Si Pablo Iglesias y Alberto Garzón se hubieran puesto de acuerdo antes de las pasadas elecciones del 20 de diciembre para concurrir juntos, esta coalición de izquierdas habría obtenido 85 diputados. Siempre que los electores españoles que tenían intención de votar a Podemos, sus confluencias o a Izquierda Unida hubiesen puesto su confianza en esa candidatura conjunta.
Esta alianza habría ganado un escaño en 14 provincias distintas a PP, PSOE, Ciudadanos y PNV. Con este hipotético resultado, el pacto entre los socialistas y Podemos se habría quedado a tres escaños de la mayoría absoluta. Y el partido más damnificado sería el PP, que perdería siete escaños.
Unas hipotéticas elecciones en el horizonte el 26 de junio abren de nuevo el debate en el seno de Podemos, sus confluencias e Izquierda Unida sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo. Desde el partido morado han desmentido las informaciones aparecidas este miércoles en las que se afirmaba que las dos formaciones están dispuestas a llegar a un pacto para concurrir juntas.
A pesar de que todavía queda tiempo para formar gobierno, esta idea ya revolotea por la cabeza de los miembros de estas formaciones políticas. Muchos se preguntan, ¿qué habría ocurrido si se hubiera dado esta unión de izquierdas el 20-D?
El resultado más inmediato para la coalición habría sido más representación en el Congreso. Ahora, estas formaciones suman 71 diputados (69, Podemos y sus confluencias; 2, IU). Con la alianza se situarían en 85. Obviamente, esto habría afectado al resto de partidos, que verían mermado su número de escaños en el Congreso.
De esta forma, la coalición formada por Podemos e IU se habría colocado en tercer lugar pero muy cerca del PSOE, a tan solo tres escaños: 85 para la alianza de izquierdas; 88 para el PSOE.
Después del PP, como el partido al que más le habría afectado esta alianza, estaría Ciudadanos, que perdería cuatro diputados a costa de Podemos e IU. Después el PSOE con tres y el PNV con uno.
Baile de diputados por el sistema D'Hont
Este baile de diputados se podría haber dado debido a las particularidades de la ley electoral de España, que utiliza el sistema D’Hont para el reparto de escaños. Los diputados se asignan por circunscripciones, que coinciden con las provincias. Cada provincia tiene un número determinado de escaños para repartir en función de su población. Pongamos el ejemplo de Álava:
Esta provincia vasca tiene cuatro escaños para repartir entre todos los partidos que han obtenido, al menos, un 3% de los votos en esta circunscripción. Es aquí donde entra en juego el sistema D’Hont.
Se dividen los votos de cada partido tantas veces como escaños hay en juego. Esto es, si el PP obtuvo 33.638 votos habrá que dividirlo hasta en cuatro ocasiones: la primera, 33.638 entre uno; la segunda, 33.638 entre dos; la tercera, 33.638 entre tres; y la cuarta, 33.638 entre cuatro. Y así sucesivamente en el caso en el que hubiera más escaños en juego. Y lo mismo con el resto de partidos.
Una vez realizados estos cálculos, se otorgan los escaños a los valores más altos. En el caso de Álava, a los cuatro valores máximos.
Esta es la razón por la que la suma de votos entre Podemos e Izquierda Unida habría variado de forma tan drástica los resultados del 20-D. La suma de votos en una coalición hacen más fácil obtener otro de los valores máximos y robárselo a alguno de los partidos.
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