"Si digo '¡Qué horror, vaya mierda!' es que asumo que algo le ha pasado. Por eso no me atrevo a decirlo". La existencia de Paola Ferrara, de 24 años y nacida en Barcelona, está dividida en dos desde hace cinco meses: por un lado, "la razón" le hace creer que la historia de su hermano Hugo, desaparecido desde hace cinco meses en la selva brasileña, ha tenido el peor de los desenlaces; por otro, no quiere aceptar esa noticia: "No puedo rendirme", asegura.
La última vez que se le vio a Hugo Ferrara, de 27 años, fue en la estación de autobuses de Brasilia. Desde allí debía partir rumbo al estado de Bahía. Concretamente, al Parque Nacional de la Chapada Diamantina. En el trayecto, Hugo debía recorrer alrededor de 20 kilómetros a través de la selva para alcanzar la localidad de Lençois, donde había reservado habitación en un hostal en el que debía reunirse con un amigo finlandés. Nunca llegó a producirse ese encuentro.
"Nos empezamos a preocupar a principios de enero, cuando llevaba varios días sin escribirnos", cuenta su hermana Paola. Según explica, Hugo, que viajaba habitualmente al estilo mochilero y practicaba el senderismo, solía contactar a menudo con su familia.
Al principio achacaron la falta de comunicación a una hipotética ausencia de cobertura en el teléfono móvil. "Pero mis padres pusieron la denuncia el 14 de enero, cuando llevaban más de dos semanas sin saber de él", explica la joven. Al mismo tiempo, una amiga de Hugo interpuso otra denuncia en Brasil. Pronto empezaron las labores de búsqueda.
Rastros encontrados por perros
Efectivamente, el nombre de Hugo figura en el registro de una de las entradas del Parque Nacional de la Chapada Diamantina. Las autoridades locales buscaron durante tres días en la selva, sin resultado. También prometieron el uso de un helicóptero, pero este extremo no se llegó a consumar: necesitaban la aeronave para un acto relacionado con la antorcha olímpica.
"Lo único que nos queda es rastrear por nuestra cuenta", afirma Paola. Desde que iniciaron las pesquisas, la familia del joven desaparecido ha invertido más de 20.000 euros. Traslados a Brasil y la contratación de guías se han llevado buena parte de este presupuesto. También la adquisición de los servicios de perros de rastreo.
"Hasta ahora han encontrado un palo con su olor y un trozo de plástico de su visera", explica su hermana. Las sensaciones al encontrar estas pistas, "imposibles de describir": "Te vienes arriba porque crees que estás más cerca de encontrarlo -cuenta-, pero enseguida vuelves a venirte abajo".
La hipótesis del asalto
Durante las primeras semanas, la familia de Hugo consideró que la hipótesis más plausible sobre su destino era que se hubiera perdido en la selva. Pero cuando su hermana recorrió el mismo camino que él debía haber trazado, cambió su perspectiva: "Es posible perderse, claro que sí, pero es difícil -relata-. La ruta está bien marcada y Hugo sabía mucho de senderismo".
Por eso, las autoridades no descartan ninguna posibilidad. La que la hermana del desaparecido considera más posible es la del asalto: "Es una zona de turistas y creo que es fácil que pudieran hacer cualquier cosa para robarle".
Una petición a Exteriores
"Precisamos de los apoyos, infraestructuras y responsabilidad de las autoridades brasileñas, y para ello pedimos a las españolas que haga todo lo posible para ello", considera la familia del joven desaparecido. Por eso, han lanzado una petición en change.org dirigida al Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación que suma alrededor de 1.200 firmas. Para dar a conocer esta petición, además, se ha organizado una concentración el 18 de junio, a las 12.00, en la barcelonesa plaza de San Jaime.
La hermana de Hugo señala que "se necesita tiempo" para explorar una "región tan grande". "Sea cual sea el final de todo esto, queremos saber qué ha ocurrido", señala. Una inquietud que Isabel, la madre de Hugo, resume en un puñado de palabras: "Quiero empezar el duelo por mi hijo, pero todavía no sé si habrá fallecido".