"Me están secuestrando, me están secuestrando". Quien grita aparenta ser un afable padre de familia que va a recoger a sus hijos al colegio, pero los GEOs que lo esperan conocen su identidad y su peligro. Es José María Pérez Sanfrutos, antiguo miembro de la banda criminal de Ángel Suárez, alias Cásper. A Sanfrutos lo buscaban desde julio de 2009 por el asesinato de otro histórico de la organización "top ten" de butroneros: Juan Miguel Ortega Sánchez. La Policía se ha pasado años tras el esquivo delincuente especializado en "vuelcos" (robos de droga) a otros narcos, pero hasta el pasado jueves -5 de mayo- no habían podido atraparlo.
El Grupo de Localización de Fugitivos llevaba días vigilando cómo llegaba y aparcaba frente al colegio Hipatia Fuhem de la localidad madrileña Rivas Vaciamadrid, donde estudian sus dos hijos. Los agentes habían diseñado un dispositivo de control exhaustivo por dos razones: una, que el sospechoso siempre va armado, y dos, para evitar cualquier riesgo de los niños.
Varios agentes bloquearon las salidas del centro escolar y hablaron con los responsables para que ningún menor saliera hasta que la situación estuviera controlada. La orden era abortar el operativo ante el menor incidente, según fuentes de la investigación.
Una semana antes de que la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) iniciase las labores de cerco y captura de Cásper y su banda, el ahora detenido viajaba hasta Jerez de la Frontera en julio de 2009 para encontrarse con el llamado rey del butrón: Juan Miguel Ortega. Ortega era el maestro de la lanza térmica, lugarteniente de Cásper que ya no iba a trabajar más para la organización. Capaz de reventar una caja fuerte en segundos, se había alejado de Suárez y aparentemente se había retirado en su Jerez natal a raíz de algunos problemas con el consumo de drogas.
Una vez en el domicilio familiar y en presencia de la madre de Juan Miguel y de la señora de la limpieza, Sanfrutos y Ortega se encierran en un dormitorio para hablar. Poco después, se oye un disparo y el recién llegado sale de la habitación compungido porque su colega "se ha suicidado". Es 30 de julio de 2009 y Sanfrutos se marcha por donde ha llegado.
Sanfrutos desaparece
A partir de ese momento, desaparece del radar de la Udyco cuya investigación es aún muy incipiente. La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de Cádiz se hace cargo del caso porque el "suicidio" deriva en homicidio en cuanto aparecen los investigadores. Ortega tenía una herida defensiva en la mano izquierda, es decir, intentó parar con su brazo el disparo directo al corazón que lo mató y que salió del arma de su compinche. Los agentes de Homicidios llegados de Madrid se suman al caso tras el principal sospechoso.
Sanfrutos no participa en los vuelcos, secuestro y resto de fechorías de la banda de El Padrino en esos meses de investigaciones. Vive con su mujer y sus dos hijos en un chalé de Rivas. Pese a la intensidad de las pesquisas, los investigadores no logran cercarlo. Llegan a colocarle una cámara oculta frente a su vivienda, a la que su esposa dedica hirientes burlas. Sanfrutos vuelve a desaparecer. Los agentes de Homicidios traspasan la búsqueda del sospechoso a sus colegas del Grupo de Localización de Fugitivos que han sido los artífices de sus localización. "En todos los domicilios que encontrábamos había desaparecido", explican las fuentes consultadas.
La estructura de la banda
Cuando Policía y Guardia Civil desarticulan la organización criminal de Cásper en mayo de 2011, éste no aparece. Le constaban sendas órdenes de detención dictadas por dos Juzgados de instrucción de Cádiz y Madrid por homicidio, estafa y usurpación de estado civil. Las investigaciones señalan que actuó como un sicario al servicio del patrón, el temible Cásper. Este último había sustituido a su mejor ejecutor de butrones (Ortega) por Cristo Todorov, el Búlgaro, pero no aceptaba la disidencia. En el entorno de Ángel Flores se rechaza la hipótesis oficial y se asegura que Sanfrutos no pertenecía a su círculo de confianza, ni tenía el nivel exigido para ello. Según estas mismas fuentes, Juan Miguel Ortega fue ejecutado porque las drogas le hacían tener un comportamiento inestable y eso ponía en riesgo a toda la organización.
En enero de 2008 ambos habían perpetrado un golpe en un polígono de Madrid donde consiguieron una importante partida de cocaína. Sanfrutos y Ortega no se pusieron de acuerdo sobre el pago final del botín. Al parecer, el jerezano cobró una parte del trabajo, pero no la totalidad de lo acordado. El detonante final ocurrido en la casa de Jerez sólo lo conocen ambos.
En la sentencia de la Audiencia Nacional que condenó a Suárez y al resto de la organización a más de 200 años de prisión hace justo un año, no aparece el ahora detenido. La razón, según fuentes policiales, es clara: Sanfrutos, sabiéndose buscado, se quitó de en medio. La fortuna le había sonreído hasta la semana pasada.