Este mismo domingo, los tres periodistas españoles secuestrados durante 10 meses en Siria por la marca local de Al Qaeda vuelven a casa. Detrás de la liberación de Antonio Pampliega, José Manuel López y Angel Sastre a manos de los islamistas de Al Nusra ha habido una ardua y silenciosa labor del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) bajo la coordinación de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.

Según fuentes diplomáticas en la zona, el CNI trabajó “intensamente” con Qatar para llegar a la feliz resolución del caso. “La colaboración de los servicios cataríes fue determinante para alcanzar el resultado de hoy”, explican estas fuentes corroboradas por EL ESPAÑOL en el Gobierno de España.

Ha habido agentes desplegados en distintos países y encuentros entre miembros de los servicios de inteligencia en Doha, donde la relación es buena pero complicada: los servicios occidentales tienen evidencia de que “algunos elementos” dentro de la administración qatarí “sienten más simpatía por Al Nusra de la que nos gustaría, aunque esto no los convierte en extremistas”, según las fuentes consultadas.

Desde el inicio del conflicto en Siria hace cinco años, y cuando Occidente aún no ha se había inmiscuido como ahora en la guerra, Qatar y Arabia Saudí armaron a la oposición. Este “hilo directo” entre Doha y los islamistas, que defienden al fin y al cabo el mismo sunismo imperante en Qatar resulta muy “práctico” para negociar, señalan las fuentes.

COMUNICADO DE MONCLOA

Hacia las ocho y media de la tarde del sábado, Moncloa agradeció a través de un comunicado oficial el “trabajo de muchos servidores públicos y la colaboración de países aliados y amigos” y citó expresamente a Qatar y a Turquía. El comunicado también informó de que la vicepresidenta había hablado con ellos por teléfono.

Las fuentes consultadas por este diario subrayan la “capacidad política” de los cataríes frente a la “logística” de Turquía ya más al final. Así, el Falcon 900 que el Gobierno ha enviado en la tarde del sábado para repatriar a los periodistas los recogerá en Ankara, la capital de Turquía. Este domingo se estima que aterricen en la base militar de Torrejón de Ardoz.

Esta no es la primera vez que Qatar ayuda a negociar un secuestro. Ya lo hizo en agosto de 2014 en Siria para liberar al periodista americano Peter Theo Curtis. También está reciente para el CNI y para la vicepresidenta el secuestro de los otros tres periodistas españoles (Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova) y su liberación hace ahora justamente dos años.

SILENCIO ABSOLUTO

En este caso, la “tenaz estrategia comunicativa” de la familia de Pampliega ha ayudado mucho a mantener el silencio absoluto en los medios de comunicación españoles, según fuentes conocedoras de la operación. Así, hace apenas un mes circularon al menos dos vídeos en los que se veía a los secuestrados haciendo declaraciones y físicamente deteriorados. Los vídeos se interpretaron como una prueba de vida solicitada por los negociadores en la fase final del caso. Ningún medio dio cuenta de ellos, aunque fueron visionados en varias redacciones.

Sólo hoy, cuando los periodistas están sanos y salvos en Turquía, se han empezado a conocer detalles sobre los que el Gobierno español pidió “máxima discreción” desde que el 12 de julio de 2015 se tuvo noticia de su desaparición en Alepo. Hacía solo dos días que los periodistas habían entrado en un país que lleva cinco años desangrándose en una guerra civil y que se ha convertido en el lugar más peligroso del mundo para los medios de comunicación, según Reporteros Sin Fronteras.

Ya en la fase final, apenas hace unos días, los negociadores españoles han temido por la vida de los periodistas no por sus captores, sino por los intensos bombardeos que ha sufrido Alepo en la última semana, incluido el del hospital de Médicos sin Fronteras. Los tres periodistas han estado retenidos siempre cerca de Alepo, la ciudad al norte del país donde unas 300 personas han perdido la vida bajo las bombas en estos últimos ataques.

Desde mediados de 2013, cuando los islamistas comenzaron a ejecutar públicamente a periodistas que habían sido previamente secuestrados, los medios de comunicación dejaron de ir a Siria. Los tres españoles eran freelance, pero algunos medios internacionales ya no aceptan el trabajo de estos informadores que van por libre precisamente para evitar situaciones como ésta.

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