Así es el párroco que ‘casó’ a una pareja gay
El padre José espera a conocer si será sancionado por el Obispado. El párroco, que se volcó con los inmigrantes en un municipio con España 2000 en el ayuntamiento, ha creado todo un complejo de atención a los afectados por la crisis.
29 agosto, 2016 02:12La parroquia de San Bartolomé de Onda, un municipio de Castellón, no es una parroquia al uso. Ya solo su ubicación llama la atención. La iglesia se levanta escondida en medio de una zona de fábricas, algunas en marcha y otras, la mayoría, abandonadas. No hay viviendas cercanas, pero su ubicación fue escogida entre todos los vecinos por ser una zona intermedia entre tres barrios surgidos de la nada a raíz del boom industrial de la localidad. El apartado templo ha sido noticia esta semana porque su cura ‘casó’ a una pareja lesbiana. “No se celebró un matrimonio, sino una bendición”, insiste el párroco, el padre José García. El acto se llamó “bendición del amor” de Carmen y Lucía, dos vecinas del cercano municipio de La Vall d’Uixó. El obispado de Castellón no ha aceptado el matiz y le ha abierto un proceso informativo que no se sabe cómo acabará.
El día después de saltar la noticia –alguien filtró las fotos del evento a Infovaticana- la parroquia celebraba la misa y procesión de San Bartolomé por las fiestas de uno de los barrios colindantes. Nunca antes había asistido tanta gente. Los vecinos acudieron a dar apoyo al sacerdote por la bendición del matrimonio gay, aunque en el ambiente también se comentaba con cierto disgusto que el padre José, o, como se le conoce, el ‘cura de Monteblanco’, hubiera salido públicamente a pedir perdón tras ser llamado a capítulo por el obispo de la diócesis Segorbe-Castellón.
La reprimenda por lo ocurrido ha debido ser tal que el párroco no quiere decir nada más de lo que el propio obispado puso en su comunicado: “El señor cura párroco ha reconocido ante el señor obispo el grave error de su actuación, que estuvo motivado por una aplicación errónea de la misericordia al no haber distinguido la acogida y acompañamiento pastoral de las personas, de una parte, y, de otra, la aparente aprobación de una unión que la Iglesia no puede aprobar”. Y esto es lo que repite en las pocas manifestaciones que ha realizado esta semana. El padre José está recluído. “No puede hablar hasta que no pase un tiempo”, asegura una joven que trabaja en esta iglesia de Onda y, aunque no lo dice, deja claro que tiene prohibido pronunciarse. Ley del silencio por jerarquía eclesiástica.
EL CURA QUE QUISO ‘ATRAPAR UN MILLÓN’
No era la primera vez que este modesto párroco aparecía en las pantallas de toda España. Hace tres años se hizo ‘famoso’ porque acudió al programa ‘Atrapa un millón’ con el objetivo de hacerse con el dinero suficiente para abrir un comedor. Era la época en la que en esta zona de Castellón se llegó a denunciar casos de escolares que buscaban comida en las papeleras pero en la que los ayuntamientos eran reticentes a abrir comedores de verano. El padre José lo hizo, fue al programa, logró solo 5.000 euros pero abrió el centro. Primero con siete niños, en tres días fueron 18 y ahora son 60. El Ayuntamiento de Onda subvencionó al poco tiempo esta labor.
Esta una de las razones por las que es tan querido en este municipio del triángulo azulejero de Castellón, una zona que concentra la práctica totalidad de la producción cerámica de España y que pasó del pleno empleo a sufrir con creces la crisis por el desplome del ladrillo. El padre José es famoso en Onda, no por la bendición del matrimonio de las dos mujeres, sino porque transformó su iglesia en todo un centro de atención e integración a inmigrantes y personas en exclusión a principios de los años 90. En este tiempo ha creado el comedor para niños, una cooperativa para mujeres en exclusión, asesorado a desahuciados, promovido viviendas sociales, etc.
EL ‘BOOM’ DE LA INMIGRACIÓN Y ESPAÑA 2000
La iglesia de San Bartolomé se creó hace cincuenta años gracias al movimiento vecinal. La zona donde se ubica era una zona donde los ondenses tenían sus graneros, no vivía nadie. Hasta que comenzó a surgir la industria del azulejo que tiene en Onda una de sus capitales. A la llamada del trabajo acudieron gente de Albacete, Murcia y Andalucía que se fueron agrupando en las afueras de esta localidad castellonense. Así nacieron tres barrios obreros, el de Monteblanco, el Colador y el del Castillo. Un movimiento vecinal promovió la creación de la iglesia. Todos colaboraron en la construcción. “Mi madre pintó un oleo y con lo que sacó se hizo el Cristo, era una iglesia sin dinero, así que cada uno hacía lo que podía”, explica Mari, una vecina de la zona. El templo se ubicó en el punto intermedio entre los tres barrios.
Mari recuerda que cuando Onda comenzó a ser destino de la inmigración –la industria cerámica aseguraba entonces el pleno empleo- el padre José empezó a volcarse con ellos. “Repartía alimentos pero, por ejemplo, para tenerlos les daba clases de castellano o cursos a los hijos, por la integración”, dice. La parroquia se pasó a conocer como ‘la iglesia de los inmigrantes’.
El cura, nacido en la localidad, se encarga de este templo desde 1996. En aquel año en Onda vivían 94 extranjeros (menos de un 0,50% del total de la población). En 2010 ya eran 4.750 en 2010 (18,4%), principalmente de Rumanía y Marruecos. “Su labor fue fundamental en aquellos años”, asegura la edil de Servicios Sociales, Mari Carmen Aguilella. Y más si se tiene en cuenta que el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis hizo especial daño en esta población azulejera. La caída de la construcción dejó en mínimos la venta de cerámica en España.
El paro se disparó y hoy las afueras de Onda es una amalgama de fábricas en marcha y otras cerradas o incluso en ruinas. El paro se disparó, de 713 desempleados se pasó a 3.400 en una población con algo más de 13.000 personas en edad de trabajar. Era el caldo de cultivo perfecto para la ultraderecha. Onda fue una de las pocas localidades valencianas donde España 2000 tuvo representación en el Ayuntamiento. Un edil desde 2007 hasta 2015. Escasos 40 votos les impidió revalidar el puesto en los últimos comicios. El trabajo en San Bartolomé tuvo que superar esos años de manifestaciones en las calles contra la inmigración y críticas sobre el destino de las ayudas.
El padre José no paró de trabajar. Aguilella cuenta que lo que se ha formado alrededor de la parroquia es todo un movimiento social “y mucho compromiso”. “Solos no podíamos luchar contra los efectos de la crisis, no teníamos inmediatez”, dice. Hoy, el Ayuntamiento mantiene varios convenios con la parroquia y una ONG promovida por el sacerdote para continuar su labor social. En total, recibe unos 140.000 euros en subvenciones para el comedor, los centros de atención social, gestión de viviendas tuteladas, etc.
“Nos da mucha pena que se haya hecho famoso por esto y no por la labor que realiza, es un hombre tranquilo, muy sencillo y discreto”, apunta Aguilella. Los vecinos lo corroboran. Hablan de él como un cura distinto. No le gusta protagonizar actos solemnes y no es tan estricto con la liturgia eclesiástica.
El rapapolvo del obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López (que sustituyó al polémico Reig Pla), ha despertado una ola de solidaridad hacia él, a pesar de que no ha gustado a todos que pidera perdón por dar la bendición al matrimonio. Aún así, el padre asegura que hay otros compañeros que presiden actos como su “bendición del amor” de Clara y Lucía.