede para dar el pistoletazo de salida a la nueva era “limpia de corrupción”.
Los escándalos por corrupción en la región valenciana ha supuesto un golpe tan duro para el partido, que los nuevos dirigentes buscan fórmulas a la desesperada para que los ciudadanos no les relacionen con Gürtel. Sobre la mesa, la cúpula del partido ya maneja “tres enclaves de la ciudad” para ubicar la nueva sede. Los tres lugares identificados son “mucho más baratos” y “acorde a las necesidades que tenemos”, según fuentes consultadas por EL ESPAÑOL. La decisión final se tomará antes del verano, ya que el objetivo es tener el partido “totalmente renovado” cuando se celebre el congreso regional, congelado hasta que se celebren las hipotéticas elecciones a nivel nacional.
Bonig y su equipo se ha propuesto otra premisa: ser “implacables” contra la corrupción. Por eso, la nueva política irá también acompañada de un decálogo inquebrantable para “no pasar ni una” y ser “ejemplares ante los ciudadanos”. La operación Taula ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia. La nueva líder del PP valenciano hubiera deseado que los nueve ediles investigados por presunto blanqueo de dinero hubieran renunciado voluntariamente a sus actas. Pero no.
Los concejales hicieron oídos sordos hasta a las presiones que le llegaban desde Génova, que se pusieron públicamente al lado del aparato regional para exigir que entregaran el acta. Sin embargo, ninguno de ellos lo ha hecho hasta la fecha. La actitud de Rita Barberá de enrocarse a su escaño en el Senado y enviar mensajes amenazantes tanto a la cúpula regional como a la nacional ha provocado tanta tensión que abrió una brecha en la cúpula nacional.
Mudarse de Génova
Cambiar de sede es una idea que también ha pasado por alguna cabeza en Madrid. Génova es sinónimo de obras de reforma pagadas con dinero negro; de entregas de sobres en negro; del lugar donde Luis Bárcenas saqueó un partido que ha perdido millones de votos por la corrupción. “Cualquier información negativa sobre el partido está relacionada con la sede. En todas las informaciones aparece esa imagen y nos perjudica a todos”, reconocen internamente.
Mientras que en Valencia los dirigentes ya han sondeado terrenos y buscan un lugar para mudarse en breve, en Madrid la mudanza tardará más en llegar. Todos son conscientes de que Génova se ha convertido en algo tóxico. Sin embargo, así como en Valencia la sede es alquilada, en Madrid es propiedad del Partido Popular. “No sería ningún problema. Se puede vender y alquilar otra más pequeña, más discreta, y transmitir una imagen renovada a nuestros militantes y a los españoles”, reflexionan militantes a los que se les ha preguntado por esta opción.
La gobernabilidad del país
Para la cúpula del partido, sin embargo, su obsesión ahora es mantener la gobernabilidad del país. Si Rajoy consigue mantener el gobierno, “habrá llegado el momento de convocar un congreso nacional para elegir al líder”. Si revalida su puesto, nadie discute que el presidente no tendrá ningún problema. “Si Sánchez consigue gobernar, habrá una catarsis y una regeneración de una dimensión incalculable”. Ahí entraría en juego qué hacer con la sede nacional del partido en la calle Génova.
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