Bienvenidos a la campaña electoral. El primero de los grandes líderes en reconocerlo explícitamente fue Pedro Sánchez. No en vano, el PSOE ha estado en el centro del tablero y ha sido imprescindible para todas las alianzas. Al volver de ver al rey, Sánchez se resignó ante los periodistas en el Congreso, aunque no se dio por vencido. Llega la hora de salir a la calle a convencer.
Este martes, Sánchez podía comprometer los mismos apoyos que en su fallida investidura: 131 gracias al PSOE (90), Ciudadanos (40) y Coalición Canaria (1). "Es insuficiente para hacer frente al bloque del bloqueo del señor [Mariano] Rajoy y el señor [Pablo] Iglesias", lamentó el secretario general de los socialistas. Ahí comenzó una retahíla de reproches contra ambos, pero sobre todo contra el líder de Podemos, por actuar como freno y tapón al cambio.
Dos ejes de campaña
La rueda de prensa de Sánchez permite avanzar dos de los grandes ejes de la campaña del PSOE para la nueva cita con las urnas. Por una parte, la responsabilidad, la satisfacción de haber hecho lo que debía, de haberlo intentado. Sobre esa idea orbitó buena parte de su discurso, en el que trató de presentarse como un líder sólido, solvente y con convicciones.
Sánchez recordó que muchos, también en su partido, le acusaban de querer llegar a La Moncloa "a cualquier precio": es decir, pactando con los secesionistas o con el PP, algo que no ha hecho. Sánchez también recordó que ha estado dispuesto a sentarse con todas las fuerzas "del cambio" sin más exclusiones que las ya mencionadas. Y que tuvo una paciencia inmensa con Iglesias.
"He hecho todo lo que podía hacer. He parado tres segundos antes de responder a Iglesias cuando me acusaba de tener las manos manchadas de cal viva, he dicho sí a su reunión y a darme un paseo por la Carrera de San Jerónimo, me dijo que iba a la reunión a tres con ánimo constructivo para llegar a un acuerdo con el PSOE y con Ciudadanos y luego convocó una consulta para romper cualquier posibilidad de acuerdo con el PSOE", lamentó.
Contra Iglesias y con Errejón
La responsabilidad que Sánchez esgrime para sí es precisamente la que no ha visto en Iglesias. Y ahí viene la segunda parte de la estrategia. Iglesias "ha cerrado la puerta y echado el candado" a un acuerdo con el PSOE con su actitud y su obsesión por las sillas, según él. "La incompatibilidad nominal, que no política, ha impedido el cambio". Podemos "acabó traicionando aquello para lo que nació, que es el cambio", dijo. Y así un sinfín de veces, a pesar de que reveló que Felipe VI había pedido a todos los partidos una campaña en positivo y sobre soluciones para el país más que de reproches.
La otra parte de la ecuación es Rajoy. Sánchez se centró en Iglesias y dijo en varias ocasiones que si Íñigo Errejón hubiese tenido más importancia, el desenlace habría sido otro. "Allí donde no está Iglesias hemos llegado a acuerdos. Y la pena es que hoy Íñigo Errejón no sea una persona de peso", llegó a decir.
Pero no se olvidó de "las políticas de desigualdad" y la "corrupción" del Partido Popular y en especial de Rajoy, que se ha dedicado a "vegetar" sin subirse "a la tribuna" a defender su proyecto de Gobierno a pesar de que ganó las elecciones.
Para Sánchez, Iglesias es "el salvavidas" de Rajoy y Podemos "puede vivir mejor con Rajoy" como presidente que con un socialista a quien nunca tuvo la menor intención de apoyar.
Vuelve la denuncia a la pinza. Para el PSOE, el voto negativo a Sánchez une a PP y a Podemos. Como aseguró en una entrevista con EL ESPAÑOL Ángel Gabilondo, portavoz socialista en la Asamblea de Madrid, en los círculos "los extremos coinciden" y los socialistas ven una convergencia en las estrategias de dos partidos ideológicamente distintos, pero que sólo pueden crecer a costa de los que se quedan en medio: PSOE y Ciudadanos. "Unos hemos trabajado para que ese fracaso no se produjera. Y otros sí. Uno fue el señor Iglesias y otro el señor Rajoy", concluyó Sánchez, avanzando un mensaje que sin duda se oirá a lo largo de la campaña.
¿Será suficiente?
La pregunta en el PSOE ahora es si esos dos mensajes, la responsabilidad y la denuncia de la pinza, serán suficientes para mantener o mejorar el resultado. Pase lo que pase, hay factores que no dependen de los socialistas. En el partido se teme que la suma de PP y Ciudadanos sea suficiente tras el 26-J para acabar con cualquier sueño de Sánchez de ser presidente.
Pero incluso lo que depende del PSOE está en cuestión. Con un partido amuermado y que espera el desenlace electoral para dirimir el liderazgo interno, no pocos socialistas creen que la estrategia de Ferraz no es ganadora. Para empezar, porque la moderación puede no ser efectiva en los mensajes de campaña y los debates. Además, el acuerdo con Ciudadanos podría estallar como un bumerán en la sala de máquinas socialista y sin duda será utilizado por Podemos para asociar al PSOE a la derecha y reivindicar la primacía de la izquierda.
En cualquier caso, Sánchez no parece dispuesto a grandes golpes de timón. En la mañana de este miércoles se reúne el Comité Federal que convocará unas primarias internas a la Moncloa en las que Sánchez no tendrá previsiblemente rival.
A partir de ahí, Sánchez ha anunciado que no modificará su programa electoral ni las listas, a pesar de que la inclusión de Irene Lozano o Zaida Cantera en la candidatura por Madrid, por ejemplo, produjo un terremoto interno y llevó al PSOE al cuarto lugar en la circunscripción.