Un año y siete meses ha esperado Tomás Gómez para servir su venganza a Pedro Sánchez. El todavía secretario general del PSOE demostró su primera señal de autoridad como máximo dirigente del partido con una destitución fulminante, la del secretario general del PSM. El plan, urdido en secreto durante quince días, se materializó colocando un candado en la puerta del despacho del entonces líder de la federación madrileña, que se enteró que habían cerrado su departamento mientras estaba en directo en una televisión. Era el principio del fin del exalcalde de Parla, que prometió guerra a su secretario general y ha cumplido su amenaza: su dimisión en la Ejecutiva es una de las 17 que van a provocar la salida de Sánchez de la secretaría general.
Fue el 11 de febrero de 2015 el día que Pedro Sánchez decidió intervenir el PSM. La primera orden que dio fue dar el día libre a todos los trabajadores para que no hubiera testigos de cómo se prohibía la entrada de Tomás Gómez a su despacho. La sede madrileña de la federación socialista, ubicada en la cuarta planta del Palacio de la Prensa, estuvo escoltada desde muy temprano por un equipo de seguridad de Ferraz, que se encargó de explicar a los trabajadores que no podían entrar y les daban el día libre.
Aquella situación se ha revivido durante la tarde de este miércoles 28 de septiembre en la sede central del PSOE, en la madrileña calle de Ferraz. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, los despachos de los miembros de la Ejecutiva dimitidos no han sido cerrados -todavía- con candados, aunque todas las persianas han permanecido durante toda la tarde bajadas para que ninguna cámara indiscreta pille la imagen que nadie quiere filtrar. Sin embargo, el secretario de Organización, César Luena, no ha permitido que Antonio Pradas y Eva Matarín entraran a la sede de Ferraz cuando han entregado en mano la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva para forzar -todavía sin éxito- la dimisión del secretario general.
Llama la atención que una de las personas encargadas de presentar la dimisión en bloque en Ferraz haya sido Eva Matarín, miembro de la Ejecutiva más próximo a Tomás Gómez. De hecho, la secretaria de inmigración del PSOE manifestó en público su desacuerdo nada más conocer la decisión que tomó Sánchez aquel 11 de febrero, aunque se ha mantenido en el núcleo más cercano del todavía secretario general hasta este miércoles, cuando le ha clavado un puñal por la espalda.
Los motivos que el equipo de Pedro Sánchez esgrimió para justificar el fusilamiento de Tomás Gómez, que se preparaba para presentarse a las elecciones autonómicas de mayo, es que en Ferraz tenían encuestas demoledoras que acercaban al PP a la mayoría absoluta. Más de año y medio después, los tomasistas recuerdan al todavía secretario general del PSOE las derrotas que ha encadenado desde que tomó las riendas del partido y le afean que no se haya aplicado la misma teoría que utilizó para echar a Gómez.