Antonio Jiménez (Siles, 1956) se confiesa. No tiene gato. Y eso a pesar de haberlo ahogado en Intereconomía para ponerle el cascabel en 13Tv. Absuelto de este pecadillo de hipocresía circunstancial, ‘predica’ en prime time asomado a la ventana de la Conferencia Episcopal. “Hay varios en casa de mi madre y yo tengo alguno de adorno que me han regalado, así que cumplo. Dejemos espacio al gato, que es un animal inteligente”, bromea.
Son la una del mediodía. Ha aparcado el uniforme de tertulia y viste de sport. Americana marina y camisa clara. Incluso salta una pequeña valla para posar junto a un rosal. A pesar de los mocasines. Al igual que la cucharilla que tiene en la mano, da vueltas al desgobierno de España y a su carrera periodística. Lleva en primera línea de trinchera desde la Transición, desde el “café para todos”; ese que ahora se atraganta y deja al país en vilo.
Jiménez cree que a Rajoy le corresponde formar Gobierno, pero advierte de que es difícil llamar a la puerta del PSOE con la mochila llena de Barberás, Sorias y Bárcenas. Alaba la gestión económica del presidente en funciones, pero le duele que se refugie en el plasma. “No ha sabido combinar lo bello con lo útil. Le ha faltado dar la cara y mostrar reflejos contra la corrupción”. Responde el hombre-radio, el tipo que ha puesto voz a casi todos los diales, desde la Ser hasta la Cope pasando por Radio Nacional. Le duele cuando tachan su tertulia de “casposa”. “Que hagan un análisis de los temas y las voces en comparación con el resto de cadenas. Se llevarán una sorpresa”, reta.
Al grano. ¿Quién tiene que ser el presidente del Gobierno?
Legítima y democráticamente, le corresponde a Mariano Rajoy. Se ha presentado a dos elecciones de forma consecutiva y ha ganado ambas, la última con más apoyos que la primera. No hay duda de que debe ser él quien lidere la formación de Gobierno. Pero claro, la situación requiere un acuerdo con el resto.
¿Por qué está siendo tan difícil llegar a ese acuerdo?
En la Transición se hizo de la necesidad virtud. Personas que procedían de puntos distantes y distintos llegaron a entenderse. La circunstancia exigía concordia, era el único ingrediente con el que se podía sacar España adelante. Lo consiguieron. Entendieron que tenían que entenderse, valga la redundancia. Ahora sucede lo contrario, sobra egoísmo.
Muchos recurren continuamente al espejo de la Transición pero, ¿por qué antes sí y ahora no?
Los cuatro líderes mantienen una posición inflexible porque miran más a su militancia que a la sociedad en su conjunto. Si a esto unimos la falta de feeling personal y la distancia ideológica... Se hace imposible. Aunque antes o después, les tendrá que pasar factura.
¿Quién tiene la culpa de que no haya Gobierno?
Culpa tienen todos, pero apunto a Pedro Sánchez como principal responsable.
Si Rajoy se fuera, ¿sería más fácil?
Rajoy podría dar un paso atrás siempre y cuando el PSOE se comprometiera a facilitar la formación de Gobierno a cambio de que el PP propusiera otro candidato. En ese punto se abriría un debate. Pero hasta ahora los socialistas han dicho ‘no’ a los populares independientemente de quien sea su cabeza visible.
¿Y usted cree que Rajoy debería ofrecer su cabeza para facilitar la abstención del PSOE?
No sería justo. Ha ganado dos elecciones en menos de un año, logrando catorce escaños más en junio. Por otro lado, pedir al PP que cambie su candidato es inmiscuirse en las cuitas internas del partido. En todo caso tendrían que ser sus militantes quienes lo pidieran.
Ya han pedido un Congreso abierto las facciones críticas del PP y no se ha permitido su celebración.
Requiere sus tiempos… Pero como digo, esa alternativa podría debatirse si realmente existieran las ganas de llegar a un acuerdo. Estoy convencido de que si el problema fuera Rajoy, habría Gobierno mañana. Si el PSOE se compromete a abstenerse a cambio de la cabeza del presidente, se abrirá el debate, pero no es el caso.
Si el PSOE se comprometiera, ¿el propio Rajoy aceptaría dar un paso atrás?
No lo tengo claro, pero estoy seguro de que, por lo menos, abriría el debate. Aunque hay algo importante: si se diera esa circunstancia, también habría que exigir a Sánchez que se fuera. Pretende llevar su partido de derrota en derrota hasta la victoria final.
Se juntan dos variables. Por un lado, Sánchez prometió a sus votantes en campaña decir ‘no’ a Rajoy. Por otro, Rajoy tiene difícil llamar a la puerta. Lleva en su mochila a Bárcenas, Barberá, Soria…
Cada vez que entrevisto a alguien del PSOE escucho argumentos razonables, pero desde el punto de vista de su partido, y no del interés general. Me suelen decir: “Si por sentido de Estado permitimos el Gobierno de Rajoy, acto seguido, por la misma razón, nos pedirán que aprobemos los presupuestos. Y después, otra cosa, y otra, y otra… Eso nos echaría de la oposición y la dejaríamos en manos de Podemos”. Es una postura lógica y tienen miedo a que la abstención mine aún más su partido. En cuanto a la mochila de Rajoy, es cierto, son casos graves desde un punto de vista ético y estético.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo: el nombramiento de Soria no es ilegal, pero supone una decisión muy torpe. No tenía siquiera que haberse planteado. Guindos también ha sido torpe a la hora de explicarlo. Bárcenas va a ser juzgado, la Gürtel también, Rita abandona el partido… Pero esto, además de que ya ha sido amortizado electoralmente, son minucias al lado de los verdaderos problemas que tiene España. Quede claro que no le resto importancia, pero la regeneración del país y la recuperación económica son mucho más importantes.
El Partido Popular está imputado como organización, la Gürtel denota una actuación orquestada y Bárcenas está pendiente de juicio. En cualquier caso, Rajoy es el presidente del partido. ¿Esta mochila le inhabilita desde un punto de vista ético para pedir apoyos?
Si anteponemos la democracia en el sentido literal de la palabra a las opiniones personales que no pasan por las urnas, debemos reconocer que Rajoy está habilitado por los votos obtenidos. Ha ganado mientras otros pierden. Si no llega a ser por la corrupción, tendría mayoría absoluta. No creo que las urnas indulten la corrupción del PP, pero le han deparado una indulgencia más que evidente: ha incrementado sus escaños. Si él estuviera directamente salpicado, sería distinto, no estaría en la presidencia. No se ha demostrado que Rajoy haya metido la mano en el cajón del pan.
¿Usted se fía de Rajoy?
Sí. Se ha dedicado a gestionar la crisis en lugar de hacer política.
¿Qué no le ha gustado de él?
Se ha equivocado en la reacción y en la respuesta a los casos de corrupción que han ido apareciendo. Ha tenido pocos reflejos, debería haber sido más contundente. Tenía que haber jugado sus cartas más rápido y haber dado la cara. También se le puede recriminar no haber salido a explicar los recortes, su razón y los efectos que tendrían. Decía Ignatieff que cuando tienes que dar una rueda de prensa para explicar algo delicado, la batalla está medio perdida. ¡Pero mejor eso que perderla entera! Eché de menos en Rajoy una reacción más enérgica y, como dicen los cursis, más pedagógica.
Como periodista, ¿le dolió que Rajoy compareciera a través de un plasma? ¿Le molesta su falta de accesibilidad?
Sí. Ya le digo, debería haber salido más a la palestra. La cercanía, la campechanía y la capacidad de mezclarse con la gente que ha intentado mostrar en las dos últimas campañas electorales no estuvieron presentes durante los cuatro años de Gobierno. Es verdad que estaba para pocas bromas y que le preocupaban más la crisis y la dichosa prima de riesgo, pero debería haber combinado lo bello con lo útil. Lo útil, la gestión, que creo que ha sido buena. Pero lo bello… Tendría que haber salido más a la calle. El plasma no es bueno.
¿Qué sintió al verle dar explicaciones tras una pantalla?
Se le criticó con razón. También creo que ha reaccionado. Saben que aquello no fue adecuado, ni siquiera razonable. En la medida en la que nos íbamos acercando a la campaña, rectificaron, dieron más ruedas de prensa y fueron a las televisiones, ¡incluso al Hormiguero! De todo se aprende.
Para cerrar el tema Rajoy. ¿Qué nota le pone como presidente del Gobierno?
Tras cinco años… Un aprobado, entre un cinco y un seis.
Demos la vuelta a la ‘tortilla’. Si Pedro Sánchez se fuera, ¿sería más fácil con Susana Díaz al frente?
Susana le dijo este miércoles a Sánchez que no puede gobernar con 85 diputados y que lo razonable pasa por hacer una oposición útil. De estas palabras podríamos deducir que sí que sería más fácil y que ella hubiera facilitado la abstención, pero todo son cábalas.
¿Sánchez intentará formar Gobierno por la izquierda?
No tengo una información privilegiada en ese sentido. Pero la marejada interna del PSOE es incuestionable. Menudas fricciones. Algunos barones ya piden la abstención y se han enfrentado a su secretario general. Numéricamente, Sánchez podría intentar llegar a Moncloa pero, ¿a costa de qué? De España y de su propio partido. Creo que está dilatando los tiempos para ver qué pasa en País Vasco y Galicia. Después decidirá.
Hablemos de Ciudadanos. ¿Existe espacio para el centro político en España a día de hoy?
Es un experimento que en otras ocasiones ha ido bien. Desde que se rompió la UCD, el centro lo ha asimilado el PP por la derecha y el PSOE por la izquierda. A Ciudadanos le ha favorecido el hartazgo de los viejos partidos, la crisis económica y la corrupción. Todo eso les ha premiado a ellos por el centro y a Podemos por la izquierda. El trabajo de los de Rivera es razonable. Ha sido un partido providencial. Los pactos con el PSOE primero y con el PP después denotan su sentido de Estado. Han perdido votos porque se ha impuesto la utilidad en las urnas, pero creo que los españoles agradecen su labor.
¿Cree que la comparación de Rivera con Suárez es forzada?
Forma parte de una estrategia de marketing político. Me cuesta que alguien pueda creer que Rivera sea el nuevo Suárez. Es más, muchos de los votantes de Ciudadanos son jóvenes y no vivieron la Transición, así que no sienten esa comparativa. Mirarse en el espejo de Suárez es una forma de decir que se quiere situar en el centro. El primer presidente fue zaherido por sus adversarios duramente, pero la sociedad ha terminado reconociendo su quehacer. Emerge como una figura de consenso, del político que supo estar a la altura de las circunstancias. Eso es lo que quiere capitalizar Rivera.
¿Le da miedo Pablo Iglesias?
No me da miedo, pero su opción política está desgastada por el populismo. Cuando un partido crece al calor del descontento y de prometer a la gente lo que quiere oír, su eficacia es dudosa. Podemos ha dinamizado la vida política y ha supuesto el aldabonazo que requería la situación en un momento determinado, pero sus propuestas chirrían. Mire la gestión de sus alcaldes. Madrid tendría pocas credenciales que presentar hoy. Si Podemos se lleva a la práctica, España se arruina.
Ha mencionado Madrid. Uno de los temas candentes de la gestión es la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica. ¿Qué piensa del cambio de nombre de las calles?
Me gustaría que se contara con el beneplácito de los vecinos, que se les preguntara los perjuicios que les puede ocasionar el cambio. Con la Memoria Histórica han intentado ser más papistas que el papa y han cometido errores notables. Aquellos que, como víctimas, quieran recuperar su dignidad tienen todo mi apoyo y mi respeto. Pero no animaré a quienes hacen de esto una cuestión política. También me gustaría añadir que los pueblos no pueden renegar de su Historia.
Entonces, ¿le dejaría una calle a Franco?
¡Por supuesto que no! Pero hay calles que tienen que ver con hechos que afectan a uno y otro bando. Analicemos el sentido de cada placa con altura de miras, pensando en los vecinos y sin resucitar viejos fantasmas. Si vamos hacia delante con la mirada puesta en el retrovisor, nos estrellaremos.
Miremos al País Vasco. ¿Por qué las encuestas presentan tan débil a los partidos constitucionalistas?
Me hago muchas veces esa pregunta… El PNV es el partido hegemónico a pesar de la pérdida de escaños. Después está esa extrema izquierda ‘bilduetarra’ que se ha sentido cómplice del terrorismo sin importarle, que sigue ahí y que quiere romper con el Estado. Por otro lado, Podemos juega con contemplar el derecho a decidir porque eso convence a quien cree que un referéndum podría acabar con las pulsiones independentistas. ¿Qué han hecho mal allí PP y PSOE? Todavía no he llegado a una conclusión razonable.
¿Qué le diría a Otegi?
Que pida perdón por los asesinatos de ETA, cosa que no ha hecho. Tampoco se arrepiente. A partir de ahí, podríamos hablar.
Una valoración de las elecciones en Galicia.
Alberto Núñez Feijóo roza la mayoría absoluta a tenor de las encuestas. Creo que ha hecho una buena gestión en un momento delicado. Y sin dar espectáculo. Veremos si le priman las urnas. Frente a eso están las mareas y el PSOE, embarullados en conflictos internos. La bronca orgánica suele pasar factura.
Cambio de tercio. ¿Cómo se empieza en la SER y se termina en 13TV?
A un banderillero de José El Gallo le preguntaron cómo su maestro había terminado de Gobernador Civil. Dijo: “Degenerando”, respondió. Esto es un poco lo mismo. ¡Lo digo en broma! He tenido la suerte de que nunca me han echado, he salido de un sitio para ir a otro, por eso he dejado tantos amigos atrás. El cambio es saludable y estimula.
¿Se puede hacer un símil? ¿Antonio Jiménez se ha ‘derechizado’?
No, no. La SER que yo conocía era la de la Transición, una emisora plural, perfectamente identificada con lo que pedía la sociedad entonces: Constitución y libertad, sin entrar en florituras políticas. Basta ver su papel el 23-F. Emergíamos frente al pasado y la dictadura. Teníamos un predicamento enorme. Ahora han ampliado su cobertura y disponen de grandes profesionales.
Ha dicho “era plural”. ¿Ahora no lo es?
Sí, pero en una situación distinta. Desde la entrada de PRISA, la cadena se identifica de una forma plena con el PSOE. No lo digo a modo de crítica. Como cualquier medio, ha elegido en libertad su línea editorial. Además, han acertado porque les ha ido bien. Las líneas editoriales hay que respetarlas siempre y cuando no impidan tratar ciertos temas. A nadie le ponen una pistola en la cabeza para trabajar en un sitio.
¿Qué les diría a aquellos que tachan sus tertulias de “casposas”?
En este país se descalifica todo aquello con lo que no se está de acuerdo. Las tertulias de 13TV son infinitamente más plurales que las de La Sexta y, en cambio, se considera este último canal como paladín de la independencia. Me gustaría que quienes critican analizaran objetivamente los contenidos de sus tertulias y de las nuestras. Se llevarían una sorpresa. Tratamos con el mismo rasero la corrupción del PSOE y la del PP. Cada uno elige su línea: nosotros nos identificamos con la Constitución, la libertad y los valores cristianos.
¿Por qué no hay alguien de Podemos en sus tertulias?
Sí que lo hay.
Pero en mucha menor cantidad que en otros canales.
Muchas veces se niegan a venir. Yo les invito. Respetamos a todo aquel que viene al programa, esté de acuerdo o no con nuestra postura. Peleo mucho para que el que venga se sienta a gusto. Me niego a que mi programa se convierta en un acto inquisitorial, nunca lo ha sido.
¿Los medios de comunicación españoles informan en libertad?
Creo que sí. La libertad de prensa en España goza de buena salud.
¿La Iglesia le deja decir lo que quiere?
Sí, siempre. Cada uno sabe dónde está. Tengo presentes los valores cristianos porque trabajo en una televisión de la Conferencia Episcopal, pero nunca se me han puesto cortapisas. Trabajé con la misma libertad en la SER que en 13TV. Entendiendo las reglas del juego, uno tiene libertad absoluta.
¿Alguna vez ha sido censurado o vetado a lo largo de su carrera?
Nunca he vivido esa experiencia, aunque sí me he sentido cohibido en algún momento.
¿Cuándo?
En Radio Nacional, cuando cubríamos la guerra de Irak y el hundimiento del Prestige. Dábamos la información, pero no podía ser que sólo tuviéramos la voz de quienes pensaban que todo había sido culpa del Gobierno. Parecía que si hablaba el Ejecutivo, lo estábamos defendiendo. Había presión en ese sentido. Me sentí cohibido, ya le digo. Me marché de Radio Nacional porque ganó las elecciones el PSOE e hizo una limpieza profunda, algo que luego no llevó a la práctica el PP. Me duele que no se analizara mi gestión profesional, sino la época en la que se firmó mi contrato.
¿El reparto de los canales de televisión es equitativo?
No me atrevo a hablar de duopolio, pero sí de hegemonía. No resulta comprensible que dos grupos de televisión puedan repartirse más del 80% de la tarta publicitaria teniendo el 50% de la audiencia. Eso me chirría.
¿Qué cree que hay detrás?
¿Un trato de favor? No lo sé. No voy a deslizarme por arenas movedizas o terrenos que desconozco.
¿Qué tiene con los gatos? Primero lo metió en el agua y ahora le pone el cascabel.
Mi madre vive en la Sierra, en Jaén, y siempre ha tenido gatos. Es un animal muy familiar para mí.
¿Y usted no tiene uno?
Bueno, de cerámica… Algunos que me han regalado –se ríe–. Me parece un animal inteligente y que hace buena compañía. ¡Dejémosle su espacio!