El Rey Felipe VI ha movido ficha para comprobar la voluntad real que tienen los partidos políticos a celebrar in extremis una sesión de investidura que evite disolver las Cortes e ir a terceras elecciones. Tras la consulta que el monarca haga con los portavoces de todos los grupos parlamentarios en Zarzuela, se reunirá con la presidenta del Congreso, la única que tiene potestad para fijar la fecha de una investidura si algún candidato cuenta con el respaldo mayoritario de la Cámara.
En el caso de que el PSOE reconsidere su postura y reconozca ante el monarca que se abstendrá para facilitar la gobernabilidad a Mariano Rajoy, fuentes cercanas a la presidenta del Parlamento aseguran que existen dos vías. La primera, Pastor podría fijar la primera sesión del Pleno de investidura para el miércoles por la tarde siempre y cuando el monarca haya finalizado la ronda de consultas el martes por la mañana. "Tienen que pasar al menos 24 horas desde que finalice la ronda hasta que comience la sesión plenaria", reconocen las mismas fuentes.
La segunda vía, si Felipe VI finaliza su ronda el martes por la tarde, sería convocar el pleno para el jueves a las 9 de la mañana y forzar la primera votación, cuando el candidato necesita mayoría absoluta para que salir investido presidente, el mismo jueves. Si el PSOE decide saldar la investidura con una abstención técnica, el candidato Rajoy tendrá que someterse a una segunda votación 48 horas después de la primera votación. En este caso, la última votación, cuando necesita mayoría simple para ser investido, se celebraría el sábado 29 de octubre.
El calendario que tiene en mente la presidenta del Congreso, "siempre y cuando el PSOE reconsidere su postura", dificulta "enormemente" que Mariano Rajoy acuda a la Cumbre Iberoamericana que se celebran los días 28 y 29 de octubre en Cartagena de Indias. Fuentes cercanas al líder del PP y posible candidato a la investidura reconocen que, a día de hoy, es "prácticamente imposible" que el presidente del Gobierno en funciones acuda a la cita. La gran incógnita es qué hará Felipe VI: si viajará a Latinoamérica como representante español o, por el contrario, seguirá el desenlace final de la política española desde Madrid.