El día en el que Juan Gabriel Cotino (Xirivella, 1950) anunció su marcha ante el comité ejecutivo regional del PP valenciano, lo hizo reivindicando las figuras del dimitido expresidente valenciano Francisco Camps y de la aún alcaldesa Rita Barberá, a quien llamó “maestra política”. Nada dijo sobre el sucesor de Camps en el partido y en la Generalitat, Alberto Fabra, salvo para criticar abiertamente -pero sin citarle- su política de 'líneas rojas'. Era un día de octubre de 2014. Poco después abandonaría la presidencia de las Cortes Valencianas para dedicarse al cultivo de caquis. Cotino se marchó sin ninguna imputación pero rodeado de escándalos y con la justicia siguiéndole de cerca. Tanto que un mes después fue imputado en una de las piezas separadas del caso Gürtel, en una causa por la que está a un paso de sentarse en el banquillo de los acusados.
Paradojas de la vida, a Cotino, un fervoroso católico que no dudó en llevar el crucifijo a la constitución del Parlamento valenciano cuando fue presidente y en defender medidas como la de obligar a las mujeres a ver una ecografía del feto antes de decidir abortar, le ha llegado su descenso a los infiernos con la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia en el año 2006. La Audiencia Nacional lo ha situado como “elemento nuclear” y ha destacado su “rol protagónico” en la adjudicación de un contrato por 7,4 millones a la trama Gürtel. Él siempre había defendido que su labor había sido la de un mero “voluntario” sin capacidad de decisión. El auto de procesamiento lo desmiente.
Juan Cotino inició su trayectoria política con la UCD pero su primer cargo le llegó con el PP de la mano de Rita Barberá, que le llamó a ser concejal en 1991. Allí coincidió con Francisco Camps. Los tres formarían después un poderoso tridente del poder popular valenciano. De 1996 a 2002 fue director general de la Policía y después delegado del Gobierno en Valencia. El cambio en la Moncloa en 2004 fue el detonante para que su ya amigo Camps le llamara a formar parte de su gobierno. Desde 2004 hasta 2011 pasó por tres consellerías distintas. En 2014, ya salpicado por escándalos, fue nombrado presidente de las Cortes Valencianas, la segunda autoridad política de la Comunidad Valenciana.
Es difícil fijar una causa exacta de su caída en desgracia. Pero hay un momento clave en el que los focos y la ciudadanía comenzaron a apuntarle. Era abril de 2013 cuando el programa Salvados emitió un programa sobre el accidente del metro de Valencia ocurrido días antes de la visita del Papa y en el que murieron 43 personas. Familiares de las víctimas denunciaron que les había ofrecido trabajo a cambio de no demandar. Y Cotino apareció en el programa esquivando las preguntas y huyendo de las personas anónimas que le exigían que respondiera. La vergüenza se instaló en un PP que se negaba –y se niega- a admitir cualquier responsabilidad. Él se dejó barba en un intento de cambiar de aspecto. Ahora Cotino deberá acudir a una comisión de investigación parlamentaria que busca responsables políticos de este accidente.
Salpicado por la corrupción
El verdadero viacrucis le llegó en 2014. En febrero de ese año un testigo le denuncia como la persona que infló las partidas para la visita del Papa. Es la causa por la que ha sido procesado. Tres meses después salieron a la luz unas grabaciones en las que un empresario vinculado a una empresa participada por la familia Cotino se jactaba de cómo éste, siendo conseller de Bienestar Social, les llenaba las residencias de ancianos. Era lo que ahora se conoce como el 'modelo Cotino' de geriátricos.
El Parlamento valenciano ha abierto una comisión de investigación, vetada en la era de hegemonía popular, sobre la adjudicación y gestión de plazas a un grupo de empresas entre las que estaba una vinculada a Cotino, y que se benefició de las decisiones de éste al frente de la consellería. Esquerra Unida (EU) llevó el caso a la Fiscalía, que acabó archivándolo. Cotino deberá comparecer también por este caso en la comisión de las Cortes.
De junio de 2014 son también las grabaciones en las que se escucha a su sobrino Vicente Cotino y al empresario Enrique Ortiz (ambos imputados por financiación ilegal del PP) en las que se habla del expolítico como el mediador ante Camps para la adjudicación de contratos. Ya antes había declarado como testigo en la causa que investiga el saqueo de fondos públicos de la empresa que gestionó la depuradora de Pinedo. Su apellido también apareció en los papeles de Bárcenas a través de una empresa familiar. Un caso tras otro que llevó a la oposición a pedir constantemente su dimisión.
La 'generación Camps', cercada
Con el procesamiento de la Audiencia Nacional, Cotino está más cerca de ser juzgado. Es un caso más del largo listado de cargos de la 'generación Camps' acechada por la justicia (casos Blasco, Castellano, Ripoll, Olivas, Barberá …). El expresidente del parlamento valenciano comparte religiosidad con Camps, de él se dice que fue su mentor. Un vínculo tan estrecho que se evidenció el día en el que el expresidente valenciano afrontaba su peor pesadilla: el inicio del juicio de 'los trajes'. Aquel día fue Cotino quien le llevó en coche ante los juzgados. Hoy, es él quien está a un paso de sentarse en el banquillo.
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